el despertar del monstruo punk.

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 Mi cuerpo dolía, era consciente de cada parte de este, de mi estómago ardiendo demasiado, tanto que dolía respirar profundo, dolía abrir los ojos, mover los dedos de mis manos, todo mi cuerpo parecía estar entumecido, pero a la vez despierto, ¿el dolor era sentir? Hay quienes dicen que la felicidad es mucho más momentánea que la tristeza, pero que cuando estamos tristes, o adoloridos, es cuando más sentimos, más experimentamos, y yo estaba tan confundido ahora, ahora que mantenía los párpados cerrados por decisión propia, y porque sentía una fuerte luz del otro lado de estos. Luego el sonido del ambiente fue dejando de sonar como un eco absurdo en mi cabeza, oía voces y pasos; lo segundo que sentí fue un fuerte aroma a jazmines y a la vez desinfectante para el suelo, si me preguntaban, ese era el aroma de algún velorio, o del hospital, pero no quería tener a mis pensamientos alerta, no cuando mi cabeza dolía, como si mi cerebro estuviera hinchándose y topándose contra el cráneo, o algo así.

 Cuando creía que no podía dolerme nada más, fue cuando abrí los ojos y dolía hacerlo, veía un techo blanco y los rectángulos en este, luego un sofá individual en ese cuarto, una intravenosa conectada a mi brazo y la sombra de un par de personas, del otro lado de mi vista, hacia el lado que aún no me animaba a ver, cerca de la ventana, sé que estaban aquí, pero no recordaba muy bien qué estaba haciendo yo como para terminar en este lugar, ni tampoco por qué habían tantas personas en el cuarto, si las únicas personas en mi vida eran Frank y mi madre. Intenté ignorar la presencia de ellos, no quería verlos, pero ver mis brazos fue peor de lo que imaginé, tenía demasiadas cicatrices, me pregunté en qué momento me las había hecho, si fue un accidente, o si-

"¿Gerard?" Esa voz, era la de Donna, sonaba suplicante, como si hubiera estado llorando durante demasiado tiempo, volví a intentar recostarme mejor contra esa camilla, mi garganta ardía, así que supuse que no podría hablar, pero lo intenté aún así.

"¿Y Frank?" Mi voz sonó demasiado agrietada, necesitaba agua, busqué con mi vista por si había alguna botella cerca, pero no encontraba nada. "Agua."

"No puedes beber agua aún, por eso están suministrándote sueros." Habló otra mujer, se me hacía demasiado familiar, me resigné y terminé por acostarme de nuevo, la presencia de Donna estaba haciéndome sentir extraño, eso y que no preguntara quién rayos era Frank, porque claro que ella no debería saberlo.

"Frank vendrá pronto, Gee, fue a conseguir café para tu madre y para mí. Por cierto, Donna, deberías ir a descansar ahora que Gerard despertó." Ellas hablaban y yo no parecía entender nada, me sentí estúpido, porque esa era una información fácil de asimilar, pero no se sentía así, no las entendía en absoluto, ¿cómo que ambas conocían a Frank? ¿Qué hago acá? ¿Por qué tengo cicatrices? Volví a cerrar los ojos, esta vez manteniéndolos cerrados por más tiempo, pero un absurdo miedo comenzó a aparecer en mí, ¿qué tal si los abría y volvía a estar en el bosque? Los abrí, Donna y la otra mujer estaban hablando en el pasillo, la puerta estaba abierta, y entonces, Frank apareció. Mi pecho se agitó demasiado, y tenía miedo de que Donna lo viera, como si no fuera realmente normal. Vi como él les entregó sus vasos con café y vi también como abrazaba a Donna, luego como se giraba hasta entrar a la habitación, sus ojos avellana parecían estar sin brillo hasta que me vio, me sentí realmente pequeño y feo, como si quisiera escabullirme en medio de las sábanas y no salir hasta que él se fuera, porque ese Frank no se parecía en nada al que recordaba, y no sabía si eso era malo o bueno.

"Gerard, diablos, estoy tan feliz de que estés aquí." Dijo, dando un pequeño salto hasta sentarse a mi lado, mi instinto fue cubrir mis brazos, poniéndolos bajo la sábana, lo notó. Yo no entendía nada, y se suponía que debería, mis ojos me delataron, porque estaban llenándose de lágrimas y ni siquiera podía enfocar mi vista en él para ese entonces. Sentí mi nariz arder por el frío y las lágrimas que se avecinaban, pero solo pude limpiarlas antes de tiempo y volver a mirarlo. "Estuviste... dormido, por un tiempo. Por las- bueno, no sé si deba hablarte de eso aún, el doctor dijo algo sobre que vendría un psiquiatra en la tarde a hablar contigo, creo que es lo mejor, porque- bueno, podría abrumarte." Él no titubeaba al hablar, había llevado una de sus manos a la mía, por sobre la sábana, no pude negarle el contacto, aún sentía su cálida mano por sobre la tela. No podía hablar aún, aunque el nudo en mi garganta era más que molesto, estaba entendiéndolo de apoco, las cicatrices, el miedo, y la profunda preocupación de todos en esa habitación, ¿a caso todo este tiempo yo había estado en mi cabeza?

mi monstruo punk. » frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora