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—¡Se besaron!

Detengo mi caminata al escuchar las ya conocidas voces para mí. Y cómo toda chismosa experta, me acercó a ver de quién se trata.

Por la leve apertura de la tienda de campaña veo a los tres demonios que Ruggero trajo sentadas en un triángulo. Y de inmediato me alarmo.

—¿Cómo que se besaron? No jodan, me lo perdí. —se lamenta Abril.

—No te perdiste nada, mami grabó todo. —Devany saca su teléfono.— ¿No son tiernos?

Escucho el grito ahogado de la más pequeña de ellas, entrecierro los ojos al escuchar todas las barbaridades que dice. Que boquita la de la niña.

—¿Qué haces?

Me sobresalto al escuchar la voz de Ruggero en mi oído. Él se ríe y le hago una señal de silencio.

Señalo dentro de la tienda de campaña dónde ahora las tres están casi que llorando de la felicidad. Confundido me mira y señalo mis labios.

Él lo entiende.

Y asintiendo, se acomoda a mi lado.

—¿Creen que sean ya novios?

—No, fue más como un primer beso. —razona Abril.— ¿Dónde estarán ahora?

—A...

Cubro su boca con mi mano pidiéndole que se calle. Ellas siguen hablando hasta que Dayanna tiene la más fantástica idea según ella.

Se acomoda, sujeta su cabello y habla de su plan que consiste en dejar a Ruggero solo todo el tiempo que puedan para que él me busque.

Evito reírme.

Que creativas son.

Y cuando me canso de escuchar, me alejo viendo a Ruggero. Le hago una señal esperando que me siga.

Y afortunadamente lo hace.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho mientras camino hacia mi cabaña. Tengo mucho sueño, estoy realmente cansada.

—¿Con quién compartes tienda? —pregunto para romper el silencio.

—Con Mike. —explica. Asiento.— ¿Y tú?

—Oh, no ocupo tienda. Dormiré en la cabaña. —resumo lo afortunada y tramposa que soy. Él se ríe.

—Que suerte, vas a probar una cómoda cama. Apenas es viernes, ni siquiera hemos dormido dentro de las tiendas y yo ya siento que me duele la espalda.

—Que exagerado. —me carcajeo.— Pues puedes dormir conmigo si es lo que quieres.

—¿En serio quieres eso?

Tengo una pregunta mejor.

¿En serio dije eso?

No tengo tiempo de pensarlo pues mi cuerpo actúa por sí solo y ya me encuentro asintiendo pareciendo segura. Él me sonríe.

Y por supuesto, accede a mi plan.

Y yo no tengo de otra más que decirle que debería ir por sus cosas. Y es lo que hace.

Decido esperarle dónde estoy y no acercarme al campamento o nos verán juntos y eso no es algo que yo quiera.

Cuando vuelve, juntos caminamos hacia la cabaña y el guiarle a la habitación cuando llegamos es sencillo.

Bien, le propuse dormir conmigo, literalmente. Y no quiero que sea incómodo así que debo ser inteligente.

Le aviso dónde está el baño para que tome una ducha y se cambie, mientras tanto yo busco mi bolso sacando lo que necesito para bañarme, cambiarme y alistarme. Y en cuanto sale, no me detengo a observar lo prohibido, solo me encierro en el baño y tomo mi turno de alistarme.

Sweet Paradise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora