Capítulo 21

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Vanessa

Desde el día que perdí a mis padres eh aprendido a vivir sola, la mujer que me ayuda con los deberes de la casa no es de mucha ayuda psicológicamente hablando, no negare que a hecho hasta lo imposible por sacarme una sonrisa y tener una conversación agradable conmigo, pero durente muchos meses, me negué a intentos de sacarme del maldito hoyo que yo misma estaba creando con mi depresión. Todo estaba cabeza, hasta que los conoci.

Conocí a Luis el cuarto dia de clases justo en la entrada del colegio, ambos estabamos nerviosos y el me ayudó a calmar mis nervios con una deliciosa taza de cafe que cargaba en sus manos, con su sentido del humor tan peculiar me hizo sentir segura, y fue ahi donde jamas me separe de el, habia hecho un nuevo amigo en tan solo unos pocos segundos.

Conoci a Nick justo el mismo día, llamo mi atención la cara de idiota que tenía al mirar a una chica que llevaba puesto una falda el primer dia de clases, Luis se acercó a el con un pañuelo y con sarcasmo preguntó ¿necesitas un pañuelo para tu saliva?, me habia reído con torpeza y Nick se notaba nervioso y apenado, pero con entusiasmo de hacer nuevos amigos. Y fue en ese momento, que aquellos dos idiotas se convirtieron en mis mejores amigos.

Conocimos a los amigos de Sabrina gracias a Nick,son presumidos pero con un corazón muy noble, me trataron tan delicadamente sin siquiera conocerme, y eso hizo que me sintiera en casa, me sintiera segura con ellos.

Luis, por encima de todos jamas se separaba de mi, siempre desde el primer dia se portaba de un modo tan caballeroso y dulce conmigo, pasaba por mi para dirijirnos al colegio todos los dias, me compartía su almuerzo, íbamos juntos a las playas del puerto y comíamos deliciosos helados mientras me contaba sobre sus equipos favoritos, era inevitable no enamorarme de el, aunque Nick hacia básicamente lo mismo, Luis me transmitía esa alegría y paz que tanto me hacía falta, sentía tanta alegría y mariposas en el estómago cada vez que me tomaba de las manos, amaba esos rizos que se movían con el viento, y esos ojitos con ojeras profundas provocadas por los desvelos, el era único, el era especial. Podría cruzar los siete mares y enfrentarme a su profunda oscuridad, solo para contemplar su sonrisa, su boba y patética sonrisa que me transportaba al paraíso, me elevaba hasta el cielo y me hacia sentír las nubes.

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