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—Te sienta muy bien ser guía turística, ¿Hay algo que no hagas bien?

—Sí, cocinar. —admito jugando con su mano entrelazada con la mía.— Soy un asco haciendo algo tan simple como hervir agua, mi mamá dice que soy un fracaso que no intentará cambiar porque a veces soy extraña.

Le escucho reír, sonrío soltando su mano cuando veo que las tres chicas que nos acompañan, salen del mar riendo a carcajadas por cómo se ahogaron en una de las olas. Me río.

Había decidido hacer que Ruggero condujera hasta Malibú para que ellas disfruten de la playa. Y más tarde les llevaré al paseo de la fama en Los Ángeles.

Necesito disfrutar de mi San Valentín de una manera distinta o voy a morir.

—¿Y qué haremos después de esto? —pregunta posando su mano en mi muslo. Sonrío poniendo mi mano sobre la suya.

—Pues iremos a dar una vuelta por Los Ángeles. —acomodo mi cabello.— El campamento dura viernes, sábado y domingo. Ellas se van el domingo a medio día, ¿En serio quieres que estén en el campamento? Porque si no, yo...

—Estarán felices, creo que jamás en su vida han visto el mar. —las señala.— Son un poco... Efusivas.

—¿Te hace feliz haberlas conocido?

Una sonrisa se dibuja en su rostro, de inmediato asiente asegurando que es una gran oportunidad que no planea pasar desapercibida.

Está sumamente agradecido con la vida por haberle dado una oportunidad tan bonita. Escucharle decir esas cosas me hace sonreír.

Evidentemente está feliz y se ve guapo sonriendo.

Sonrío, él me devuelve el gesto y se centra en las tres personas que llegaron hasta aquí dispuestas a pasar cuarenta y ocho horas con él.

—¿Les preguntaste cuáles son los sueños que querían cumplir? —pregunto y me mira.

—No, pero tampoco es como si tuviese ganas de preguntarles. Ellas son un poco... Intensas.

—¿Por la pregunta del oral?

Él asiente, no puedo evitar reír a carcajadas. A mí en lugar de incomodarme se me hizo jodidamente gracioso. No lo supero.

Y definitivamente jamás voy a olvidar de su cara después de escuchar su pregunta.

Evidentemente esas chicas están lideradas por la emoción y probablemente ni siquiera están pensando en lo que dicen. Tan lindas ellas.

Me agradan, y aunque he tenido que soportarlas cantando las canciones de Ruggero, admito que me he divertido escuchando lo desafinadas que son.

Todo un amor.

Mi teléfono suena en mi bolso, le disculpo tomándolo y mientras tecleo en este con la velocidad que solamente una de mis manos me permite, Ruggero me pregunta;

—¿Estás bien?

—Sí. —le miro dibujando una sonrisa en mi rostro.— ¿Por qué no lo estaría?

—Tu hermanastra, tu mejor amiga y todos los cercanos a ti dicen que es tu primer San Valentín sin pareja después de mucho.

Dejo el teléfono en mi bolso, sonrío apartando la mirada hacia el mar. Bufo.

—No siento mi vida acabada sin él, pero sí se siente extraño. Es decir... —bajo la mirada.— Estúpidamente le di todo de mí, y sin embargo me fue infiel con una prostituta, y no digo que odie a las prostitutas, pero a lo que se dedican no es exactamente algo bueno, y tampoco, critico. Es solo que me cuesta entender que mi novio prefirió eso a venir, plantarse delante de mí y decirme lo que quiera. Yo...

Sweet Paradise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora