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Asustados por el cambio del título de su relación, ambos pasaban menos tiempo en oficina, y más tiempo fuera. 
Ya no trabajaban tan codo a codo, y aunque en cierta forma era buena señal porque significaba avance en el proyecto y trabajo que llevaban unos pocos meses, les ponía triste pasar incluso días enteros sin poder verse y sólo enviando mensajes. 

Era un miércoles cualquiera. Uno muy aburrido y gris. 

El cielo estaba nublado y la lluvia fue impresionantemente copiosa. 

Estaban en una junta con el área de publicidad, hablando del método de promoción que conseguirían cuando el juego estuviera al manejo público. Wonwoo y Mingyu estaban sentados codo a codo, y el señor Kim no se encontraba, debido a su retiro y demás, poco a poco iba a la oficina cada vez menos. Y Mingyu iba bien en cuanto al manejo, era su prueba de fuego. 

—Y debido a que el juego es de la corporación del Sr. Kim, creo que el manejo de la publicidad esta casi al completo cubierto. 

Personas en traje, dos hombres que tenían prohibido compartir sentimientos, y sus cuerpos unidos pero separados al mismo tiempo.

Una hora después la reunión había dado a término. Jeon se levantó de los primeros, y tomó su móvil, marcando un número rápidamente. Kim habló con la directiva del área en lo que Wonwoo estaba visiblemente ocupado. 

—¿Bohyuk? ¿Qué pasa?—Asintió, y se apoyó en la pared, justo al lado de la entrada a la sala de reuniones.—¿Y necesitas algo? ¿Estás seguro? Bien, bien, ya iré al banco esta semana, no te preocupes. 

La llamada se cortó, suspiró pesado y guardó su móvil en su chaqueta. Todos habían salido y la única presencia dentro de la sala era Mingyu, quien borraba las cosas de la pizarra y esperaba a su amante. 

—¿Estás bien?—Preguntó Kim, aún de espaldas.

—¿Cómo supiste que había entrado?

—Seré medio vampiro pero tengo mis cosas.—Rió, dejando el borrador. Ambos se sonrieron.—Te ves decaído, ¿Pasó algo?

—Hoy desentubaron al hijo de Jina.

—¿Mejoró? 

—No lo sé. No tengo detalles. No sé si quiero saberlo tampoco.—Wonwoo negó, y se dejó caer en una silla de escritorio, mirando por la ventana del sitio. Suspiró pesado. 

—Vaya, lo siento.

—No hay que pedir perdón por algo que no hicimos.—Hizo una mueca, y miró a Kim, quien tenía ojos preocupados.

Se quedaron callados, el mayor en estatura se sentó en una silla a su lado, y suspiró pesado, mirando a Jeon, quien apoyaba todo su cuerpo en el asiento. Ambos se miraron largos segundos. Y Kim sonrió más ampliamente de lo que hubiese querido. 

—Sé que te veo siempre en traje, pero joder, te ves hermoso en ropa informal también.—Susurró Mingyu, apoyando un codo en la mesa para poder verlo correctamente de pies a cabeza, mordiéndose el labio inferior. 

—A mi me gustas más cuando no tienes ropa.—Jeon se encogió de hombros, riendo por lo que había dicho y escuchando la tardía risa de la compañía a su lado. 

—Eres un idiota. 

—Un idiota que te gusta. 

—Un idiota que me gusta mucho, correcto.—Kim besó su mejilla antes de levantarse.—Relájate, tómate el resto del día si así lo necesitas. 

 Y el día terminó como el paso de una bala. No se volvieron a ver hasta que ambos fueron hasta el estacionamiento juntos, y se subieron al auto de Mingyu, quien había propuesto salir juntos y disfrutar de una cena en casa.

Dark Red.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora