Cuando llego a la oficina donde tengo que pedir la llave de mi taquilla y los horarios no puedo evitar sentirme fuera de lugar, como si fuese un simple turista en un país que desconoce.
Una mujer de mejillas rosadas me pregunta mi nombre y apellido para luego teclearlo en su computadora.
— Licenciatura en fotografía ¿Verdad?— pregunta y yo asiento con la cabeza.
Escribe algo más en su computadora y luego me da una hoja con los horarios y los salones correspondientes a cada materia.
— Que tengas un buen comienzo— dice sonriendo.
Le agradezco y le deseo un buen día.
En cuanto salgo de la oficina lo primero que veo es a él. Está de espaldas a mí, lleva una remera gris musculosa y un pantalón de ejercicio del mismo color, a su lado hay una chica de cabello marrón ondulado que va riendo mientras sacude las manos de un lugar a otro para acompañar lo que está diciendo.
Siento que la vergüenza se vuelve rubor en mis mejillas y me vuelvo a sentir estúpida. Así que lo que hago me sorprende incluso a mi misma.
Camino directamente en su dirección, mi casillero estaba por ahí así que no había razón alguna para que Ryan creyera que lo estaba siguiendo o algo así ¿Verdad?
Ellos se detienen en una de las taquillas y yo continúo caminando buscando el número veintidós que para mi maldita desgracia estaba a tan solo seis casilleros de donde se habían frenado ellos. Sintiendo los nervios en todo mi cuerpo abro la puerta con un fuerte estruendo y guardo mi bolso ahí, sé que él está mirando, siento sus ojos en mi.
Respiro profundamente y decido mirar en su dirección.
Si, sus ojos oscuros estaban puestos en mí con tanta atención que incluso la chica que lo acompaña mira en mi dirección para ver qué es lo que Ryan está viendo.
Vuelvo mis ojos a la taquilla donde agarro mi cuaderno y la vuelvo a cerrar, inevitablemente vuelvo a mirar en su dirección y descubro que sus labios se hunden efusivamente en un beso con los de la chica de cabello marrón.
<< —¿Sabes? me gustaría poder pintarte— dice Ryan haciéndome reír.
— Pero si ni siquiera sabes como agarrar un pincel.— le recuerdo y sus cejas se fruncen ligeramente.
Él le había dicho miles de veces a su madre que quería ser pintor pero ella siempre le decía lo mismo.
"Te vas a morir de hambre, los artistas jamás ganan suficiente".
— Pero puedo aprender.— el lápiz que estaba en sus dedos comienza a moverse con agilidad en la hoja limpia— Y voy a aprender, quiero pintar tus labios, tus ojos verdes y tu cabello rojo.
Veo lo que está dibujando y descubro que soy yo, o bueno, el principio de mi rostro.
— ¿Y por qué?— pregunto con curiosidad.
— Quiero pintar tu cabello rojo porque es lo que más llama la atención, parece fuego vivo.— sus ojos se levantan y chocan con los míos— Quiero pintar tus ojos porque me recuerdan a la naturaleza, para ser más exactos a un bosque— el lápiz cae en la hoja y ahora su mano se dirige a mi boca, acariciando con suavidad mi labio inferior— Y por último, quiero pintar tu boca porque es lo que mas me esta tentando ahora.
Sin pensarlo cierro mis ojos, quería que me besara. Quería descubrir que se sentía el roce de sus labios contra los míos. ¿Tendrán gusto a frutilla como su aroma? ¿O quizás...?
Mi celular comienza a sonar y rápidamente todas mis preguntas sobre los labios de Ryan se esfuman, me aparto de él y veo quién me está llamando.
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Besos sobre tu tumba
Teen FictionSavannah Miller; egocéntrica, reina del baile, capitana del equipo de porristas y un sin fin de calificativos que llevan a lo mismo. Una perra que se cree más que nadie. Ryan Black; la víctima preferida de Savannah, la palabra imperfección es la que...