8

485 65 24
                                    

Llegaron al trabajo, tarde, y con un ambiente tenso que haría todo el día de trabajo el doble de difícil. 
Por fortuna, el muchacho de cabellos negros ocupaba un suéter de cuello alto, el cuál ocupó estratégicamente para ocultar el par de agujeros que de regalo le había dejado el muchacho con el que había hecho más negocios de los que debería haber hecho. 

Jeon estaba en su escritorio, acostado sobre este mismo y con los ojos cerrados. Se sentía fatigado, como si le hubiesen quitado barras de energía de su totalidad. No se sentía completamente estable como para hacerse cargo de un día de trabajo, sin duda. 

La puerta se abrió, era Kim. 

El presidente de aquella oficina y edificio exigió no recibir visitas si no se trataba de algo urgente. Y sólo dejaba entrar a Seungkwan y Kim. Quienes sólo preguntaban por su estado. 

—Hey, Wonwoo.

—¿Qué es lo que quieres, idiota? 

—Oye, relájate. Yo no te obligué a nada.

El fatigado hombre levantó sus ojos, mirando con una seriedad que hizo temblar a Kim. Sabía que él era más fuerte que aquel presidente. Pero sin duda no quería probar un duelo de miradas con él. 

—No me dijiste que me iba a sentir así. 

—Nunca he tenido una relación con alguien así. No sabía que producía este tipo de fatiga.—Un sonido de plástico y aluminio azotó el escritorio del muchacho acostado sobre el escritorio.—Una barrita de proteínas, espero te sientas mejor. 

—No te vayas. 

Mingyu se quedó estático, soltando un suspiro, y tomando asiento en frente del escritorio de Jeon. Vio las cosas que habían en aquel puesto. Una foto de su madre y suponía que de su hermano, los tres se parecían mucho, pero sin duda había sacado también rasgos de quién sea que fuese su padre, hombre que por algún motivo que Kim desconocía, no estaba en aquella foto. Un objeto metálico que decía CEO. Un par de lápices, unas notas adhesivas, y por último una carpeta gruesa llena de papeles y un teléfono a un lado. Su escritorio era limpio como todo lo relacionado con él. 

—¿Cada cuanto tienes que hacer esto?—Preguntó Wonwoo, señalando su propio cuello. 

—Cuando es directa, puedo pasar varios días. Cuando son muestras sólo un día o poco más.—Mingyu respondió, aunque Jeon no parecía prestar mucha atención.

—Regenerar sangre demora semanas. ¿Sabes?

—Lo sé. Pero solo necesitaré pequeñas mordidas. Esta fue una excepción.

—¿Excepción?—Preguntó Jeon levantando su cabeza, frunciendo el ceño. 

—Bueno... No he bebido directamente hace dos años. Puede ser que me haya sobrepasado un poco más de lo debido. Lo lamento. La próxima vez no te sentirás así de fatigado y débil. Fue sólo esta vez. 

Wonwoo con todas sus energías, se levantó, ronqueando, rodeó el mueble, y con el ceño fruncido y la mano alzada, abofeteó la mejilla de Mingyu. Volteó su rostro, incluso si en juicio del presidente, merecía un puñetazo en vez de una abofeteada. Jeon se dio cuenta de que uno, no tenía muchas energías, y segundo, iba a ser evidente un puñetazo en la oficina. El moreno no dijo nada, bajó un poco la cabeza y dejó arder su mejilla. Se limitó a que el sonido de la abofeteada fuese suficiente para calmar el humor del muchacho que había producido el fuerte sonido. El cuál sin duda rebotó por la gran oficina. 

—Lo siento mucho. Podemos romper el trato si quieres. 

El azabache no tenía ganas de escucharlo. Sus piernas flaqueaban y la vista hacia Mingyu parecía incluso más borrosa que antes. Sentía ganas de llorar. ¿Por qué? 

Dark Red.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora