–15–Ni siquiera recuerdo como llegamos a casa luego de eso, no sé si corrimos, o si tomamos un bus, no sé si Bob y Jepha se fueron antes, o si ellos nos acercaron hasta mi casa. Sólo sabía que no quería volver a salir por los próximos días, todavía podía escuchar el sonido de una navaja entrando y saliendo de la carne en el tórax de Bert, y luego toda la sangre manchando su camiseta y la mano de Bob con la que empuñaba el cuchillo.
Sé que al llegar a la casa, le había dicho a Frank que entrara por la ventana y se escondiera en el armario, ya encontraría alguna excusa que inventarle a Donna para cuando me viera sudado y con el miedo en la mirada. Mientras, subía lentamente las escaleras, mirando en dirección al pasillo y a la cocina, por si ella decidia aparecerse, aunque conociéndola, seguramente no estaba, o posiblemente, si estaba, no le importaba demasiado lo que yo hiciera.
Mientras que no hiciera algo dañino contra su casa.
Llegué a mi habitación y todo estaba oscuro, ni siquiera las luces había encendido Frank, y de todas formas era lo suficientemente tarde para que las luces de la calle se encendieran e iluminaran un poco la habitación a través de la ventana.
“¿Frank?”
Hablé por lo bajo, adentrándome y cerrando la puerta con el pestillo. Encendí las luces y abrí las puertas de mi armario, él estaba allí, le sonreí con algo de nervios y miedo. Necesitaba sacar las imágenes que tenia en mi cabeza sobre lo ocurrido hoy.
“¿Quieres tomar un baño?” le pregunté, tomando su mano para que se pusiera de pie y saliera del escondite provisorio.
Antes de llevar a Frank al baño, verifiqué si Donna no estaba realmente en la casa. Fui a su habitación y sólo encontré vestidos que seguramente se probó antes de salir y su característico perfume a margaritas. Cerré la puerta de su habitación y volví a la mía, busqué ropa limpia para Frank y una toalla, en mi mente la escena no se iba.
A penas podía respirar tranquilamente, el nombre “Molly” y el llanto del perro todavía retumbaban en mi cabeza.
Crucé el pasillo hasta estar en el baño y llenar la tina, dejé que el agua estuviera tibia y le eché unas gotas de jabón líquido para que tuviera espuma, me gustaba la espuma. Era suave, voluble y frágil. De algún modo me recordó a alguien que en este momento no tenía nombre en mi mente, busqué a Frank y lo encontré sentado cerca de la ventana, observando hacia afuera.
Me dio algo de miedo. Él era el único que no parecía asustado al ver como Bob asesinaba a Robert, parecía estar en paz incluso ahora, como si Frank, como si él ya estuviera acostumbrado a ver cosas así.
“Frank… el agua, ya está lista y- sí, ven.”
Él se volteó a verme y me siguió hasta el baño, entramos y me mantuve observando la pared mientras sabía que él estaba desvistiéndose, cerré los ojos durante unos segundos por el potente dolor de cabeza que estaba comenzando a atacarme. Cuando escuché que Frank ya estaba cubierto por el agua, dentro de la tina, recién tuve valor de girarme a verlo.
Frank era tan delgado y pálido, pero de todas formas seguía viéndose bonito. Me senté al borde de la tina, mirando como jugaba con el agua, las burbujas y la espuma, casi quise hacer un cuenco con mis manos y mojar su cabello, peinarlo con mis dedos e incluso, lavar su espalda.
El pensamiento de mi haciendo esas cosas me asaltó de pronto, me sentí incómodo y noté el rojo en mis mejillas y la mirada avellana de Frank sobre mi rostro. Así que me levanté y simulé buscar algo en las gavetas debajo del lavamanos, estaba a punto de salir de la habitación del baño cuando Frank dijo mi nombre, me giré a verlo, mis manos temblaban y el sudor seguía en mi rostro. Necesitaba un baño también, pero lo haría luego de que él estuviera limpio y a salvo en mi habitación.
“¿Necesitas algo?” le pregunté, rascando mi nuca y mirándolo de a ratos, no podía verlo a la cara, necesitaba estar solo, aunque seguramente eso me haría sentir peor. La soledad no es buena consejera, al menos no para mi. Me diría cosas horrendas sobre la vida. Me diría cosas sobre la muerte.
“Quédate.”
Me dijo, el flashback de esa noche en la que vimos titanic en mi habitación me inundó el rostro de vergüenza y respiré algo nervioso, ¿cómo debía decirle que no era apropiado? ¿cómo debía decirle que estaba mal que dos chicos estuvieran en una misma habitación desnudos?
De pronto, tuve ganas de llorar y ese sentimiento extraño volvió a sorprenderme. Tal vez, por esa misma razón, yo ni siquiera veía a las chicas como lo hacían Ray y Mikey, tal vez era esa cosa extraña y mala en mi. Tal vez, incluso hasta Donna lo sabía mejor que yo y por esa razón quería mantenerse lejos todo el tiempo. Tal vez hasta Donald lo sabía y por esa razón decidió colgarse. Pero, la única pregunta que invadía mi mente a pesar de tener todos esos sentimientos horrendos, era ¿debería entrar a la tina con Frank?
Mordí mi labio inferior con fuerza mientras veía como él seguía jugando con la espuma. Había hecho la pregunta, para él fue fácil porque soy yo el que se martilla la cabeza pensando en una respuesta. Suspiré y me fijé en si la puerta estaba cerrada, volví a revisar nuevamente y luego otra vez, al cruzar frente al espejo no quise verme, y al estar cerca de la tina, me quité las zapatillas, las medias, el jean y la camiseta. La ropa interior no, ese era un límite que yo no cruzaría nunca. Apenas pude estar unos segundos sin nada y me sentí terriblemente expuesto.
Mi estómago parecía colgar de mi cuerpo, como una masa que no pertenecía allí, me gustaba la ropa grande porque así podía simular que yo no lo era. Y ahora que estaba casi desnudo, con la mirada de Frank sobre mi, en pleno silencio, fui consiente de cuán horrendo era estar dentro de mi. Ser yo.
Mis ojos no tardaron en cristalizarse y para cuando me metí a la tina, sentado frente a Frank, no soporté el hecho de que él me mirara con tanta lástima. Así que hundí mi rostro en el agua enjabonada y me quedé allí hasta que no pude respirar. Al menos las lágrimas que salían de mis ojos, podrían fácilmente perderse en todo el jabón. Mi intención era quedarme allí abajo hasta que no sintiera ningún tipo de dolor, hasta que mi cuerpo dejara de importarme tanto, hasta que esté muerto.
Pero sentí la mano de Frank estirándome el cabello hacia arriba, quitándome del agua, haciendo que escupiera la que había tragado a propósito. Me miraba preocupado, aún sostenía con fuerza mi cabello, aunque no me dolía. Me dolía el hecho de que él estuviera desnudo y cerca de mi, me dolía el hecho de que aunque yo sabía que lo que sentía estaba mal y era abominable, aún quería hacerlo.
Quería besarlo.
Pero no lo hice, solamente lo empujé para que volviera a su lado de la tina y me dejara bañarme en paz.
Me miró sumamente herido, y eso fue lo que más me dolió.