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A pesar de vivir en una sociedad dónde la salud mental era infravalorada e incluso tratada como un tabú, Yoishi se había encargado de que su pequeña hermana no sufriera ninguna secuela por los no tan recientes acontecimientos que rodeaban a la familia Kanamori de la que solo ellos dos y su padre formaban parte; con una sonrisa forzada en el rostro y un par de palabras de aliento por parte de Kacchan, Kanamori se despidió de su hermano para caminar hasta la acera de enfrente dónde como ya era costumbre, Chifuyu Matsuno y Baji Keisuke la esperaban pacientemente. El par de chicos que desde la graduación de Himiko se habían convertido en su más grande apoyo y guardianes personales autorizados por el mismísimo líder de la Tokyo Manji.

--- ¿Cómo te fue, princesa? - Keisuke Baji apoyó su cuerpo en el volante de la motocicleta y Yuudai solo alzó los hombros indiferente.

— Lo de siempre.

— Yuu, ¿Quieres ir a comer algo? Encontré una cafetería donde ponen bolas de helado en tus waffles. - Fue Matsuno quién se le acercó para mostrar un folleto con entusiasmo. Kanamori negó y tomó asiento junto al rubio.

— El morenito es Yoishi, ¿No? Su moto es linda. - La castaña asintió manteniendo su expresión monótona. — Princesa, si sigues poniendo esa cara de idiota cada que sales de ahí, me aseguraré de moler a golpes a tu psicóloga.

Una sonrisa amplia se apoderó de su rostro al saber que, tratándose de Baji, esa promesa se podría cumplir sin lugar a dudas.

— Eso es, princesa, sonriendo. - Ahora fue el quién esbozó una sonrisa sacando a relucir sus colmillos que Yuudai tanto adoraba. — Mikey nos llamó para que te dejemos en su casa, así que vámonos.

Baji se acomodó en la motocicleta y entregó el casco a la muchacha.

— Chifuyu, adelantate a mi casa, voy a dejar a la mocosa y te alcanzo. - El rubio respondió asintiendo y despidiéndose de Kanamori con una sonrisa. — Voy a golpearle la cara a Mikey por dejarte sola otra vez.

Yuudai se encogió de hombros al no tener forma de defender a su despreocupado novio y un suspiro escapó de los labios de Keisuke a la par que encendía la motocicleta.

— Hablemos de otra cosa. - Sugirió tratando de desviar el tema, el pelinegro asintió. - Ya casi sale.

— ¿Una carta? - Kanamori asintió animadamente sacándole una sonrisa. — No sé porqué prefiere contestar tus cartas.

— Tal vez se deba a que aún no sabes escribir bien los kanjis de su nombre. - Mostró una expresión burlona provocando un quejido del pelinegro.

Keisuke accionó el acelerador sin avisar borrandole remplazando su sonrisa con una mueca de miedo al ser tomada por sorpresa.

— A la próxima me aseguraré de que termines besando el suelo.

(...)

— Kamori-chan, tus deseos fueron cumplidos. - Fue lo primero que exclamó Manjiro al cruzar la entrada y encontrarse con su novia y su hermana merendando en la sala.

Yuudai asintió dándole un trago a su té sin importarle los detalles de lo que sea que haya pedido.

— Takemicchi, ahora es mi perra, no dudes en pedirle lo que sea. - Sorbio con fuerza ante la impresión haciendo que el té se fuera hacia otro lado, Manjiro soltó una carcajada mientras caminaba hacia la castaña y tomaba asiento junto a ella. - Es un chico interesante, ya ví porque me pediste que destrozara a Kiyomizu.

— Pah no va a estar muy contento del negocio que acabas de destruir, Yuudai. - Ken Ryuguyi se lanzó al sofa dónde Emma estaba sentada y arrebato el vaso de té de sus manos. — Lo siento, Emma, tengo mucha sed.

𝗜'𝘁𝘀 𝗬𝘂𝘂-𝗱𝗮𝗶. [ᴛᴏᴋʏᴏ 卍 ʀᴇᴠᴇɴɢᴇʀꜱ]  ᴹˢ × ᶠᵉᵐ ᴿᵉᵃᵈᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora