Sin el monstruo punk.

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Algunas veces siento que la vida parece una competencia, como cuando te inscriben en la escuela para correr alguna maratón, solo porque la institución necesita representantes que limpien su nombre, y nadie es lo suficientemente atlético a decir verdad, y como si jugaran piedra, papel o tijera, te eligen a ti. Y entonces, estás en la línea, y ves a tus contrincantes, y ellos son altos y delgados, y sabes que se ven tan veloces, y que vas a perder, y entonces, aunque sabes eso, que vas a perder, estás obligado a correr de todos modos, estás malditamente obligado a correr, o a esconderte en los cubículos del baño, a vomitar por ansiedad, o por humillación. En mi caso, creo que a veces soy el que es obligado a correr, y a veces soy el que se oculta en el cubículo del baño, a vomitar o llorar. Pero sabía también, que algunas veces estaba tan cansado de correr y de esconderme, que ni siquiera sabía qué hacer; como si mis emociones se apagaran, o como cuando se te tapan los oídos y escuchas todo al fondo, en un sonido sordo que luego vuelve tan fuerte, que sientes que te van a sangrar los oídos.

      Mis calificaciones estaban de mal en peor, y ni siquiera podía dormir por las noches, mis tripas rugían de hambre y Ray y Michael no me dirigen la palabra desde hace semanas, en cambio, a la hora del almuerzo, me escabullo hacia la biblioteca hasta que el tiempo pase y llegue alguna clase que realmente sea de mi interés. Estoy tan apagado, que pareciera como si nada realmente pudiera hacerme sonreír de verdad. Donna tampoco me dirige la palabra, y a veces creo que también estoy cansado de Frank. Estoy tan repleto de pensamientos tristes, que me siento harto de mí mismo, de mi reflejo, de mi cuerpo y de mi voz, siento que vivo con fantasmas, que a veces mueven lo suficiente algún mueble, como para que note que están allí. Me siento erróneo y como si quisiera correr y perderme en el bosque cerca de mi casa.

        La otra noche soñé con Bert, el chico al que Bob y Jepha asesinaron, e incluso, yo también. Porque si viniera la policía justo ahora a tocar mi puerta, y confirman que estuve allí, y que incluso Frank lo estuvo, lo sabrán, y no habrá ninguna historia que yo pueda contarles sobre como estúpidamente me quedé parado en mi lugar y no hice nada para ayudarlo, o más bien, detenerlos. Así que creo que ese es otro fantasma que tengo que cargar. Por momentos, pensar en eso me hacía sentir tan débil, como si pudiera recostarme en cualquier sitio y dormir, pero al hacerlo, la imagen de Bert aparecía, él corría en el bosque y yo iba detrás, pero cuando él giraba el rostro, resultaba ser Frank, y yo no sabía por qué razón huía de mí.

       Pero en cuanto el sueño estaba por terminar, sentía que en realidad algo nos perseguía a ambos, y que por esa razón, los dos escapábamos.

       Me despertaba cuando el timbre que decía que el receso había terminado, sonaba. Caminaba por el pasillo vacío y buscaba mi casillero, allí siempre tenía una manzana y una pequeña botella de agua, para que el cansancio de no haber comido lo suficiente, no hiciera que me desmayara. Me preguntaba qué hacía Frank en mi habitación, mientras que yo estaba aquí, e imaginé que tal vez podíamos ir al bosque un día, como mañana, podría fingir que salí hacia la escuela y de todas formas Donna nunca lo sabría, a menos que de un día para otro su interés por mí despierte nuevamente. Esa idea había estado haciendo estragos en mi cabeza, y cuando una de mis clases coincidió con la de Jepha y Bob, ambos vinieron hasta mi mesa, me miraron como si fuera algún bicho raro y pensé "oh, al menos esto volvió a la normalidad", pero nuevamente, habían cambiado su expresión a una más sombría, como si tuvieran que decirme algo realmente importante, o como si al decirlo, tal vez debían matarme luego. 

    "Gerard, ¿recuerdas a Robert, no?" Jepha había preguntado en medio de una clase de historia, sonó casi en un murmullo, mientras que él recibía ambas miradas, la de Bob y la mía, asentí, un poco asustado por el cambio de papeles entre nosotros. "Bueno, resulta que... debemos esconderlo." 

    Parpadeé lentamente, contuve mi respiración y miré a Bob, no era una broma, estaba lejos de serlo, aunque deseaba que así fuera. No sabía por qué venían hacia mí con eso, no quería formar parte de nada. "¿Y por qué me lo dicen?"

"Porque estabas allí, y pensamos que como vives cerca del bosque..." Murmuró Bob, desde mi otro costado, casi como si hubiera puesto un peso sobre mis hombros.

"No." Dije, sonó más alto de lo que pensaba, incluso la profesora me estaba viendo, y otros compañeros. Mis mejillas estaban rojas y me puse de pie. "Profesora, debo ir al baño." Dije, necesitaba huir de ellos dos, de su escalofriante propuesta y sobre todo, necesitaba vomitar, ver a Frank y salir de aquí. 

mi monstruo punk. » frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora