Capítulo │4│

367 51 2
                                    

Recordaba claramente cuando fue la primera vez que su padre lo golpeo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Recordaba claramente cuando fue la primera vez que su padre lo golpeo. Se había comido uno de los postres que serían servidos en la festividad que se celebraba. 

El cumpleaños de su hermana mayor.

Tenía tanta hambre que fue lo primero que vio y no pudo contenerse, con apenas 6 años fue golpeado por su padre, y fue considerado: un simple castigo.

Uno que lo dejó una semana entera en cama porque no podía levantarse por el dolor en todo su cuerpo. Aun sentía los azotes que le dio con el látigo de cuero. Su madre lloraba porque no podía hacer nada, ella era encerrada cada que su hijo era golpeado, no la dejaban interferir. Sus gritos se escuchaban por todo el castillo.

¡Basta! ¡Déjalo ya!

Eran las palabras que siempre decía. Y aun así no se detenían, no la escuchaban por más que rogaba.

Su niño bonito estaba siendo lastimado.

Él no era el culpable de todo lo que había sucedido, pero aun así lo castigaban, se desquitaban con él.

En la actualidad seguía sucediendo lo mismo, pero lo único diferente era que su madre ya no lloraba, ya no gritaba. Ni tampoco estaba para curarlo.

─ ¡Tenías prohibido salir de la habitación! ─ un golpe más pica en su espalda. ─ Te gusta desobedecer mis ordenes ¿verdad?

Para ese momento Wooyoung ya casi no sentía el dolor en su espalda. Pero eso no impedía que un par de lágrimas se escaparan de sus hermosos ojos.

─ Eres un maldito bastardo. Tu madre era igual que tú, pero bastaron un par de buenos golpes para que dejara esa actitud que no lograba nada más allá de aborrecimiento.

Quería gritar, pero no podía. Faltaba poco para que los latigazos acabaran, debía soportar un poco más.

No sabía hasta cuándo podría hacerlo.

Se encontraban en las mazmorras bajo el castillo, eran oscuras y tenebrosas. Nunca fueron usadas y es por lo que se ven tan viejas y desgastadas. Pero eso no impedía que el rey Ji Cheol castigara al pequeño príncipe por cosas insignificantes en ese lugar.

─ El príncipe San de Wonderlad estará aquí durante tres meses. ─ dice mientras enrolla el látigo. ─ Ni se te ocurra dirigirle la palabra. No te cruces en su camino, y por tu bien espero que acates esta orden.

Asiente con pesadez.

─ ¡Responde!

─ Sí, rey Ji Cheol. ─ su voz suena un poco ronca por las veces en las que quiso gritar y no podía, porque sería peor.

Sin más que acotar, el rey camina a la salida del lugar.

Woo tenía en cuenta que debía pasar al menos una hora encerrado, no podía escapar por más que quisiera, pues el rey dejaba puesto candado por fuera. Así que no le quedaba de otra.

De pequeño tenía miedo.

Ahora ya no lo tiene.




Para San, el castillo era demasiado grande para las pocas personas que habitaban ahí. Al menos en Wonderlad, en el pasado se podía escuchar a los sirvientes de un lado a otro, se escucha algún instrumento siendo tocado por su madre o por su padre. En ese entonces, Wonderland se sentía un lugar seguro, ahí se sentía en casa.

En cambio, Utopía no era ni un poco de lo que se decía. La armonía no se siente. Todo le da escalofríos, y no se siente para nada bien estar bajo ese techo.

Caminaba por los pasillos buscando a alguno de los sirvientes que le pudiera ayudar con un papel, necesitaba enviar una carta a Rusia, pero eran tan poco los que trabajaban ahí que no se había topado con ninguno.

Antes de poder girar por el siguiente pasillo, un cuerpo pequeño choca contra su pecho. Era el joven que había interrumpido la reunión aquella mañana. Estaba sudado, con las mejillas sonrojadas y sus ojos acuosos.

Iba a preguntarle si estaba bien, pero, el joven inclina la cabeza y emprende camino otra vez, sin embargo─

─ Estás lastimado. ─ la voz del príncipe lo detiene. ─ Yo...yo buscaré a alguien que le ayude.

Wooyoung gira inmediatamente hacia el negando con rapidez.

─ ¿No? ─ empieza a frustrarse un poco cuando ve que el joven no le responde con palabras.─  Puedes responder al menos.

─ No, no busque  a nadie, por favor. Yo puedo solo.

─ Joven...

Niega otra vez y corre a su habitación sin despedirse. No quería otro problema con su padre. Era mucho por ese día.

─ Todos aquí son tan raros. ─ murmura. ─ ¿Sabrá al menos que su ropa esta manchada de sangre?

Era una pregunta estúpida.

Sigue su camino, pero antes de llegar a su destino es interceptado por la princesa Jiwoo.

Quería evitarla todo lo que más pudiera, pero al parecer no va a hacer nada fácil, no mientras vivan bajo el mismo techo.

─ Príncipe San. ─ se inclina con delicadeza, tal y como su institutriz le había enseñado. ─ Lo busque en su habitación pero al parecer no se encontraba.

No me digas.

─ Disculpe, he estado buscando a alguien que me ayude. ─ responde con seriedad. ─ Con su permiso.

Intenta avanzar, pero es detenido con la mano de ella sobre su brazo, odiaba que lo tocaran. ─ Puedo ayudarlo, si me lo permite.

No gracias.

─ Si es tan amable princesa. ─ con disimulo quita la mano de su brazo. ─ Necesito un hoja y tinta.

─ Sígame.

La princesa emprende su camino con sensualidad, y ese caminar tan delicado era otra de las cosas que había aprendido en sus clases de "como ser una señorita que complace en lo que quiera a su futuro esposo". La dignidad de las mujeres en ese entonces estaba por los suelos.

Intentaba llamar la atención del príncipe. Pero, estaba fracasando y no se daba cuenta, pues el apuesto príncipe la seguía con su mente en otro lado.

Su mente estaba ocupada en otra persona.

Y es por eso que no se daba cuenta del bonito vestido que arropaba el cuerpo de la delicada princesa, ni del como el corsé diseñado por su costurera personal formaba su fina cintura.

No le interesaba.







Sky_Shippers.

🍃🍁

UTOPIA || WOOSAN/SANWOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora