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Ruggero Pasquarelli.

—¿Por qué lloras?

—Asher, no quiero hablar con nadie, es mejor que te vayas.

Detengo mi caminata al reconocer las tan familiares voces, al final la encontré, pero no está sola.

Me apoyo en la pared cerca de la puerta pretendiendo escuchar y pidiendo mentalmente que le eche de su lado, ahora.

Sé que no reaccioné bien y que mi miedo fue mucho más grande, y sé que ahora tenemos un serio problema si ella llega a estar embarazada porque evidentemente, hay muchas cosas de las que tenemos que hablar, hay muchas decisiones que tomar.

Es que yo... No quiero ser padre. Ya no.

Pero, asumo que esto es mi culpa, debí cuidarme, no debí confiarme de las pastillas anticonceptivas y debí ser claro con ella desde el principio, pero sí, voy a asumir mi responsabilidad. Sea cual sea el resultado.

—Es mejor que entiendas que no me voy a ir. —Asher rompe el silencio.— ¿Qué pasa?

—Sería vergonzoso decirlo, sobre todo, decírtelo a ti. —confiesa aclarándose la garganta.— Pero sé que todo se va a joder en el momento en el que Madisson llegue así que te lo diré y espero que después salgas por esa puerta y me odies en silencio.

—¿Qué pasa? —repite él. Ella suspira.

—Aparentemente, estoy embarazada. —su voz se quiebra.— Y mi hermano llegó a Los Ángeles ayer, no sé qué voy a hacer si de verdad estoy embarazada.

—Perdón la pregunta pero... ¿Es de...?

—Sí, obviamente es de él. —completa ella atormentada.— Por eso estoy jodida, porque él no quiere ser padre, y lo más probable es que se haga el desentendido.

—¿Por qué dices eso?

—Porque le pregunté qué vamos a hacer y me dijo ¿vamos? —repite lo que he dicho.— Y porque no quiere ser padre.

—Pues yo sí.

¿Cómo dijo?

El silencio vuelve a formarse, estoy tentado a entrar pero cuando me despego de la pared, veo a Madisson y Mía acercarse a paso rápido. Me ven y la primera reacción de la mejor amiga de la mujer que ahora me odia, es lanzarme una caja que cae justo en mi rostro.

Auch.

La caja cae en mis manos, la analizo y de nuevo siento miedo al ver que es una prueba de embarazo, pero antes de que pueda digerirlo tan siquiera, Mía me la quita de las manos.

—Jamás pensé que Frankie tenía razón respecto a ti, pero la tiene. —suelta molesta.— Pero, la culpa no es tuya.

—No, claro que no. —Madisson suspira.— La culpa es de Karol por enamorarse de tantos idiotas como puede. 

—¿Perdón?

—No, no te perdono. —me aparta.— Y lárgate y deja de escuchar sus conversaciones que desde que te desentendiste de todo, no tienes oportunidad de estar cerca de ella.

—Y Mauricio está aquí, es mejor que huyas de aquí, porque si el resultado es positivo, el hermano de Karol te va a matar.

—Fue una responsabilidad de ambos.

—Y Karol la va a asumir. —me recuerda Madisson.— ¿Quién crees que va a tener a ese bebé dentro de ella durante nueve largos meses? ¿Quién le va a dar amor, una educación y una vida entera en la que no tenga que preguntarse por qué mierda el marica de su padre le abandonó?

Sweet Paradise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora