Parte 40

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–Mi nombre es Wei Yuan y él es mi hermano Lan Gao, de cortesía Lan Jingyi.–

–Mucho gusto, mi nombre Li Wong.–

El discípulo de Baoshan Sanren era un niño de siete años, sus ojos de un café oscuro y cabello del mismo color, acomodado en un pequeño chongo que rebotaba cada vez que daba un pequeño brinco. No habían muchos niños en la montaña, su maestra no había salido en varios años, por lo que poder jugar con alguien más o menos de su edad lo tenía bastante emocionado.

Las túnicas blancas y grises volaban con las ligeras brisas de viento que agitaban la nieve que caía de los árboles. También el dije que colgaba en su cintura era bastante llamativo, hecho de mármol blanco y ónix negro, representando el símbolo del yin y el yang.

Li Wong les explicó a Wei Yuan y Lan Gao que cada discípulo era libre de elegir qué camino seguir en su cultivación. Algunos utilizaban sólo la energía yang, por lo que sus dijes eran completamente blancos, mientras que otros peleaban con la energía yin y de sus cinturas colgaba un dije negro. Usualmente se solían emparejar a estos dos tipos de cultivadores para que se apoyaran mutuamente en caso de que hubiera demasiada energía yin o yang. Pero, también estaban los que practicaban ambas, discípulos como Li Wong, cuyo camino era más cansado y difícil, pero, también, el más poderoso y efectivo.

Wei Yuan escuchaba con mucho interés lo que decía el otro niño, pero Lan Gao estaba más interesado en el paisaje. Sin duda era un lugar digno de admirar.

–La maestra me dijo que les mostrara el lugar, ¿gustarían ir al lago congelado?–

–Por supuesto– contestó rápidamente Lan Gao, que si bien ya había visto un lago congelado en Gusu dudaba que su hermano hubiera tenido el placer de caminar sobre uno.

–Entonces, vayamos por aquí, de esa manera podremos ver algunas cabras, pero maestra dice que no podemos acercarnos mucho a ellas, no están domesticadas.–

Los tres niños emprendieron su viaje, aunque Wei Yuan volteo por un segundo, viendo a una figura grande corriendo detrás de otra persona, dejando una mancha de color negro y rojo.

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–Tal parece que ya llegaron.–

Zhou Zishu y Wen Kexing habían cerrado la puerta detrás de ellos para evitar que el frío entrara a la habitación, por lo que solo escucharon un golpe sordo contra el pedazo de madera, así como una risa y unas cuantas exclamaciones.

–Binghe, te dije que no corrieras, hay nieve.–

–Pero Shizun...–

–Hazle caso a tu esposo gran llorón.–

–Tu callate tuerto.–

Baoshan Sanren solo pudo soltar un suspiro mientras abría la puerta con un zarcillo de energía resentida. Lo único que ella esperaba es que sus amigos se comportaran de manera seria para impresionar a su nieto, pero la sorpresa se había arruinado con las tonterías de Luo Binghe.

En la puerta se podía ver a un hombre alto y fornido, con cabello negro y ondulado; hermosas facciones y ojos rojos que enmarcaban una extraña marca en la frente. Sus túnicas negras, rojas y blancas se parecían un poco a las de Wei Wuxian, pero había algo en su diseño que lo mostraba como una figura de poder, por no decir que su aura era pesada e imponente.

En frente de él había otro hombre de una estatura sobresaliente, con ropas rojas realzadas por su cabello negro y liso. Su ojo rojo estaba decorado con largas pestañas y una ceja delgada, el otro estaba tapado con un parche negro, lo cual le daba cierto aura de misterio. La cimitarra en su cintura solo imponía mayor respeto.

No fui yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora