Part. 2 Capitulo 18

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Después de pasada una hora y media, el camino comenzó a ascender. Spica y Harry ya se encontraban cansados, pero ambos se encontraban emocionados de poder llegar a Honeydukes, por lo que jadeantes ambos aceleraron el paso.

Diez minutos después, Spica se topó con una escalera de piedra que se perdía en las alturas. Por lo que Harry se adelantó a ella, y procurando no hacer ruido, comenzó a subir. Detrás de él comenzó a caminar Spica; Cien escalones, doscientos... perdieron la cuenta mientras subían... luego, de improviso, la cabeza de Harry dio en algo duro. Parecía una trampilla. Miró a su amiga y esta solo le señalo para que se asomara. Muy despacio, levantó ligeramente la trampilla y miró por la rendija.

Al salir de la trampilla se encontraron en un sótano lleno de cajas y cajones de madera. La puerta de la trampilla se disimulaba tan bien en el suelo cubierto de polvo que era imposible que nadie se diera cuenta de que estaba allí. Ambos anduvieron sigilosamente hacia la escalera de madera. Ahora ya escuchaban voces, además del sonido de una campana y el chirriar de una puerta al abrirse y cerrarse.

Mientras se preguntaban que harían, oyeron abrirse otra puerta mucho más cerca de él. Alguien se dirigía hacia allí.

-Y toma otra caja de babosas de gelatina, querido. Casi se han acabado-dijo una voz femenina.

Un par de pies bajaban por la escalera. Spica toma de la mano a Harry para que se ocultaran tras una montaña de cajas y las ponía contra la pared de enfrente. Tal vez no se presentaran otra oportunidad...

Con rapidez y sigilosamente, salieron del escondite subiendo por la escalera. Al mirar hacia atrás vieron un trasero gigantesco y una cabeza calva y brillante metida en una caja. Spica estaba a punto de soltar una carcajada cuando Harry le tapó la boca con la mano y la arrastró para que llegaran a la puerta que estaba al final de las escaleras, empujo a su amiga para que pasara antes que el. Al salir se encontraron con el mostrador de Honeydukes. Se agacharon, para salir a gatas sin ser vistos y luego se volvieron a reincorporar. Honeydukes se encontraba abarrotado de alumnos de Hogwarts que nadie se fijó en ellos. Pasaron por detrás de ellos, mirando a su alrededor; Spica tuvo que jalar a Harry ya que se había detenido en un punto de la tienda. La tienda estaba llena de estantes repletos de los dulces más apetitosos que se puedan imaginar. Ahí se encontraban todos los dulces de los que sus amigos les habían hablado.

Mientras que Harry se encontraba admirando el lugar, Spica trataba de hallar lo más rapido posible a sus amigos o a Cedric ya que no podría soportar estar tanto tiempo rodeada de azúcar que no debería de comer a pedido de su padre. Ambos chicos se encontraban debajo de un letrero que decía "Sabores insólitos". Le dio un leve golpe en su brazo para que ambos fueran a hurtadillas por detrás.

-Uf, no, Harry no querrá de éstos. Creo que son para vampiros, pero podríamos llevarle algunos a Spica creo que le gustarían a Arminda-decía Hermione.

-¿Y qué te parece esto para Harry?-dijo Ron acercando un tarro de cucarachas a la nariz de Hermione.

-Aún peor-dijo Harry-. Pero yo aceptare los dulces de sangre para Arminda-continuo Spica.

A Ron casi se le cayó el bote.

-¡Chicos!-gritó Hermione-. ¿Qué hacen aquí? ¿Cómo... como lo han hecho...?

-¡Ahí va!-dijo Ron muy impresionado-. ¡Han aprendido a aparecerse!

-Por supuesto que no-dijo Spica. Bajó la voz para que ninguno de los de sexto pudiera escucharla y les contó con ayuda de Harry lo del mapa del merodeador.

-¿Por qué Fred y George no me lo han dejado nunca? ¡Son mis hermanos!

-¡Pero Spica y Harry no se quedará con él!-dijo Hermione, como si la idea fuera absurda-. Se lo entregaran a la profesora Mcgonagall. ¿A que sí, chicos?

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