¿No les pasa que al ver a la persona que les gusta se quedan sin aliento? Porque a mí me pasa... Todos los días.
Me pasa esa rara pero agradable sensación de cosquillas en mi estómago, esa necesidad de que siempre note mi presencia y de ser relevante todo el tiempo solamente para que él siga sabiendo que existo. Y no me entiendo.
No entiendo por qué me siento tan necesitada de él. Siento que debo saciar mi sed y eso me vuelve loca.
Literalmente me he vuelto mi propia enemiga desde el momento en el que me dije que arriesgaría mi todo para no quedarme con la incógnita de lo que pudo haber pasado. Y sé que estoy jugándome mi estabilidad emocional, pero se me hace un precio justo.
Es decir, he estado gastando mi tiempo en una relación de cuatro años que nunca me dio nada nuevo. Esta vez quiero hacerlo yo, quiero buscar lo que necesito y no esperar que me lo den. Sé que suena complicado pero también sé que si lo hago bien, y si ignoro los consejos de mi madre, lo voy a lograr.
Quiero e intento explicar lo que siento, pero todo se resume a unas constantes alarmas haciendo un irritante sonido cada vez que encuentro su mirada. Intento comprender la manera tan tonta en la que comienzo a temblar y la necesidad tan grande de acercarme.
Debería entender lo que mi madre dice, debería detenerme y dejar de acercarme tanto al borde del precipicio.
Pero aquí estoy, sentada en el jardín revisando el perfil de Instagram de ese maldito italiano que me hace sentir cosas estúpidamente raras.
Debería comenzar a controlar mi corazón antes de que sea demasiado tarde, pero, sorpresa, no quiero hacerlo.
Es decir, ¿Quién en su sano juicio seguiría las reglas teniendo a Ruggero Pasquarelli?
Dios, realmente estoy perdida.
Echo mi cabeza hacia atrás, cierro los ojos y tomo una profunda respiración intentando calmar mi respiración y todos los pensamientos absurdos que estoy teniendo.
—Karol...
Levanto la mirada mirando a mi madre, ella suspira sabiendo lo que he estado haciendo. Que se calme, no estoy cometiendo un delito.
No todavía...
—¿No vas a cambiarte? Los amigos de tu hermana ya van a llegar y te vas a sentir incómoda así.
—¿Así cómo? —me fijo en mi vestimenta.
Una pijama de seda, mi cabello recogido en un moño alto y mis pies descalzos. No estoy incómoda, y la casa es lo suficientemente grande como para que nadie arruine mi paz.
—Estoy bien. —aseguro tomando mi jugo.— ¿Ustedes ya se van?
—Ya. Benjamín quiere llegar al medio día. —asiento. Ella se acerca.— Llama a Mau cuando tengas tiempo, quiere hablar contigo.
—Lo haré. —prometo.— Cuídense.
Asiente, le sonrío y mientras se aleja, me centro en terminar lo que estaba haciendo antes de sumirme en mis pensamientos.
Estoy organizando mis horarios por cuenta propia para comprobar mi disponibilidad en algunos días para ciertos eventos.
Sobre todo porque en dos semanas me voy a Puerto Rico y después a Montana. Sí, destinos totalmente opuestos pero necesarios.
—¡Llegaron!
Escucho el grito de Sophie desde adentro, tecleo en mi computadora y me aseguro de cerrar las pestañas que no necesito antes de buscar mis audífonos y ponérmelos.

ESTÁS LEYENDO
Sweet Paradise.
FanfictionSé que sí estoy contigo, mis enemigos se multiplicarían. Pero eres mi más excitante capricho. Mi dulce paraíso.