9

473 62 20
                                    

Dirigir empresas consumía mucho tiempo. Y aunque tenían siempre el derecho de vagar y dejar a cargo a sus más inferiores, simplemente no estaban bien ausentándose mucho tiempo.

Siguieron el proyecto como si su acontecimiento nunca hubiera pasado. Los juegos de cartas y los momentos en la lujosa casa del muchacho azabache... Eso prácticamente pasó a la historia, aunque ninguno de los dos quisiera eso. 

Sobre todo con lo ocupados que estaban, y en general muy separados ocupándose del videojuego y sus asuntos, no parecía ser algo que debía pertenecer a ellos ahora. Un asunto pendiente que solucionarían con una reunión entre ellos cuando hubiera tiempo para eso. 

Era viernes, último día de la semana, finalmente llenos de cosas y ansiosos todos los presentes por llegar al final. 
Estaban en una sala de juntas, presentando los problemas de programación, el presupuesto, la manera de mejorar y la beta que saldría en unos meses más, no tan lejano a como ellos pensaban. 
El corrillo de personas en la sala discutían sobre esto, y Wonwoo simplemente prestaba atención. Mientras tanto Kim estaba sentado junto a su padre, distraído y prestando atención no a la reunión sino que a un Jeon concentrado en la presentación de sus empleados. Parecía un imbécil intentando escrutar a un ser tan inescrutable como el presidente Jeon en su ambiente laboral. Un hombre erguido, con pensamientos bloqueados para quien siquiera intentara traspasar su consciencia. Conocía bien a aquella persona. Pero dentro de una oficina, parecía ser el misterio más grande del mundo y a la vez, una maravilla oculta de los historiadores. 
No había forma de no mirar a aquel empresario con otros ojos que los de un tiburón. 

—Okay, eso es todo.—Finalizó la presentación, apagando el proyector y finalmente abriendo las propuestas a voz alta. 

—¿Señores Kim, les pareció bien?—Preguntó Wonwoo, volteándose completamente.

El Kim menor ni siquiera había prestado una sola pizca de atención a la presentación. Estaba en la luna y sus ojos sólo estuvieron encima de aquella persona que ahora los interrogaba. 

—Bueno, me parece que un par de cosas se pueden corregir.—Agregó el mayor de la sala, padre de Mingyu.

—¿Cómo qué?—Pregunté el presentador. 

—Quizá las dinámicas. Si no me equivoco, y corríjanme si es así. Estas dinámicas son comunes en juegos. Y queremos hacer algo nuevo pero no complicado para el jugador. ¿No es así? 

Todos asintieron, y murmuraron como si el mundo se fuese a acabar con esto. Todos se callaron. Jeon agregó. 

—Ciertamente, el señor Kim tiene razón. Además, creo que la beta aparecerá antes de lo pensado. ¿No?—Miró al presentador, quien asintió.—Pero señor, Kim. Este juego lleva más progreso que su consola con la compatibilidad. No creo que sea buena idea cambiar todo. Yo juego mucho, y todos acá parecen ser igual que yo. Así que, me arriesgo a decir que las mecánicas y programación del proyecto no son tan comunes. Gastar más dinero y tiempo valioso de nuestros trabajadores sólo por su opinión, será una pérdida tanto para mi empresa como la suya. 

Todos se quedaron callados. La sonrisa victoriosa de Jeon llenó de impotencia al calmado Kim mayor. Mingyu miraba con ojos admiradores. Hicieron contacto visual, sabiendo que su opinión era más pesada y valiosa. 

—Y claro, tengo más ofertas si cree que nuestro proyecto no parece congeniar bien con su política y opinión propia. 

La reunión terminó tensa y con un silencio pesado. Nadie refutó sus ideas, pero seguro que Kim Songhyon, el mayor de los Kim, hablaría con su hijo. 

—Bueno, es difícil hacer negocios con el señor Jeon.

—Lo es.—Asintió Mingyu como si estuviese agradecido por saber eso. 

Dark Red.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora