Parte 3

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Lan Wangji estaba sumamente nervioso, enojado y ansioso. Su hermano lo había obligado a ir a la junta entre los cultivadores para ver qué hacer con Wei Ying si se entregaba y si no lo hacía.

No quería estar en ese lugar, nadie lo escuchaba cuando trataba de explicar la situación de los Wen que había visto en los Túmulos Funerarios y si trataba de defender a Wei Ying todos lo volteaban a ver como si estuviera loco. Vaya hipocresía de todos, cantaban su título con alivio cuando los salvaba de una muerte inminente, pero despreciaban su nombre cuando defendía a sus enemigos.

Su ira aumentaba poco a poco al ver que Jiang Wanyin no decía absolutamente nada para defender a su hermano, que si bien no era de sangre, habían crecido juntos.

Pero nadie se daba cuenta de su estado puesto que su olor estaba bloqueado y su rostro estoico no dejaba entrever nada.

–¡Deberíamos matarlo de una vez, nada le impidió asesinar a Jin Zixun a sangre fría y casi matar a Jin Zixuan quien había ido en son de paz!, ¡el Patriarca de Yiling es una amenaza para todos nosotros!– gritaba el líder de la Secta Yao con su rostro enrojecido por la rabia.

–¡Debimos haberlo controlado desde la Campaña para Derribar el Sol, claramente era peligroso, por no decir que es sumamente arrogante para ser un omega, su espada ha quedado en el olvido al igual que el camino justo que todos aquí respetamos!– alzó la voz otro líder de una secta pequeña que Lan Wangji ni se preocupo de ver.

Todos sabían que si no hubiera sido por Wei Ying la guerra hubiera estado perdida, pero nadie quería reconocerlo en voz alta.

–Calmados compañeros cultivadores– esta vez fue Jin Guangshan el que habló.–No dejaré pasar esta ofensa, Wei Wuxian se atrevió a levantar su mano en contra de mi familia. No solo debería entregarse para pagar por sus pecados, también debería de entregarle a la Secta Jin el Sello de Tigre Estigo así como su flauta Chengqing como compensación por sus despreciables actos.–

Todos en el salón gritaron dándole la razón al Cultivador Jefe, pero una risa los dejó a todos congelados, sobre todo a Lan Wangji, quien sintió miedo por lo que podía pasarle al otro. Empezó a caminar tratando de llegar al centro y llevarlo a Gusu para evitar que le hicieran daño, pero la gente frente a él le impedía el trabajo.

–Jefe Cultivador, habla de una compensación por mis actos, pero usted no ha sido lo suficientemente amable para enviar su compensación por los maltratos hacia los Wen– la voz de Wei Wuxian era plana con un leve sarcasmo que les puso la piel de gallina, muchos habían conocido a Wei Wuxian y era un omega carismático lleno de sonrisas, pero ahora su rostro serio y aura asesina les hizo olvidar a algunos que era un omega con el que estaban hablando.

–¡Wei..Wei Wuxian!, ¡¿cómo te atreves a entrar en mi hogar como si fuera tuyo?!– cuando la voz de Jin Guangshan se alzó los demás sacaron sus espadas apuntando al joven, quien solo levantó las manos en un movimiento flojo, incluso arrogante dirían algunos.

–¿No quería usted que me entregará?, ¿no estuvo dando un discurso hace unos cuantos segundos de cómo debería entregarme a mi y a mis inventos?, me siento desilusionado, tanto que camine para llegar aquí y ser recibido así, realmente la cortesía de los Jin deja mucho que desear.–

–¡Wei Wuxian!– Jin Guangshan quería temblar del miedo por la mirada amenazante del más joven, sobre todo cuando sus ojos cambiaron a un tono rojizo. Hubo un tiempo donde la apariencia de omega lo había atraído y estuvo a punto de cortejarlo para que pasara una noche en su cama, pero la guerra le impidió seguir con su plan.–Bueno, ya que has venido a entregarte deberías de...– pero no pudo seguir con su actuación puesto que el de ropas oscuras empezó a reír aún más fuerte, pero su risa carecía de gracia.

–¡Creo que me entendió mal Jefe Cultivador!, no he venido a entregarme por algo que no hice...vine a demostrar mi inocencia.–

El lugar quedó en silencio después de que todos exclamaron en indignación por la osadía del otro. Todos sabían que era su culpa, no había forma de probar lo contrario.

–¡Tonterías, todos sabemos que Jin Zixun te había insultado en el pasado y tomaste represalias!– gritó el jefe de la Secta Yao aún más rojo.

–Quieren pruebas...¡aquí las tienen!– y procedió a bajarse la parte superior de sus túnicas para mostrar su pecho desnudo. 

No fui yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora