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Las últimas dos semanas, Bob y Jepha no se alejaron de mi. Michael y Ray estaban extrañados y algo molestos, me preguntaban a menudo si había pasado algo y porqué no estaban enterados, pero negaba a todas sus preguntas. Jeph me acompañaba a todas las clases, incluso cuando no hacía falta, ¿de quién iba a temer si ellos eran los que me molestaban? Tal vez tenían miedo de que divulgara lo de la otra vez, ese recuerdo sin nombre en mi cabeza, no puedo pensar en ello sin sentirme culpable y sin sentir miedo. Aunque el miedo parece ser una de mis emociones preferidas, aunque claramente no puedo elegirlo. Tengo miedo de que Donna descubra a Frank, tengo miedo de lo que sea que se esconde en el bosque cerca de casa, tengo miedo de la extraña amistad de Bob y Jepha, tengo miedo de que un día lleguen policías a mi casa y me pregunten sobre ese chico rubio que murió frente a mis ojos, tengo miedo.
Se supone que es normal, todos los adultos dicen eso, "es normal que tengas miedo, es porque eres adolescente", lo dicen como si se tratara de una enfermedad. El almuerzo en la escuela nunca ha sido de mis momentos favoritos, al menos no desde este año. Ray y Michael ni siquiera me hablan, están en la misma mesa que yo, pero comen en silencio mientras que los miro, no me dirigen mucho la mirada, y sé que están molestos, puedo sentirlo. No me dieron su típica charla sobre eso de que no comer está mal, eso hace que me sienta incómodo, como si ellos quisieran que me vaya de su mesa, porque ya no se sentía como mía en absoluto, mis mejillas estaban rojas por la propia molestia, odiaba que fueran tan indiferentes cuando yo no les había hecho nada. Sentía que posiblemente iba a largarme a llorar si ellos volvían a murmurarse algo sin que yo pudiera escuchar.
"Chicos, ¿pasa algo?" Mi voz había sonado más temblorosa de lo que me hubiera gustado, sentía ese nudo molesto en la garganta, y luego ellos levantaron su vista, frunciendo sus ceños, como si yo fuera estúpido y solo hubiera imaginado su maltrato.
"No sé a qué te refieres, Gerard." Habló Ray, siempre condescendiente, miré a Michael, él solía ser más honesto y siempre decía cuando algo le molestaba, pero Michael aún no levantaba la vista.
"¿Michael?" Lo llamé, él suspiró y soltó con fuerza su tenedor sobre la mesa, mirándome mal, pero ablandando su mirada al ver mi rostro, me pregunté si tan mal me veía, si mi rostro de verdad expresaba el dolor en mi pecho.
"Con Ray, no entendemos porqué te juntas con ellos, Gerard. Hace unas semanas te molestaban y te amenazaban con molerte a golpes." Michael me miraba enojado y confundido, se había estirado ligeramente sobre la mesa para decirlo, no gritó, pero habló en susurros molestos y fue igual a como si hubiera gritado. Ellos también le tenían miedo a Bob y a Jeph, si ellos supieran lo que yo, lo tendrían aún más. Mordí con fuerza mi labio inferior, iba a responder cuando los vi entrar por la puerta de la cafetería, clavaron su mirada en mi, parpadeé un par de veces antes de levantarme y juntar la manzana de mi mesa y guardarla rápidamente en mi mochila, acomodando esta en mi hombro.
"N-no puedo decirles." Susurré, aunque no soné como Michael, soné asustado, como un cobarde. "Lo siento, chicos." Me alejé rápidamente de su mesa, no quería que Bob y Jeph persiguieran a Ray y a Michael por mi culpa, porque ellos podían pensar que yo les había dicho, cuando no era así, y podían golpearlos o hacerles algo peor.
Salí rápidamente de la cafetería, evitando pasar cerca de Jeph y Bob, aunque de todas formas sentía sus miradas en mi nuca, siguiéndome hasta que me perdieran de vista. Llegué a uno de los pasillos y recosté mi espalda contra el casillero, recordándome como respirar. Me dolía el estómago y las ganas de llorar aún no se iban.