"Lo que no pudo decir en sus ojos lo ví"
(...)Hay cosas que preferimos no conocer por el miedo a lo desconocido y lo reconfortante que suele ser vivir en la ignorancia, en un mundo creado en nuestra cabeza que nos da consuelo al ser moldeado justamente para eso, Kazutora Hanemiya había pertenecido a aquel mundo donde la pequeña cordura que le quedaba después de su arresto era sostenida por la fantasía de que había una chica esperando por él en las calles de Tokyo, una chica que lo amaba, conocía todas sus debilidades e ignoraba su pasado. Yuudai lo amaba, pero de la misma forma en que amaba a Draken, Mitsuya o Baji, su corazón ya le pertenecía a Manjiro Sano, al detestable Mikey que le había arruinando la vida y ahora robado a su chica.
Porque la frase tan cliché "Si no es mía, no será de alguien más" que tanto escuchó en las novelas no había tomado sentido hasta que a su mente llegó la idea de que Yuudai Kanamori jamás podría pertenecerle y el único culpable de sus desgracias era Mikey.
Kazutora se dejó caer en una de las bancas del parque, no faltaba mucho para el amanecer y debía encontrar ropa nueva antes de que alguien lo viera en esa escandalosa situación, no iba a arriesgarse a volver a prisión por lo ridícula que podía llegar a ser la gente al ver un poco de sangre en su ropa.
El cielo despejado y el clima fresco, un lindo paisaje que marcaba un nuevo comienzo en su vida, sin cadenas o chicas que le rompan el corazón, ni obstáculo alguno que le impidiera vengarse de Mikey, aunque de cierta forma ya lo hubiera golpeado dónde seguramente más le duele. No era suficiente.
Manjiro bajó de su motocicleta con emoción y corrió hacia las escaleras que lo llevarían al departamento de su amada, se detuvo en la puerta y escondió a sus espaldas la bolsa de donas que le había comprado como regalo sorpresa; una, dos y tres veces llamó a la puerta pero en ninguna de ellas recibió respuesta, extrañado pegó la oreja a la puerta en busca de música pues Yuudai tenía esa mala costumbre de bañarse con la música en alto, pero no escuchó nada.
Del bolsillo sacó la llave que había copiado sin autorización y la introdujo en el cerrojo con calma, "Seguramente se quedó estudiando y ahora mismo estaba durmiendo como una piedra", pensó sonriendo con malicia por el sin fin de bromas que le haría a la dormilona Kanamori después de esto, pero ninguno de sus chistes lo había preparado para lo que tenía ante sus ojos. Marcos rotos, sillas desacomodadas, relleno de almohada y vidrios por el suelo, la sala de estar parecía un campo de batalla donde relucia el camino de sangre que lo llevaba hasta la habitación de ella.
— ¡Yuudai! - Exclamó dejando caer sus cosas y corriendo hacia el lugar con la esperanza de que nada era lo que parecía, que todo era una broma de mal gusto que le iba a perdonar después de un par de besos y una comida de lujo.
Pero no era así.
— ¡Kenchin! Rápido...
A los pies de la cama de Yuu se encontraba ella, tenía la pijama llena de sangre, con una mano sostenía con fuerza su hombro y con la otra lo que parecía ser su teléfono completamente roto.
— M-manjiro... - Musitó al ver la figura de Sano en el marco de la puerta y que en pocos segundos se encontraba frente a ella.
— ¿Qué sucedió aqu...? - Sus palabras se detuvieron al ver a su amigo en el suelo repleto de sangre sosteniendo cuidadosamente el cuerpo de la muchacha. — Mikey, quédate aquí.
Él solo asintió, no pensaba mover un solo músculo y confiaba lo suficiente en Draken como para no dejar que aquella situación lo sobrepasara, Yuudai aún parecía respirar dentro de un rango normal y tenía la suficiente fuerza como para apegarse a su cuerpo en busca de seguridad.
— Creí....crei que iba a morir- Manjiro tomó el rostro de su chica y beso su frente para darle a entender que ya todo había pasado.
— Kenchin fue por ayuda, tranquila que mientras yo esté aquí nada te va a pasar. - Aseguró tensando su cuerpo con impotencia, esto era todo menos un accidente y se aseguraría de asesinar al idiota que si quiera se había atrevido a ponerle un dedo encima a Yuudai Kanamori.
(...)
El medico miró con desconfianza al par de adolescentes y luego volvió la mirada a la castaña para despedirce, Ryuguyi le siguió hasta la puerta y se inclino dándole las gracias antes de cerrar y hacer de guardia.
— Dijiste que no supiste qué sucedió, está bien si quieres que los doctores crean eso pero tienes que decirme la verdad a mí. - Un silencio se apoderó del consultorio, Kanamori bajó la mirada a sus manos y se mordió el labio al sentir el par de ojos sobre ella. — Yuudai, hablo en serio.
— Ya te dije, no lo sé. - Respondió de forma brusca ya bastante irritada por el tono demandante de Manjiro. — Gracias por no llamar a mis padres.
Un suspiro salió de los labios del más pequeño antes de ponerse de pie y caminar hacia la puerta notablemente molesto, Mikey apartó a su amigo de la entrada y salió de la habitación sin volverle a dirigir la palabra. Draken no dijo nada y solo caminó hasta la muchacha para acariciarle la cabeza.
— ¿Lleva mucho libre? - Cerró los ojos y exhaló al ver qué ella había reaccionado al instante, no había duda de que se trataba de él y ahora entendía esa complicidad con el agresor. — No se lo diré, Yuu, pero debiste contar que Kazutora había ido a verte, no a mí o a Mikey, ¿Por qué no se lo dijiste a Baji?
— Yo...creí que todo seguía como antes. - Hizo una pausa apenada y luego continuo. — Baji no debe enterarse, no quiero que lo odie, Kazutora necesita ayuda.
Una risa fue la respuesta de Ken.
— Intenta matarte y abogas por el, ya entiendo porque Mikey te alejó de los asuntos de la Toman. - Le pellizcó una mejilla en un intento de sacarle una sonrisa, pero su expresión seguía triste y su mirada apagada.
— Él pudo haberlo hecho pero cuando me tuvo en sus manos se detuvo. - Alzó la cabeza con un par de lágrimas en sus mejillas que dejaron al rubio aún más confundido. — Tenia ojos de un niño asustado, está confundido y cree que el mundo es su enemigo. Necesita ayuda.
Draken aclaró la garganta y asintió. No era creyente de que existiera una forma de justificar todo el daño que Hanemiya había causado, lo odiaba por lo que sucedió con Shinichiro y ahora mismo sentía impotencia por las heridas de su amiga, fue justo por eso que nada saldría de su boca hacia los odios de su comandante, porque si el deseaba moler a golpes al intrépido Kazutora Hanemiya, los sentimientos de Mikey seguramente sobrepasan los límites de lo entendible.
Pero las paredes escuchan, las puertas son delgadas y Manjiro Sano no era un gran fan de los secretos.
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Terapia.
+ Yuudai tiene una herida en el hombro y un esguince de 1er grado en el pie derecho (se lo hizo huyendo de Kazutora)
+Todo ocurrió en la madrugada mientras Yuu dormía.
+ Kazutora se enteró de todo porque leyó la libreta que Yuu usa para sus citas con la psicóloga.
+ Draken supo quién fue porque se topó con la tarjeta de identificación de Hanemiya tirada en la sala.
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𝗜'𝘁𝘀 𝗬𝘂𝘂-𝗱𝗮𝗶. [ᴛᴏᴋʏᴏ 卍 ʀᴇᴠᴇɴɢᴇʀꜱ] ᴹˢ × ᶠᵉᵐ ᴿᵉᵃᵈᵉʳ
Fanfiction❧ TERCER ACTO [HIATUS] × Checa la presentación!!! × Mikey x lectora/OC! × Portada por Ackami