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—No hay que pedir perdón por algo tan estúpido. —le hago saber.— Ya, mejor olvidemos esto.

—Karol, pero es que yo...

Mi teléfono suena interrumpiendo su discurso, de inmediato me disculpo tomando la llamada. Prefiero hablar por teléfono que seguir escuchando que me pide perdón.

Además es Paxton, claramente le prefiero a él.

—Hola... —alargo mordiendo mi labio inferior.

—¡Lady! Esta llamada automática es para informarte que fuiste acreedora a la mejor cita improvisada de tu vida. Pasaré por ti en cinco minutos.

—¿Qué? ¡Paxton!

Y colgó.

Confundida miro el teléfono y después mis pies. ¿Me veo apta para tener una cita?

Jeans ajustados de tiro alto, botines de tacón, un top negro, una chaqueta de cuero negra y mi cabello suelto. No me maquillé para nada, eso suena mal.

Haciendo un mohín rasco mi nuca.

—Me veo fatal como para tener una cita.

—Te ves bien.

De inmediato miro a Ruggero.

—¿Qué haces aquí? Ya te dije que no hay que pedir perdón.

—Dices eso pero ni siquiera me hablas, y es todo culpa de Agustín que...

—¿Y de Agustín por qué?

—No te hagas, ya sé que él te dijo lo que pasó con Micaela y...

—Ay, por favor. —suelto una carcajada.— ¿Agustín sabía? Le voy a decir a Madisson que no le de ni la hora por ocultarme algo así.

—¿Agustín no te dijo?

Niego, él luce confundido y decido aclararle la duda.

—Valentina me dijo. —su gesto endurece.— Y después Micaela, ¿Cómo tiene mi número?

Se queda en silencio, sonrío.

—Eres una gran persona, Rugge. Pero en serio, ya entendí lo que sucede, y no tienes que repetirme que ya no quieres estar conmigo después de que te di lo que ninguno de mis novios había obtenido y me sido sintiendo estúpida por eso.

—Es que no lo entiendes, yo no quería...

Escuchamos un claxon sonar, sonrío al reconocer el auto de Paxton y acomodo mi cabello.

—Descuida, podemos seguir siendo amigos. —palmeo su hombro.— Amigos por siempre y para siempre. Los mejores amigos.

—Karol...

—Buenas tardes, belleza mexicana.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando pasa su brazo por mis hombros y besa mi mejilla. Apoyo mi mano en su pecho.

—Hola. —planto un beso en la comisura de sus labios.— Me hubieses avisado, no me veo nada presentable.

—Dios, si eres Karol Sevilla, no necesitas más que mirarme con esos preciosos ojos que sigo sin saber de qué color son para volverme loco. —se aleja entrelazando su mano con la mía.

—Verdes, son verdes.

—Pues a veces son azules, no me juzgues.

Soltando una risita noto cómo tira levemente de mi mano y asiento mirando a Ruggero.

—Que disfrutes tus días libres, hasta luego.

Él aprieta los labios sin decir más asiente y yo me alejo sosteniendo la mano de Paxton.

Sweet Paradise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora