Sweet Paradise.

28

Ruggero Pasquarelli.

Es jodidamente hermosa...

Que bonita se ve con esa blusa negra, esa falda a juego y ese par de botines de tacón que le ayudan a disimular su estatura.

Que bonita se ve con ese sencillo maquillaje y con su cabello suelto y adornado con una diadema.

Pero claro que estoy orgulloso de poder presumir que esta mujer va a acompañarme al concierto de mis amigos.

Seguía parada en la entrada hablando con Madisson que negaba evidentemente nerviosa quién sabe por qué. Sophie estaba a su lado cruzada de brazos, molesta.

No entiendo por qué se molesta tanto en hacerle notar a Maxi que le quiere.

Cono bonita que es, ya se habría conseguido a alguien más.

En fin...

Mike golpea mi hombro y le saludo brevemente antes de volver a centrar mi atención en Karol.

—¿Volvieron?

—Somos amigos. —le aseguro. Antes de que pueda preguntar, completo.— Con beneficios exclusivos.

—¿Ah?

—No intentes entenderlo, ni siquiera nosotros nos entendemos.

—Ah. —se ríe.— Pero está preciosa, ¿No?

—Karol siempre se ve hermosa, tiene estilo.

—No hablaba de ella.

Confundido sigo su mirada comprobando que la ha centrado en Sophie. No puedo evitar mirarle impresionado.

¿Sophie? ¿Le gusta Sophie?

Oh vaya...

Eso es algo que... No lo esperaba.

—Aprovecha esta noche. —le recomiendo.— Hazlo antes de que pierdas tu oportunidad. No permitas que Sophie se ilusione más.

Seguro de lo que le digo asiente, me sonríe y agradece antes de acercarse a las chicas que dejan de hablar cuando Agustín sale y les pregunta qué hacen.

Karol me busca con la mirada y me incorporo comenzando a caminar hacia ella.

Y cuando estoy por llegar, escucho la inconfundible risa que me hace mirar a mis espaldas.

Mierda.

El gesto de Karol cambia en automático.

Carajo...

—Hola, ¿Llegamos tarde?

Relamo mis labios mientras veo a Micaela acercarse a Agustín para saludarle. Valentina, Carolina y María van detrás.

¿Por qué le invitó?

—Perdonen por no saludar, que mal educada soy.

Micaela saluda a todas con un beso en la mejilla, inclusive a Karol que se muestra demasiado incómoda y ni siquiera sonríe. Su mirada cae en mí cuando Micaela se me acerca.

Me aclaro la garganta.

Carajo...

—Hola, Rugge. ¿Cómo estás?

Ladeo el rostro al notar sus intenciones, sus labios terminan parando en mi mejilla y me aclaro la garganta.

Que raro y tenso es todo.

—Muy bien, estoy muy bien, Micaela. —sonrío alejándome sutilmente para caminar hacia Karol.

Tomo su mano entrelazándola con la mía. Ella mira nuestra unión y después me mira a mí sonriendo.