Parte 9

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La voz grave de Lan Wangji lo trajo a la realidad dándose cuenta de que no solo venía él, sino que para su desgracia también estaban Lan Xichen, Nie Mingjue –el cual estaba arrastrando a un niño con una cuerda– y Wen Ning.

Si bien era conocido como la persona con la cara más gruesa del mundo de la cultivación sintió como si esta se partiera a la mitad dejándolo completamente desprotegido y avergonzado.

Se sintió sonrojar de una manera que nunca lo había hecho. Quería enterrarse en un agujero y no salir nunca de ahí.

No importaba que tanto habían escuchado, lo más seguro es que hayan escuchado su plan de capturar a Lan Zhan, el cual lo veía con su típica mirada seria pero se pudo dar cuenta de que estaba avergonzado.

Estaba tan distraído que no pudo evitar que A-Yuan se le saliera de entre los brazos y se bajara de la cama, vio con horror cómo corrió y atrapó entre sus brazos la pierna de Lan Zhan.

–¡Tio Ning, corre por una cuerda!, A-Niang, no te preocupes, A-Yuan no va a soltar a Rich-gege.–

Su sonrojo se extendió hasta sus orejas y cuello.

–¡A-A-A-Yuan!– le gritó preso de la vergüenza. Si solo fuera Lan Zhan podría aguantarlo, incluso hacer más bromas para avergonzar al alfa, pero la presencia de dos líder de secta y que uno fuera hermano de Lan Zhan...había perdido toda su cara.

Ambos Líderes no supieron cómo reaccionar, si bien la situación era indudablemente graciosa con una gran connotación tierna, la presencia de un niño tan pequeño en un lugar que rebosaba de energía resentida era indudablemente preocupante. En su camino hacia la cueva habían visto solo a gente mayor trabajando la tierra y algunas mujeres beta y omegas masculinos clasificando las cosechas o arreando más tierra.

Nunca vieron a algún alfa (aparte de Wen Qing) o guerreros, nadie portaba armas o algo que pusiera en peligro al mundo de cultivación.

Mientras más veían el lugar más podían afirmar que habían sido engañados y habían incriminado a alguien inocente. La peor parte de todo este asunto es que dejaron que alguien a quien conocían y habían visto pelear con dientes y uñas para acabar la guerra completamente solo, jamás cuestionaron de lo que estaba siendo acusado. Nadie había ido con él para que les enseñara los Wen que había rescatado, nadie le preguntó por qué lo estaba haciendo, nadie hizo nada por miedo o prejuicios de su estilo de cultivación. Lo vieron como una amenaza sin siquiera analizar el panorama, lo vieron como una amenaza por el simple hecho de ser desconocido.

Ambos líderes llegaron a la misma conclusión.

Debían hacer lo correcto aunque el mundo estuviera en su contra.

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Lan Wangji no sabía cómo sentirse, si bien estaba feliz de que su omega lo aceptara e incluso armara un plan para no dejarlo ir junto con su hijo, se sentía un poco egoísta.

El mundo estaba a la mitad de algo muy importante que podría marcar el inicio de algo nuevo que podría terminar muy mal o muy bien, no habría un intermedio.

Todo o nada.

Y mientras todo eso estaba pasando él solo pensaba en si su amor era correspondido o no, si su omega lo amaba tanto como él lo hacía y en la forma en la que él lo hacía. Su mente no tenía espacio para pensar en los problemas de los demás y tan solo se enfocaba en el hermoso sonrojo que cubría el rostro de Wei Ying y el agradable peso de A-Yuan en su pierna.

Se siente extremadamente egoísta al solo pensar en esas dos personas.

También velaba por la seguridad de su hermano y su tío (por mucho que no estuviera de acuerdo en su forma de actuar), pero no sabía qué elegir. Sentía que las opciones eran Gusu, su hogar, el lugar que le había dado la vida y lo había visto crecer, o, Wei Ying y A-Yuan, que si bien no los había conocido desde el inicio, fueron esas dos luces que le dieron el sentido de la vida; más allá de reglas y restricciones estaban las risas y juegos de ambos. Podía verlos jugando con grandes sonrisas en sus rostros rodeados de un halo de luz tan brillante que le traía lágrimas.

Se sentía egoísta...pero...¿estaba eso mal?

Toda su vida se preocupó por las reglas, lo que su tío dijera de él, lo que su hermano dijera, lo que su secta veía en él. Siempre preocupado por los hechos del mundo que se olvidó por completo de sentir. Su madre le había dado un lindo inicio en la vida, pero ese refugio fue rápidamente arrebatado por la enfermedad y el aislamiento. Sentía que caminaba dando pasos de ciego, solo seguía el camino iluminado que sus mayores le habían impuesto. No había desvíos o descansos, tenía que seguir caminando.

Todo eso cambió cuando en su camino hubo una desviación repentina, un camino donde había un joven Wei Ying invitandolo a una vida diferente, una vida que sería capaz de vivirla, no de sobrevivirla.

Pero ese camino era incierto y sus reglas lo cortaron de raíz. Evitó el camino por preocupaciones y restricciones.

Después hubo otra desviación en la Cueva de la Tortuga de la Matanza. Ese camino era más ancho y luminoso, más fácil y lleno de vida, e incluía a Wei Ying, pero este mismo lo oculto ya que él se preocupó por sus reglas y restricciones.

Después de tres meses tortuosos donde no encontraba una desviación o una luz, él mismo trató de hacer su primer camino hacia la luz y felicidad, pero el daño ya estaba hecho. Por más material que pusiera, Wei Ying ya no estaba dispuesto de juntar su camino con el suyo.

Por estúpidas reglas.

Por estúpidas restricciones.

Por estúpidas preocupaciones.

Por estúpido lo había perdido todo.

Pero la vida le sonrió una vez cuando una pequeña mano se posó en su mirada y vio el rostro de un niño sonriente que jalaba a Wei Ying con su otra mano. El niño había construido un puente donde ambos caminos podían visitarse de vez en cuando y él lo cruzó cuando visitó Yiling.

Ese puente fue visto por su tío y lo derribó, encerrándolo en reclusión para que meditara por su desviación del camino que su secta ya le había impuesto.

Pero el niño era persistente y en vez de construir un puente que uniera ambos caminos, sobrepuso el suyo y volvió a extenderle su mano. Esta vez tomó con fuerza la suya y la unió con la de Wei Ying, quien no huyo o lo vio con desagrado. Wei Ying tomó su mano mientras que en su brazo cargaba a A-Yuan y lo arrastró a su propio camino donde él podía ser libre.

Había vivido una vida llena de preocupaciones por lo ajeno y se dio cuenta de cuánto podría costarle eso.

Viendo a Wei Ying acostado en esa cama, avergonzado, con su túnica cubriéndolo y escuchando la risa de A-Yuan decidió él mismo cortar su camino recto y tomar las manos de su nueva familia, la cual no quería a un Lan Wangji perfecto y sin errores, solo lo querían a él.

No fui yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora