A veces hubiera preferido no conocerlo, no haberle mandado ese primer mensaje que lo comenzó todo, no haberle hablado los días que el mundo se me caía encima o cuando rebosaba de felicidad porque de esa manera él ahora no estaría mirándome con los ojos entrecerrados y pasando su mano izquierda por su barbilla como si supiera a la perfección lo que me ocurre.
Las cosas habían cambiando demasiado, si, pero la forma en la que él sabía leerme parecía no haber cambiado en absoluto. Ryan solía ser muy observador, miraba detalles que la gente normal pasaba por alto y por eso desde un principio había llamado mi atención.
Una punzada de dolor aparece en mi pecho al recordar lo horrible que fui aquel día leyendo la carta delante de toda la cafetería.
Ryan se pone en pie haciendo que vuelva a la realidad, él ya no era ese chico flacucho al cual cualquiera podía pisar, ya no bajaba la mirada con timidez cuando lo mirabas por unos segundos más de lo debido y sobre todo había dejado de lado su apariencia de chico desastroso e inseguro para remplazarla por una muy diferente. El pelo blanco como la niebla, los ojos oscuros como la noche y la sonrisa de dientes perfectamente alineados jugaban un gran rol en esta nueva fase suya.
—¿Que mierda te ocurrió?— Vuelve a preguntar.
Antes de responder suspiro con lentitud.
— Un borracho idiota se tiro sobre mi.— le cuento pasando por alto el hecho de que el borracho idiota me tocó los pechos si mi consentimiento y luego casi muero aplastada.
Ryan entrecierra los ojos y luego aparta la mirada.— Que imbécil— murmura— ¿Te hizo daño?
Abro la puerta del edificio y él entra detrás de mí.
— No,— respondo.
Camino hasta las escaleras pero antes de pisar el primer escalón me lo quedo viendo. ¿A que demonios estaba jugando y que es lo que hacía aquí?
Sus últimas palabras aún queman mi mente, dijo que me destruiría, que estar de vuelta conmigo era lo último que deseaba pero sin embargo aquí está. Mirándome fijamente con un brillo de nostalgia en esos hermosos ojos negros que tanto me gustaban.
— ¿Porque estás aquí?— pregunto sin rodeos.
— Estaba esperando a que llegarás, se suponía que iba a ser una sorpresa pero nada salió como lo esperaba.— Explica.
— ¿No ibas a ir por mi al trabajo?
— Quería que creyeras que te había dejado plantada.— Confiesa con simpleza— Para que veas lo que experimente todas esa veces.
Aprieto mis labios con fuerza, le doy la espalda y comienzo a subir las escaleras.
No podía decirle nada habían sido demasiadas las veces que yo lo había dejado plantado a él, no había sido apropósito pero eso seguía sin justificar mis acciones.
<< Las calles están completamente oscuras debido a que la luz que dan los faroles es muy escasa, siento los nervios a flor de piel y no puedo evitar mirar para ambos lados para comprobar que nadie me este viendo.
Respiro profundamente, saco mi celular del bolsillo y sin pensar lo llamo.
— Hola, ¿puedes salir?— digo cuando escucho su voz del otro lado de la línea.
— No, hace frío— responde cortante.
Trago saliva mientras la culpa invade mi corazón.
— Camine media ciudad para venir hasta aquí.— digo pero dudo mucho que haya oído lo que dije ya que la comunicación se corta.
Miro mi celular con frustración durante unos segundos pero luego la puerta de su casa se abre y lo veo ahí parado. Sus pelos están desordenados y sus ojos achinados no hacen más que decirme que estaba acostado listo para irse a dormir, lo miro de pies a cabeza y no puedo evitar reírme internamente al ver que lleva puesto el pijama de Bob esponja que le regale a principios de año.
ESTÁS LEYENDO
Besos sobre tu tumba
Teen FictionSavannah Miller; egocéntrica, reina del baile, capitana del equipo de porristas y un sin fin de calificativos que llevan a lo mismo. Una perra que se cree más que nadie. Ryan Black; la víctima preferida de Savannah, la palabra imperfección es la que...