卍 𝟬𝟮𝟰 卍

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"Fue como volverlo a ver"
(...)

- Ya casi termino, Manjiro, te he dicho miles de veces que utilices otro tipo de zapatos. - Un quejido acompañado de un espasmo le hizo alejarse del rubio una vez más con fastidió.

Yuudai llevaba más de media hora intentando vendar el pie de Manjiro que había salido lastimado durante la pelea, y es que no entendía qué idiota andaba en moto e indiscriminadamente lanzaba patadas usando un par de sandalias. Manjiro era ese idiota.

- Kamori-chan, te dije que así no. - Lloriqueo sacando el pie de las manos de su novia haciéndole suspirar, cada día estaba más convencida de que estaba saliendo con un niño. - Tal vez me voy a sentir mejor si me das un beso.

- ¿Eh?, ¿Quieres que te bese los pies?, Tus gustos raros aquí no.

- ¡No!, los labios, justo aquí. - Llevó el dedo índice a su boca y le dió pequeños toquesitos señalandola, Kanamori sonrió con ternura y se levantó para quedar a su altura.

- Te ganarás un beso cuando termine de curar tu pie.

- Tsk, ¿Es necesario que yo tenga que ver esto? - Ryuguji Ken, que se encontraba en cama, miró con rabia a la pareja que parecía ignorar que estaban en un lugar público.

Manjiro le miró con burla y asintió tirando del brazo de la castaña para sentarla en sus piernas.

- Dale privacidad a tus padres, Kenchin. - con una sonrisa cínica palmeo el muslo de su chica y buscó su mirada, Yuudai no se veía contenta.

- Manjiro, tienes 3 para quitar tu mano.

Él asintió y le dejó ponerse de pie disculpándose repetidas veces por su comportamiento a lo que ella salió de la habitación sin decirle una palabra. Yuudai Kanamori debía darle permiso de tratarla de esa forma y ahora mismo no lo había solicitado. Suspiró arrepentido y accedió a ir detrás de ella.

- Ya vimos quién controla a quién.

Yuudai sonrió con maldad al ver que el inocente Mikey había caído en su trampa, le acarició el cabello y luego sacó de su bolso el pequeño botiquín que momentos antes estaba usando, estaban en uno de los últimos pisos y el único lugar al que podía...

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Yuudai sonrió con maldad al ver que el inocente Mikey había caído en su trampa, le acarició el cabello y luego sacó de su bolso el pequeño botiquín que momentos antes estaba usando, estaban en uno de los últimos pisos y el único lugar al que podía huir era la azotea o algún consultorio de pediatría.

- Aún no terminamos. - Sentenció tratando de tomarle del brazo pero él ya se había alejado en un ágil salto.

- ¡Nope! - Fue la respuesta de Manjiro antes de correr y perderse entre los pasillos dejándola con una expresión molesta por lo infantil que podía llegar a ser.

- Los Sano son todo un reto, ¿Eh?.

Una voz externa llamó la atención de la muchacha, Yuudai asintió inconcientemente sin darle muchas vueltas al asunto y luego giró en dirección a la mujer que parecía conocer bien ese no tan común apellido. Ojos gatunos y piel de porcelana, fue lo primero que se vino a su mente una vez que tuvo de frente a la dueña de aquella voz, la pelinegra le sonrió de forma amable y señaló la máquina expendedora que se hallaba a mitad del pasillo.

𝗜'𝘁𝘀 𝗬𝘂𝘂-𝗱𝗮𝗶. [ᴛᴏᴋʏᴏ 卍 ʀᴇᴠᴇɴɢᴇʀꜱ]  ᴹˢ × ᶠᵉᵐ ᴿᵉᵃᵈᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora