22

502 96 16
                                    

Dos de la mañana... Hace un frío horrible, lo percibo cuando la helada brisa golpea mi rostro al llegar a este sombrío lugar.

Me bajo del auto cruzando mis brazos mientras Paxton se estaciona y me alcanza poco después. Tomo una bocanada de aire mientras cruzo mis brazos sobre mi pecho. Acabamos de llegar y yo siento que jamás quiero volver a irme de aquí.

Parada en una roca grande miro hacia la calle donde todo sucedió, el lugar donde encontraron su cuerpo inerte después del accidente. El lugar donde cada año, dejé flores esperando saber que me ha perdonado.

Hay tantas cosas que quiero decirle...

—Anda. —Paxton acaricia mi espalda.— Di lo que tengas por decir, yo voy a escucharte.

Asintiendo sujeto su mano con fuerza y mi mirada viaja al oscuro cielo que nos envuelve.

Pasan los años y yo sigo sin entender por qué papá tuvo que terminar lejos de mí, muriendo muy lejos de casa.

No me preocupo por poner una buena cara, solo sonrío y soltando el aire retenido, susurro.

—Hoy hace seis años, papá. Hace seis años que me tienes soñando con tu regreso. Hace seis años que saliste de casa prometiéndome que regresarías pero nunca lo hiciste. Llevo todo este tiempo soñando con el momento en el que te presente a mi pareja y te pongas feliz porque tu niña loca, la fiera difícil de domar, ha conseguido a alguien que quiera pasar muchos años con ella. Aún anhelo con el momento de mi boda, en donde bailes conmigo nuestro último vals, papá. Pero sé que no va a suceder y me duele.

Me muevo sentándome en la roca. Soltando la mano de Paxton.

—Cada vez que vengo a México, frecuento los lugares que solíamos visitar juntos. Y todas las noches, le platico a la luna cuánto te extraño. ¿Te ha dado mi mensaje, papá? Mi vida ya no se siente igual, pasé a ser una persona rodeada de extraños, donde cada lugar al que voy, me grita tu nombre. He intentado buscarte pero ya no estás. He intentado hacerme a la idea de que ahora, esa niña que tú creaste ya no está, se ha ido contigo con cada recuerdo que la vida me arrebató. Ven y explícame como pretender seguir viviendo si te fuiste, te fuiste así como ese último castillo de arena que construimos se fue con el mar, te desvaneciste como esa casa de muñecas que nunca terminaste de construir y como ese rompecabezas de mil piezas al que solamente le faltas tú. 

Paxton deja una manta sobre mis hombros. Trago saliva bajando la mirada.

Y como cada año, me dedico a llorar en silencio esperando que el dolor pase.

Debería admitir que cada aniversario de la muerte de mi padre se basaba en mi llorando, recordando y dejando flores en el lugar de su muerte. Pero lo de las flores había quedado de lado en esta ocasión. Apenas y había tenido tiempo de llegar, sin dar explicaciones, sin hacer nada más que tomar mis cosas.

No sé cuánto tiempo estoy llorando entre sus brazos, pero sé que en algún momento me quedo dormida y despierto horas después en una familiar habitación que reconozco muy bien.

Estoy en la casa de mi hermano. Y sé bien que estoy en un lugar seguro pero este es el único día del año que de verdad no tengo fuerzas para nada por lo que solo me aferro a las mantas y busco mi teléfono junto a mis audífonos.

Desbloqueo el teléfono y sin dudarlo mucho busco la película que tanto he querido ver.

Recuerdo que cuando era pequeña, obligaba a papá a verla conmigo y me obsesioné tanto con la melodía que la bailé con él en mis quince años, y por supuesto le prometí que la bailaríamos una vez más el día de mi matrimonio.

Sweet Paradise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora