Capitulo 43 La restauración Meiji

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Estando en Takayama, un poco lejos de Tokio en el siglo XVIII, tenía el camino lleno de dinamitas y hongos venenosos en un callejón sin salida. Tenía problemas por los que tengo y debo arreglar y unos nuevos a los que apenas están a mi alcance. No me había acostumbrado a la presión que he estado sintiendo desde que conocí la sensación de tener un amuleto poderoso en mis manos. No estaba tan confundida como antes en mis primeros días de ser una fugitiva adolescente que salva futuros de un colapso de espacio temporal en la que, por supuesto, no me he acostumbrado al ritmo en el que he seguido caminando con zetas puestas todo el tiempo sin poder correr a mi antojo. Sigo exagerando mientras expresó lo que pienso, no solo es decirlo a la larga, aveces no sé cómo decir lo que siento o pienso con personas cercanas a mi, como la señora Fuyuka. Aunque es una persona a la que confío mis secretos de los más locos, o que parezcan absurdos ella confía en mí. Es más seguro confiar en una persona que tuvo la misma experiencia que tú, que contárselo a medio mundo y terminar en un manicomio sin poder volver a sentir los rayos del sol en tu piel.

Tenía que dirigirme al centro de la ciudad de Takayama para algo "importante" de la emperadora, claro, no fui caminando hasta ese lugar a pie. Por supuesto que no, estaba lejos desde el bosque de los pinos hasta su castillo con Zetas puestas y presionando los pies a todo lo que da. Sentía algo en mi sentir, que tendría que tener cuidado con lo que digo enfrente de Higuchi. Una cosa era, sentir una presión en el pecho algo ligera que me haría darme cuenta de que algo puede pasar. Si no quiero que alguien sospeche de mi, tendría que pensar en el camino estando calmada mientras pensaba calmadamente que tendría que hacer y que consecuencias tendría yo por hacer y decir una tontería que pudiera decir sin quererla, además de repetir un ciclo, hacer que las cosas se compliquen aún más y no poder resolverlas de un día para otro. No quería que la experiencia bonita que he tenido hasta ahora se convierta en una desesperación de hostigamiento y captura por parte de superiores. Eso sería otra historia muy larga. Por ahora me concentre en lo que debía y solo en eso. No quería tener la presencia de Hanabira para poder hablar frente a los demás. Quería ser yo la que experimente la diferencia de trato con alguien que conozco poco tiempo, pero que tiene confianza en mí.

- ¡Señorita Sayuri, buenos días! ¡Hermosa a plena luz del día —— Él señor Kuma me saludo a unos metros de las puertas del castillo, siendo amable y alegre. Pase al castillo y me senté mirando a la emperadora estando segura de que puedo lograr tener una buena conversación con ella no teniendo los ojos de Hanabira en mi.
- ¿Un poco de té?
- Por favor —— Me sirve y comienza a acomodar su grande vestido rojo con amarillo
- Sayuri. Gracias por venir hasta aquí. Quiero hablar contigo de algo que me es inquietante —— Me miraba con sus ojos rasgados y pequeños —— ¿Tú... No eres de por aquí? De Takayama
- No, soy de Tokio. Soy de la ciudad, pero he venido a visitar a alguien.
- ¿Ya lo has encontrado?
- Sí, es verdad que vine aquí por él, pero también no me imaginé conocer buenas personas en esta ciudad.
- Es un pueblo colorido. Aquí no falta nada —— Higuchi sonríe mientras me dice en sus ojos que tiene confianza en mi —— Solo que me he preguntado cómo eres tan amable con todos en el pueblo. Eres muy delicada en el sentido de hablar con cualquier persona. No tienes miedo a decir lo que piensas, pero si te pones nerviosa.
- En ocasiones... Me cuesta a veces expresar mi sentir.
- A mi me es difícil exponer mi sentir hacia los demás, aveces no sé cómo actuar en momentos complicados. ¿Tú qué me recomiendas hacer? Sayuri. A pesar de ser la primera emperadora mujer japonesa, también fui madre.
- ¡¿Usted fue madre?! ¡¿Cuando?!
- Hace ocho años atrás —— Sonríe dejando caer sus ojos con ternura mientras se sonroja —— Solo que... —— Es interrumpida por uno de los guardias o soldados que estaban cerca de las puertas de la habitación —— ¡Emperadora, es urgente que este en la sala principal! ¡En su tiempo laboral!
- ¡Enseguida! Permanece sentada, querida Sayuri regresaré antes de que te aburras.
- ¿Esta todo bien?
- La señorita también tiene que acompañarla —— Dijo el hombre
- Acompáñame Sayuri. No digas nada hasta que te lo indique.
- ¿Todo bien?
- Tu tranquila ¿Bien? Esta será tu primera vez de mi primera acompañante en el castillo, que se enterará de lo yo vivo, aunque no se que escucharé y veré —— Pasamos un largo pasillo con un telón rojo y con detalles brillosos amarillos como el vestido de la emperadora. Caminaban rápido, pero se comportaba sería. Higuchi quería mantener la compostura, pero algo no andaba bien. Llegamos a un inmenso cuarto o habitación principal roja oscura dónde estaba el asiento de la emperadora. Me dijo que no me acercara tanto y que solo estuviera atrás de ella

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL PORTADOR CONTEMPORÁNEO VOLÚMEN IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora