capítulo 11

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Cuando llegue al bar Brandy me recibió con un fuerte abrazo y una sonrisa de oreja a oreja, su cabello rosa va ligeramente ondulado y esto da la sensación de que va más corto de lo usual.

—¿Y esa cara?— pregunta mirándome fijamente, sus ojos oscuros se mueven de un lugar a otro por mi rostro haciéndome reír.

—Estoy muy cansada,— respondo mientras parpadeo dos veces seguidas.

La sonrisa de Brandy se borra y con delicadeza acaricia mi mejilla.

— Ya mañana tenemos descanso cariño, ¡Un maldito día libre!

Brandy era todo lo que estaba bien para una amistad, cariñosa, atenta, sabía darle el espacio necesario a los demás pero a su vez estaba siempre, daba buenos consejos y cuando alguien quería una buena charla ahí estaba ella dispuesta a escuchar y dar una devolución. En resumen era un ángel.

—Mañana podemos juntarnos— Owen aparece detrás mío haciendo que me sobresalté.
 
Él me saluda y luego se sube el cierre de la campera negra con el logo del bar que lleva puesta, su pelo está completamente desordenado y unas manchas violetas decoran la parte inferior de sus ojos. Sólo había dos opciones, o estaba durmiendo demasiado poco o se había metido en una pelea.

Y a juzgar por lo hinchados que están la segunda posibilidad suena más acertada.

Brandy frunce el ceño y antes de que yo pueda decir algo ella abre la boca.

— ¿Que mierda te paso?— dice con tanta preocupación que no puedo evitar pensar que quizás tiene otra clase de sentimientos por él.

Owen baja la mirada como si estuviese avergonzado— Ya sabes— responde con amargura— lo de siempre.

Brandy pasa la lengua por su labio inferior haciendo que Owen los mire fugazmente.

— Esto no puede seguir así — dice con enojo — Tu abuelo no puedo continuar haciendoles esto, ¿Macy está bien?

Incómoda, así es como me siento. Brandy y él continúan hablando pero yo me alejo lentamente de ellos para darles su espacio. Estaban hablando de un tema delicado del cual yo no tenía idea y quedarme allí parada no iba a ayudar en nada, más tarde hablaría con Owen y le diría que estoy para lo que sea necesario pero por el momento yo sobraba entre ellos.

Veo a Luisa poniéndose el delantal e imitó su acción, el lugar ya estaba por abrir y todavía debíamos acomodar las mesas con sus respectivos servilleteros y desocupar el escenario para la persona que vendría hoy.

Tres horas más tarde todo es un descontrol, mucho más que otros días. Algunas personas hablan tan alto que sus voces retumban por todo el lugar haciendo que la música no sea más que un ruido sin forma, otras personas bailan en la pequeña pista de baile y otros simplemente van tan ebrios que se quedaron dormidos sobre las mesas.

Un hombre sentado en una butaca a un costado de la puerta del baño levanta su mano haciéndome saber que quiere que vaya.

Cuando estoy cerca me doy cuenta de que no simplemente está borracho si no que pareciese ser que consumió otro tipo de sustancias ya que sus ojos son de un rojo intenso y de su boca solo salen balbuceos que no entiendo.

—Señor— digo mientras guardo mi agenda en el bolsillo del delantal— Disculpeme, pero debe retirarse. No puede estar en este estado aquí.

Le hago un gesto a Gilbert quién es el guardia de seguridad para que se acerque y me ayude pero él no parece verme por lo que me veo obligada a volver a decirle al hombre que se retire.

—Yo... N-no voy a irme, niñita.— responde tomandome del brazo con fuerza y atrayendome más cerca de él.

— Suelteme por favor.— digo con seguridad pero eso hace que el hombre sonría y baje su mirada hacia mis pechos que van completamente cubiertos por la remera, está situación comenzaba a asustarme.

Besos sobre tu tumbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora