El diario del monstruo. (pt. 1.)

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 El viaje a casa fue tan extraño, frío y silencioso, yo estaba en el asiento trasero, Donna conducía y me miraba a cada rato por el espejo retrovisor, era la primera vez desde el hospital que yo mismo me veía reflejado, y aquello me asustó, estaba pálido y las ojeras ocupaban gran parte debajo de mis ojos, mi cabello estaba seco y mis labios resecos y pálidos, hasta parecía más flaco en cuanto al rostro, no estaba tan redondeado. No sabía si mi aspecto me gustaba, era tétrico y como uno de esos personajes en las películas de Burton, así que por lo pronto, evitaba verme reflejado en el espejo retrovisor, pellizcaba mis manos y Donna se mantenía en silencio, ni siquiera había encendido la radio. Me pregunté si ella volvería a ser como antes luego de lo que había pasado, si seguiría ignorándome, si la falta de afecto materno de su parte, seguiría intacta, o si ahora sería sobreprotectora y no me dejaría solo en ningún momento. 

 Cuando llegamos, salir del auto y sentir la brisa de afuera fue bastante agradable, casi había logrado que sonría el hecho de sentir el tibio sol sobre mi cara, no quise girarme y ver hacia el bosque, solo caminé en línea recta por el jardín delantero, ensanchando la sonrisa en mi rostro al ver a Frank sentado en la entrada, con un perro al lado. Este no dejaba de lamer su brazo, y Frank intentaba quitarlo de su lado, aunque se reía. Cuando se percató de que estaba cerca, se abalanzó hasta mí, sé que pretendía abrazarme, pero en cuanto estuvo a punto, vio mi gesto. Aunque yo estaba sonriendo, mis cejas se levantaron en preocupación, aún así dejé que se acercara, y rodeé de forma superficial su cintura, era más bajo que yo, pero no demasiado. 

"Dios mío, Gerard, no sabes lo feliz que estoy de que salieras." Dijo, sonriéndole también a Donna, que venía detrás de mí, ella colocó su mano en mi hombro, tampoco era tan agradable el contacto, pero no quise decir nada. Frank volvió su vista a mí antes de que Donna hablara.

"Todos lo estamos, Frank." Dijo ella, y se agachó a acariciar al perro, rápidamente puse mi atención en el animal y me agaché a llamar su atención, este se acercó casi de inmediato, lamiendo mi mano e intentando saltar sobre mí, lo que me robó una risita, sin querer el perro se acercó demasiado y lamió mi mejilla, lo que hizo que Frank riera. "Bueno chicos, iré adentro." Murmuraba Donna, de forma lejana, entrando a la casa.

"¿Por fin Linda dejó que adoptaras uno?" Pregunté, al final tomando en brazos al perro, no era tan grande, y además no dejaba de ser tan enérgico. 

"De hecho, es tuyo, Gerard. Bueno, al principio era mío, sigue siéndolo- bueno, digamos que-" Lo noté nervioso, pero no quise dejar que termine.

"¿Es nuestro?" Levanté una de mis cejas y él se sonrojó, algo en esa idea le hacía sonrojarse, y pronto tuve curiosidad, pero llevé mi atención al canino y dejé un par de besos por su cabeza. 

"Sí, es nuestro, bueno, sobre todo porque ya sabes que mi casa es pequeña y Linda no tiene mucha paciencia, además él acabó de orinar sobre el sofá, así que más me valía desaparecer de casa." Él comentó un poco divertido y tuve que rodar los ojos, entregándoselo de nuevo, algo en eso no le agradó, su expresión cambió y tuve que añadir algo rápido. 

"Tampoco estoy seguro de que Donna lo quiera, Frank." De hecho, yo no estaba seguro de quererlo, era adorable, pero representaba una responsabilidad, y yo apenas podía cuidar de mí. "Además..." Estaba a punto de agregar otra excusa pero él me ignoró y entró a la casa con el perro en brazos, daba pasos largos, yo tuve que correr detrás de él, Frank buscaba  a mi madre, mientras que el perro no dejaba de lamer su cara, lo que me mantenía sonriendo. 

 Luego, él la encontró en el jardín trasero, ella estaba fumando. "Donna, al fin la encuentro." Dijo, (él era bastante educado cuando se trataba de hablar con mi madre) mientras que yo me recostaba en el umbral de la puerta, ya sabía qué haría, ella le miró de inmediato y sonrió al ver al perro. "Quería saber si usted le deja a Gerard conservar el animalito, bueno, sería una custodia compartida, porque yo me lo llevaría unos días a la semana o lo sacaría a pasear con Gerard, además también le ayudaría a Gerard a comprar alimento, con algo de dinero de mi mesada, y también lo llevaríamos juntos al veterinario." Y también, y también y también, hablaba atropellado y terminó de hablar casi en balbuceos, su rostro estaba rojo y Donna mantenía una expresión casi encantada con la idea. 

"Creo que te vendría bien tener algo de compañía en la casa cuando estoy en el trabajo, Gerard." Dijo ella, Frank sonrió con malicia y bajó al perrito en el césped, este corrió por el patio y volvió de inmediato hasta nosotros, solo suspiré y me rendí, supuse que así sería a partir de ahora. 

"Bien, pero yo seré el que le ponga un nombre, considerando que solo lo haz llamado "perro". Frank ensanchó aún más su sonrisa, noté por su expresión que esa era la idea principal de Frank desde que llegó, y no tardamos en dejar sola a Donna con quien al parecer, era mi nueva mascota. 

 La verdad era que subir a mi habitación me daba miedo, y me sorprendió aún más que mi habitación ya no tuviera el cerrojo, lo que significaba que no podía encerrarme con llave dentro. Eso había hecho que me avergonzara un poco frente a Frank, pero solo empujé la puerta y entré, mi mejor amigo me seguía y tomó asiento en la cama, me quedé de pie en medio de la habitación, con un gesto incómodo, como si no perteneciera a ese lugar.

"Cuando estabas en el hospital, ayudé a Donna a ordenar tu habitación, ella creyó que sería refrescante para ti que estuviera limpia." Frank parecía bastante tímido al respecto, sabía que tal vez era incómodo para mi que estuvieran husmeando entre mis cosas. "Tranquilo, no dejé que viera tu diario, lo guardé en mi mochila ese día, y también vine hoy a traértelo." Dejó caer su mochila al suelo y la abrió, con un gesto pensativo.

 Algo en mi estómago se retorció un poco al ver el diario, creo que incluso se había reflejado en mi cara, si Frank lo leyó, seguramente ya estaría enterado de todo, de que me gustaban los chicos y de mi fuerte deseo de no existir, pero quise disimular un poco, aunque mi mano temblaba ligeramente al momento de tomar el cuaderno.

"No lo leí, Gerard, puedes borrar esa cara de espanto." Dijo, intentando sonar divertido, aunque solo pude responder un ligero "mhm" en asentimiento, intentando poder recobrar la respiración normal, mientras me dejaba recostar contra el escritorio. 

"No- no me preocupa eso, confío en ti." Tartamudeé, y era una mentira demasiado feroz, por el gesto de duda en el rostro ajeno lo supe. Seguramente él se culpaba por no haber insistido lo suficiente cuando eso pasó. 





mi monstruo punk. » frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora