Prólogo

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Jimin se encontraba llorando y caminando solo, por las calles de aquel frío y desconocido lugar, llamando a su familia, la cual no veía por ningún lado.

- ¡Mami! ¡Jinnie! ¡Hobi! - maullaba sollozo el pequeño manx calico, pero no recibía respuesta alguna. - ¿Por qué me dejaron aquí solito?

FLASHBACK

En la cima de una pirámide en el desierto, bajo la resplandeciente luna llena, se encontraban tres gatitos sentados silenciosamente frente a su madre, quien se encontraba sentada sobre una gran roca.

- Mis pequeños mininos, ha llegado el momento de separarnos. - se lamentó la gran maine coon negra de ojos amarillos.

Los gatitos quedaron en shock ante las palabras de su madre, hasta que aquel sepulcral silencio fue interrumpido por el grito del más pequeño.

- ¡¿Por qué dice eso, Mami?! - preguntó alterado el pequeño manx calico, con sus ojos llenos de lágrimas.

- ¡¿Mamá, por qué quieres dejarnos?! - preguntó quejoso ahora el gatito persa de color naranja-rojizo, llorando al igual que su hermanito más pequeño, ambos eran un mar de mocos y lágrimas. - ¡¿Qué hicimos mal?!

- Hoseok, Jimin, esperen un momento, cálmense, por favor. Debe de haber una razón para todo esto. - trató de calmar el maine coon blanco a sus hermanos menores. Cuando estos se calmaron un poco, este se dirigió a su progenitora. - Madre, por favor, explíquenos, ¿a qué se refiere con separarnos y por qué?

- Tienes razón, Seokjin. Por supuesto que hay una razón para todo esto, hijos míos. - dijo la felina observando con gran tristeza a sus crías. Aunque sentía morirse por dentro al tener que separarse de sus bebés, tenía que hacerlo. - La razón por la que debemos separarnos, es por el bienestar de todos nosotros, mis pequeños.

>>Debo volver a lado de su abuelo, ya que hay un ser malvado que quiere hacerle daño, y yo debo estar con él para protegerlo, es mi deber y obligación.

- Pero Madre, si usted se va con el abuelo, ¿qué será de nosotros? - preguntó Jin

Y este que veía como Hoseok y Jimin sollozaban en voz baja, con sus cabezas agachadas y sus orejitas hechadas hacía atrás. A Jin le dolía el pecho al ver el estado de sus hermanitos.

- Ustedes, por órdenes de mi padre. . . deben ir con los humanos. . .

Lágrimas silenciosas se le escapaban a la Diosa Bastet, quien agradecía estar lo suficientemente lejos, para que sus hijos no las notaran.

La Diosa Bastet se aclaró la garganta, tratando de deshacerse del nudo que en ella se había formado, y que amenazaba con hacer flaquear su voz.

- Deben encontrar pareja antes de que llegue su primer celo. Cómo recién cumplieron un año y tres meses, aún tienen un poco de tiempo, para buscar minuciosamente a su futura pareja.

- Pero Mami, ¿cómo sabremos que encontramos a la persona correcta? - preguntó Jimin, limpiándose las lágrimas con sus pequeñas patitas peluditas. - ¿Y si nos equivocamos?

- ¡¿Qué sucederá si escogemos mal a nuestra pareja, Mamá?! - preguntó Hoseok, asustado y un poco alterado. - o peor aún, ¡¿y si nunca le encontramos?!

- Tranquilos mis pequeños, confíen en sus instintos, ellos los guiarán. - les dijo la Diosa Bastet con voz suave y cariñosa. - Y además, ¿por qué esa actitud tan pesimista, Hoseok?

>>¿Dónde quedó mi pequeño rayito de sol? ¿Dónde está ese pequeño con la sonrisa más radiante del mundo, el que le busca el lado positivo a todas las cosas? - preguntó la Diosa con una sonrisa un poco triste, y su cachorro solo acertó a bajar la cabeza, entristeciendola aun más.

- Le prometemos que lo haremos bien, Madre. - decretó Jin.

Los tres gatitos se observaron mutuamente, después se voltearon ante su madre y asintieron lentamente.

La Diosa Bastet sabía que sus hijos no estaban del todo de acuerdo, incluso sabía que Jin estaba en contra, pero también sabía que éste se haría el fuerte, solo para que Hoseok y Jimin no flaquearan junto a él.

Al contrario, Jin era fuerte para que sus hermanitos también los sean.

- ¿Y cuándo nos separaremos, Madre? - preguntó Jin, tratando de ser valiente, y para aprovechar al máximo el tiempo que les quede juntos. Pero no contó con la inesperada respuesta de su madre.

- . . . lo haremos hoy mismo. . . a la media noche. . . - respondió la Diosa Bastet, observando como a la luna le faltaba poco para llegar a su punto más alto.

Ésta sintió un fuerte dolor en el pecho al saber que no le quedaba mucho tiempo junto a sus hijos.

- ¡¿QUÉ?! - gritaron unísono los tres gatitos con lágrimas en sus ojos.

- ¡Mamá, no! - gritó Hoseok llorando desconsoladamente, viendo la luna. - nos queda menos... de media hora... Mamá...

- Por eso ahora necesito que me presten mucha atención. - exigió la Diosa con pesar.

Lentamente la Diosa Bastet se bajó de la gran roca en la que se encontraba sentada, y fue hacia donde estaban sus mininos.

Cuando ya estuvo junto a ellos se transformó en una hermosa mujer alta, de corta cabellera negra, con orejas y cola de gato del mismo color, y de ojos amarillos.

Una imagen de como se vería la Diosa Bastet

- Primero; si nos volveremos a reunir mis amores, lo haremos en unos meses, durante el eclipse de la Luna de Sangre

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- Primero; si nos volveremos a reunir mis amores, lo haremos en unos meses, durante el eclipse de la Luna de Sangre.

>>Segundo; solo sus parejas podrán saber que se pueden transformar. Absolutamente nadie más debe saber que pueden cambiar de forma.

>>Por su propio bienestar deben mantenerlo en secreto, si alguien más se entera pueden correr peligro, no confíen ciegamente en cualquier persona,

>>deben ser muy cautelosos, ¿de acuerdo? - les preguntó la Diosa a sus hijos y estos asintieron. - Tercero; cuando entren en celo, manténgase en su forma humana y permanezcan en casa,

>>y si llegan a quedar en cinta, jamás salgan solos y mucho menos de noche. Y por último, cuídense mucho y nunca se olviden de que los amo, mis pequeños bebés.

- ¡Nosotros también la amamos! - dijeron unísono los tres gatitos.

De inmediato cambiaron a su forma humana y saltaron a los brazos abiertos de su madre, para un gran abrazo familiar.

De repente se escucho el sonido de un sistro, y los pequeños cayeron dormidos en los brazos de su progenitora, e inconcientemente regresaron a su forma gatuna.

Al voltear la Diosa Bastet vio a su padre en su arca solar, lo cual la sorprendió mucho. Y le preguntó a su padre:

- ¿Por qué está aquí, Señor Padre?

- He venido a buscarte y, también he venido a sacar a mis nietos de estas tinieblas. - respondió seriamente el padre de la Diosa Bastet.

Sin pensarlo dos veces la Diosa, subió a sus hijos al arca solar de su padre, y mientras atravesaban el cielo en esta, la Diosa Bastet con lágrimas en sus ojos y el corazón roto, iba dejando a sus hijos en lugares donde creía que estarían seguros, hasta que despertaran y empezarán su camino por cuenta propia.

END OF FLASHBACK



















Los Hijos de la Diosa Bastet: KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora