• 𝟑𝟒 •

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"Cigarettes after fest"
(...)

Navidad era la época más miserable para la gente solitaria y ese día ella se unió a la categoría. De forma desvergonzada mintió a su madre por teléfono para evitar pasar la navidad en casa a sabiendas del montón de preguntas que haría el resto de su familia al no ver a Manjiro sentado junto a ella con un gran apetito. Y evadia aquel fantasma del pasado que vivía en su apartamento atormentandola, incluso cuando se tiraba a la cama y ante sus ojos brillaban aquellas pegatinas de estrellas que él había colocado en el techo para simular una noche estrellada.

Pretendía haber sacado a Mikey de su vida pero el montón de cosas que él dejo atrás seguían recordándole una vez más que ya no lo tendría más, aún cuando ella fue quién lo temrinó, aún cuando Himiko se había encargado de convencerla de que hizo lo correcto.

— ¿Qué voy a hacer, Keisuke? - Preguntó al aire llevando sus frías manos a su rostro con desesperación. — Mierda...

Una vez más sus labios temblaron y el ardor en sus ojos se hizo presente frente aquella tumba familiar dónde ahora descansaba su amigo. Si había algo que odiaba más que ver a los adultos llorar es ser ella quién derramara lágrimas, llorar era de débiles y una Kanamori no lo era sin importar lo que se le pusiera enfrente.

Respiró un par de veces antes de volver a juntar las manos para despedirse de su amigo y comenzar a planear cómo refugiarse del frío en algún otro lugar que no fuera su casa, la estación de metro no se veía mal después de pasar un par de noches en el estacionamiento de su propio edificio por el montón de nostalgia que se acomulaba detrás de la puerta de su apartamento. Había completado su recorrido pero aquella silueta pequeña que se hallaba incada frente a la tumba Sano le despertó esa curiosidad digna de cualquier protagonista de película de terror, y ella amaba las películas de terror.

— Ey, pequeñin, ¿Qué haces aquí? - Preguntó de forma suave sin quitarle la vista al que parecía ser un niño pequeño sentado en total silencio, leyó el nombre de la tumba repetidas veces y luego regresó la atención al chiquillo que no parecía haberla notado.

— Bye~ - Pronunció de repente poniéndose de pie con dificultad por el montón de abrigos que llevaba puestos.  — Hola.

"Pobrecito, se habrá confundido" pensó con lastima sin quitarle la mirada al pálido menor que la veía con atención, Yuudai se agachó para ver el gaffete que pendía de un cordón de su abrigo con esperanza de ayudarlo a llegar al lugar  correcto, por lo menos ahora sabía que se trataba de un niño real y no de ninguna aparición.

— Shinichiro...- Musitó al leer el nombre del chiquillo y recordar aquellas facciones. — Shinichiro, ¿Dónde está tu mamá?

El pequeño solo alzó los hombros y señaló a una mujer que caminaba de forma apresurada con un arreglo de flores en los brazos que apenas y dejaban que viera al frente. Emiko Dai hacia una vez más su aparición de una forma curiosa.

— Shin, te dije que no te adelantaras, ¿Estás bien, cariño?, ¿No tienes frío? - El dedo del chiquillo ahora señaló a la muchacha, Emiko bajó el ramo y sonrió al ver a Yuudai Kanamori frente a ella. — ¡Yuudai! Siempre te encuentro en lugares un poco extraños, ¿No?

Ella asintió completamente confundida, ¿Qué hacían ellos aquí?, La tumba de la familia Sano era únicamente visitada por Manjiro, su hermana y algunas veces por el abuelo pero nunca había visto a aquella mujer cerca del lugar. Aún con el montón de dudas que se disponía a resolver, Yuudai no abrió la boca al ver la forma en la que Emiko miraba aquel memorial.

— Shin insiste en venir siempre que hay fechas especiales. - Musitó de la nada en un intento de desahogarse.

Los ojos de Yuudai ahora pasaron al pequeño pelinegro que cargaba con el montón de flores acomodándolas una a una alrededor de la tumba, Shinichiro regresó al par de mujeres una vez que el ramo se había terminado y de forma inocente alzó los brazos frente a Yuudai para que lo alzará.

𝗜'𝘁𝘀 𝗬𝘂𝘂-𝗱𝗮𝗶. [ᴛᴏᴋʏᴏ 卍 ʀᴇᴠᴇɴɢᴇʀꜱ]  ᴹˢ × ᶠᵉᵐ ᴿᵉᵃᵈᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora