卍 T R E C E 卍

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"Custodia Compartida"

Fue lo que dictamino la jueza para dar por concluido aquel tardado proceso legal. Yuudai alzó por primera vez el rostro y miró a su madre, Yukiko mantenía un semblante molesto mientras miraba como aquel hombre celebraba en compañía de su otro hijo. Yoishi se separó del mayor y miró con una sonrisa a su hermana.

— Puedes ir con tu madre, pequeña. - Dijo la mujer con un tono amable.

Kanamori se puso de pie y caminó a paso inseguro hacia su progenitora, se detuvo a medio camino cuando notó que aquella mujer ni siquiera la había mirado al estar centrada en reprocharle a su nuevo esposo, suspiró pesadamente y continuó su andar. "Himiko", repetía en su mente para calmar el dolor que tenía en su corazón desde hace más de una semana.

— Yuu-chan, cariño. - La mujer se abalanzó sobre Mori una vez que notó su presencia.

Sus brazos rodeaban su cuerpo con tanta fuerza que Yuudai podía jurar que echaría el almuerzo, "Volverás a casa, con tu familia", le susurró su madre sin deshacer el abrazo, la castaña asintió ligeramente ocultando su rostro en el cuello de la mujer. Había tantas cosas que quiso decir después de oír esas palabras pero los espasmos del cuerpo de su madre y el rostro feliz del señor Kofoku la hicieron callar por completo y sentir que aquella casa aún era su hogar.

— Yuudai. - Yoishi hizo una reverencia a la mujer y luego señaló a la castañita que tenía en brazos con una sonrisa.

Yukiko limpió sus lágrimas y soltó a su hija lentamente al notar la presencia de Yoshito detrás del menor, era la primera vez desde hace mucho tiempo que veía a aquel insensible hombre sonreír de forma sincera, tomó con fuerza la mano de Yuu una vez que está se dió la vuelta y tuvo a los Kanamori frente a ella.

— Espero con ansias el fin de semana. - El moreno extendió la mano conservando su sonrisa.

La castañita miró a su madre, quién parecía estar teniendo una competencia de miradas, y luego soltó su agarre para caminar hacia Yoishi y darle la mano.

— Yo igual.

El moreno sonrió una vez más y se hizo un lado al sentir la mano de su padre en la espalda, Yoshito Kanamori quedó frente a la castaña y la saludó con una sonrisa amable.

— Gracias por darme otra oportunidad, Yuudai-kun, no te voy a decepcionar. - Puso su mano en el hombro de la chiquilla y le dió un pequeño apretón antes de despedirse.

(...)

— Bien, Yuu-chan, no voy a preguntar cómo estuvo, es tu decisión si quieres hablar de eso. - Dijo la mujer desde al asiento del copiloto viendo a la castaña por el espejo.

Kanamori asintió y volvió a apoyar su cabeza en el vidrio hasta llegar a casa, una vez fuera de la residencia Kofoku la castaña bajó del auto y se estiró haciendo  aspirando todo el aire que sus pulmones le permitieran para después soltarlos en un largo suspiro. Otra vez en casa, susurró para si mima mientras pasaba el portón y caminaba hasta la puerta principal.

— Yuu-chan, entra primero, nos encargaremos de tus maletas.

La chica asintió y abrió la puerta lentamente, todo estaba como lo recordaba incluso ese característico olor a vainilla que tenía la casa no había desaparecido, una sonrisa se plasmó en su rostro al sentir que hablaba como una anciana que se había ido por años. Se quitó los zapatos y caminó hasta la sala de estar la cuál parecía estar menos iluminada de lo normal.

— ¡Sorpresa!

Una ráfaga de confetti y un montón de ruido fue lo que la recibió en el salón,  Himiko sostenía un pastel con la leyenda "Bienvenida Yuu"  escrita con betún, Yuishiro tenía un oso de peluche en las manos y para su sorpresa Mikey estaba sentado en el comedor junto al resto viéndola con una sonrisa. Kanamori sonrió emocionada y lo primero que hizo fue caminar hacia la albina y quitarle el pastel de las manos para poder abrazarla.

𝗜'𝘁𝘀 𝗬𝘂𝘂-𝗱𝗮𝗶. [ᴛᴏᴋʏᴏ 卍 ʀᴇᴠᴇɴɢᴇʀꜱ]  ᴹˢ × ᶠᵉᵐ ᴿᵉᵃᵈᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora