Parte 26

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No había tiempo para las lágrimas y los arrepentimientos, la energía resentida que había estado conteniendo el Sello de Tigre Estigio se había movido de su estado de calma. El estanque estaba descontrolado desde que Jin Guangshan había sido devorado por los cadáveres del lugar, parecía que había adquirido vida propia pues había movimiento en las aguas y trataban de alcanzar a los demás involucrados, pero Wei Wuxian había adquirido una posición de meditación tratando de controlar la energía resentida que había en el ambiente, a su lado estaba Lan Wangji ayudándolo con Wangji para calmar la horda de ira que había.

Jin Zixuan y Wen Qing habían tomado a Jin Yanli y Nie Huaisang para sacarlos del lugar, la energía resentida que había estado controlada para ser soportable había incrementado tanto que los dos mencionados habían tenido problemas para respirar.

Lan Xichen ayudaba con Liebing para controlar al Sello de Tigre Estigio junto con su tío, el cual entonaba melodías tranquilizantes para evitar que algún zarcillo de energía resentida afectará a cualquiera de los presentes. Nadie, aparte de los hermanos Lan, sabían que Lan Qiren no tenía un instrumento espiritual ya que él se había especializado en el canto por lo que su voz ronca ayudaba a despejar la niebla mental que había empezado a nublar a Wen Ning y Nie Mingjue.

Jiang Cheng, Nie Mingjue y Wen Ning combatían contra los cadáveres que salían de entre la sangre, los cuales trataban de atacar a Wei Wuxian, siendo él el foco principal.

Wei Wuxian escuchaba gritos sin cesar en sus oídos y un dolor punzante en su cabeza, pero no podía parar, la muerte de Jin Guangshan había sido un accidente provocado por su misma estupidez, pero el alfa no supo lo que había provocado hasta que fue muy tarde. La razón por la que Wei Wuxian no dejaba que nadie se acercara al estanque es que cualquier ondulación en sus aguas provocaría una cadena de reacciones que descontrolarían al Sello disparando la energía resentida de la cueva, incluso una roca podría ocasionar esto, ahora, una persona que había asesinado a tanta gente y violado a tantas mujeres, el hombre estaba lleno de envidia, codicia, deseo y lujuria, todo eso no ayudaba en nada, hacía que el estanque fuera más difícil de controlar.

Nie Mingjue estaba teniendo problemas en controlar a Baxia, con cada cadáver que atravesaba sentía el espíritu de su espada agitarse cada vez más, pero no podía permitirse flanquear en ese momento. Habían tantas masas corpóreas saliendo cubiertas de sangre que trataban de atacar a Wei Wuxian que si estuviera solo temía lo que le habría pasado al omega.

Wen Ning también estaba preocupado, él no tenía un arma como tal, él era el arma y sabía que si bloqueaba su conciencia sería mejor y más rápido, pero no quería dañar a alguien como lo había hecho en el pasado, por lo que estaba luchando contra la energía resentida que trataba de hacerlo perder la razón y aferrarse al sonido frenético de la flauta de su maestro y la tranquilizante voz de Lan Qiren.

Jiang Cheng alejaba con Zidian a los cadáveres que se acercaban a Lan Xichen y Lan Qiren, ambos alfas tenían los ojos cerrados concentrados en sus melodías y no se percataban del peligro, al mismo tiempo ocupaba a Sandu para rematar a los cadáveres que alejaba para evitar que se levantarán y tener más trabajo del que por sí ya tenía.

Lan Wangji empezaba a sentir sus dedos gritar del dolor por tocar tan fuerte las cuerdas de Wangji, pero no podía detener ni por un segundo la melodía, sabía que cualquier error o descanso podría poner en peligro a su pareja, o bien podría salir herido por la energía resentida, en cualquiera de las situaciones los resultados no serían buenos.

Lo que se sintieron como días enteros eran apenas cinco minutos, el grupo sentía sus energías flanquear por la ardua pelea, pero con una nota estridente de Chenqing la energía se disipó tan rápido que el único testigo de que hubo una catástrofe era la pila de cadáveres inmóviles en el suelo. Ni siquiera había una pequeña alteración en la sangre del estanque, estaba tan tranquila que no había ni una ligera onda.

No fui yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora