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—Lo siento señor, me parece que su compartimiento fue reservado por alguien más.—Dijo un chico de cabellos castaños claros, con una tableta moderna en sus manos y rostro preocupado. Llevaba un traje negro, clásico con camisa blanca. Nada destacable a comparación de su "señor".

—Ugh, es por esto que debería reservar las cosas desde casa. Esto es una pérdida de tiempo.—El hombre más alto gruñó.

Wonwoo miraba toda la escena como un tercero más, sin ser tomado en cuenta. Estaba sorprendido, había incluso cerrado su libro. Mientras el tren seguía el tramo de más de dos horas de viaje.

—¿Señor? ¿Podría compartir el compartimiento con él?—Dijo el muchacho con el aparato electrónico.

—Sí, supongo. No tengo problema.—Wonwoo en contraste de ambos, llevaba prendas mucho más sencillas.

Una camisa blanca metida en pantalones de tela caros, zapatos negros, lentes circulares con toques plateados y un poco de maquillaje en los ojos. Algo sencillo pero lleno de gracia.

—Lo siento por la ineptitud de mi asistente.—Afirmó el más alto, sentándose frente a Wonwoo y quitándose el gran abrigo.

—Oh, no pasa nada. Hay espacio para tres.—Negó sin tomarle mucha importancia.

El asistente luchaba por acomodar la maleta cara de su jefe, para luego sentarse a un lado del más alto de mechones castaños oscuros, moreno y elegante como todo centímetro que alguien pudiese ver.

—¿Cuál es su nombre? Me pareces conocido.—Rompió el silencio el hombre de traje bermellón.

—Oh, Jeon Wonwoo. ¿Usted?—Dijo Wonwoo extendiendo su mano y dejando su libro en la libre.

—Kim Mingyu, el inepto de aquí es Boo Seungkwan. Un gusto.—Estrechó la mano el apellidado Kim.

Pronto el silencio en el compartimiento se llenó de sonidos en la tableta del más pequeño entre los tres, Mingyu jugando con anillos mientras miraba hacia afuera y un incómodo Wonwoo leyendo aquel libro en el que no se podía ni concentrar.

No hablaron por mucho tiempo, pero el azabache se sentía en la obligación de romper el grueso hielo que había en aquel sitio. Mientras miraba el paisaje de reojo, como si este lo fuese a devorar. Temía conectar miradas con aquel intimidante hombre. ¿Por qué lo intimidaba tanto? 
Nunca se había sentido tan pequeño, tan insignificante y vacío de poder. Nunca. Él era quien siempre hacía sentir eso a los demás, no viceversa. Estaba un poco asustado, sentir cosas nuevas luego de tanto tiempo era algo que en este caso... No era nada grato. 
¿Cómo iba a pelear por poder con un hombre grande, corpulento y sin duda poderoso por inercia? Claro que no podría. No tenía opción por él mismo. 

Wonwoo se sentía acorralado. 

—¿Qué lo trajo por estos sitios?—Preguntó con voz ronca el hombre alto, dejando de jugar con sus anillos y dirigiendo la mirada hacia su frente, donde se ubicaba el preguntón Wonwoo. 

—Hace tiempo quería venir a Europa.

—¡Oh! Un hombre de cultura.—Asintió el hombre con una sonrisa. Nuevamente sus filosos colmillos no dejaban más tranquilo a Wonwoo. 

—Sí... Lo he disfrutado mucho pero debo irme a casa de nuevo. Tengo cosas a las cuales atender. 

—¿A casa? Con razón te me haces conocido. Eres el hijo de la mujer exitosa Jeon. ¿No?

Wonwoo se quedó callado, asintiendo y sintiéndose incluso más nervioso, tragando saliva con dureza y desviando la mirada a la ventana. 

—¿Y usted por qué está aquí?

Dark Red.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora