CHAPTER 19.

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Xiao Zhan siguió teniendo aquellas pesadillas en donde sin falta, aparecia Wang Yibo siendo asesinado o él mismo suicidandose

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Xiao Zhan siguió teniendo aquellas pesadillas en donde sin falta, aparecia Wang Yibo siendo asesinado o él mismo suicidandose. La cuestión era que siempre tenía que morir. Xiao Zhan no quería seguir viendo eso, y mucho menos querer presenciarlo en carne propia. Tenía que hacer algo urgente. Por eso, cada que recordaba todo lo que Fu Yan dijo en la mazmorra, y lo que Wang Yibo le había contado acerca sobre la actitud extraña y perturbadoramente preocupada de la mujer, estaba seriamente cuestionandose sobre eso.

Es la noche de la ceremonia de apertura del nuevo Palacio. Todos saben ahora que Xiao Zhan ha salido de la mazmorra y por eso mismo no se le es permitido estar presente.
Por el contrario, Wang Yibo es cordialmente invitado pero aún así el príncipe no asiste, pues quiere quedarse en su habitación junto con Xiao Zhan, admirando en como sus cabellos recogidos en una media coleta un tanto desaliñada, esta puesta la elegante horquilla de madera que le obsequió una semana atrás. Además de esto, sigue estando al pendiente de las casi desaparecidas cicatrices del General.

Wang Yibo de repente siente como sus labios son poseídos por los de Xiao Zhan, en un beso suave transmitiendo un extraño sentimiento más cálido de lo usual. Dado que ambos estaban recostados sobre la cama en una posición un tanto incómoda, en el que Xiao Zhan tiene prácticamente la mitad de su cuerpo sobre el de Wang Yibo, es decir, su parte superior sobre el pecho del otro, les es difícil mantener su unión bucal, por lo que con un poco de pesar, Xiao Zhan rompe el beso.

El General vió por la ventana que las estrellas brillan con fervor y la escena es acompañada por las bonitas melodías de la música tradicional que es tocada desde el Gran Salón, en donde la ceremonia se esta llevando a cabo. Wang Yibo nota esto, y puesto que él es sumamente experto en saber donde el paisaje puede contemplarse de mejor manera, sin decir palabra alguna se levanta junto con el cuerpo de Xiao Zhan sobre el suyo, sosteniéndolo sin malicia alguna por los muslos, y este enredando sus piernas por la cintura del príncipe, evitando que fuera a caer.

Xiao Zhan se remueve para que su menor lo baje como final, y así es hecho. Ladea su cabeza cuando Wang Yibo abre la puerta, haciéndose a un lado para dejarlo pasar a él primero. -¿A dónde vamos?-

Wang Yibo se encogió de hombros, rodeando con sus brazos los contrarios, apegándolo a sí mismo mientras caminaban. No hay riesgo de que alguien los mire, en este momento, todos están en la ceremonia, menos ellos y otros Generales que descansan en sus aposentos. Wang Yibo no le responde y Xiao Zhan no insiste más.

Sin embargo, cuando están frente a la gran pared del lugar de la ceremonia, en la parte de atrás, Xiao Zhan no puede evitar fruncir el ceño. -¿Qué hacemos aquí?-

Wang Yibo se agacha, haciendo sus manos una especie de posito. Él mira a Xiao Zhan enarcando una ceja. -Sube.-

El General se cruza de brazos, negando con la cebeza. -No.-

-¡Ay, Zhan Ge! Sólo sube, el cielo se ve más bonito desde allá arriba. Hazlo, prometo que no te dejaré caer.-

Xiao Zhan vuelve a negar, sin embargo, hace algo que incluso él mismo nunca pensó volver a realizar. Su esfuerzo por que las llamas en su cuerpo no se activen da resultado en cuanto unas largas, casi traslúcidas pero preciosas alas azules de dragón espíritual sobresalen de su espalda. Y dado que prácticamente no las hizo salir en físico, su ropa no lleva a tener ningún daño.

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