capítulo 3

28.4K 1.8K 985
                                    

Maldita y estúpida borracha que soy, si ayer no hubiera estado tan ebria me hubiera dado cuenta que el rostro de Ryan aparece en todos los cuadros que decoran las paredes de la elegante casa.

Intento respirar con tranquilidad pero eso es lo último que tengo en estos momentos.

Siempre había sido él quien bajaba la vista cuando me veía pasar, ¿Porque ahora iba a ser diferente?

Muerdo la parte interior de mi mejilla y decido mirarlo a la cara.

Error.

Era obvio que ahora, dos años después todo iba a ser diferente. Él había crecido mucho, su cuerpo y rostro había cambiado drásticamente y en sus ojos negros ya no había miedo si no que me observan como si yo no fuera la gran cosa, como si tenerme delante fuera insignificante.

Intento poner mi peor cara pero solo me sale una mueca rara, había esperado este momento por un largo tiempo. En mi mente tenía todo el diálogo aprendido de memoria sobre lo que debía decirle para disculparme, pero en aquel momento teniéndolo de frente mi cerebro colapsó.

—Savannah.—dice y juro que mis piernas comenzaron a temblar.

Mi nombre en su boca sonaba bien, demasiado bien.

—Ryan—respondo.

Sus ojos bajan por mi cuerpo y la vergüenza se apodera de mí, aún tengo puesta esa remera negra que me había prestado Kale la noche anterior, ¿Era suyo o era de otro hermano?

—Es mía.—dice mirando directamente la única prenda que llevo puesta.

—Si... Kale... él me la prestó...—balbuceo.

Una mueca de desagrado aparece en sus labios— Pues, quitatela. No quiero que se le peguen tus gérmenes.

Trago en seco y me quedo perpleja ante su petición, no podía salir a la calle en ropa interior o mejor dicho no iba a hacerlo.

—Discúlpame pero no voy a sacarme la remera ahora—respondo y siento como mi voz suena más segura de lo que imaginé—Y por cierto el de los gérmenes eres tú, que recuerde no era yo quien no se bañaba en la secundaria.

Y ahí estaba la vieja Savannah, siendo odiosa y detestable.

Una sonrisa cargada de malicia aparece en sus labios, claro estaba buscando sacar lo peor de mi y acababa de conseguir que actuará como una imbécil diciendo aquello último.

—¿Qué pasa que ya no estás pidiéndome disculpas como lo hiciste aquel día en el baño?—sus palabras no son más que burlas.

Los recuerdo de la última vez que lo vi asaltan mi mente, había entrado al baño de hombres luego de ver salir a dos chicos con la manos llenas de sangre.

<< —Ryan... —lo llamé pero él solo sollozo de dolor, la herida estaba sangrando demasiado.

—No, vete. ¡No quiero verte!—gritó.

Habían pasado diez días desde que leí aquella carta delante de todos, esos diez días fueron los peores de mi vida. Ver como todos se burlaban de él por lo idiota que había sido yo me partía el alma, Ryan no se merecía todas esas burlas, golpes e insultos.

—De verdad, lo lamento. Yo... yo te quiero y no quiero que nada te pase— murmuro.

Me arrodillo delante suyo para ver qué tan grave es la herida que tiene pero él no me permite tocarlo.

—¿Sabes porque me hicieron esto?—yo niego con la cabeza— Por tu culpa, Savannah, ¡Porque pones delante tu vida social antes que tus sentimientos!

Besos sobre tu tumbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora