CHAPTER 02.

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En alguna lujosa habitación del Palacio Wang, la Emperatriz reprendía con furia a su esposo, quien solo la escuchaba sin decir palabra alguna

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En alguna lujosa habitación del Palacio Wang, la Emperatriz reprendía con furia a su esposo, quien solo la escuchaba sin decir palabra alguna.

-Wang Ye ¡¿Cómo puedes ser así?! ¡¿Te escuchaste hace un rato?!- Gritó furiosa, dando vueltas por toda la habitación mientras le dedicaba miradas de muerte al hombre.

-Basta, Fu Yan, ¿Cuál es tu problema con mis palabras? No es como si fueran mentira, Wang Yibo es mi hijo mayor.-

-¡Tan cínico! ¡¿Acaso te haz olvidado de Wang Jiao?! ¡Él es tu hijo mayor! Ese Yibo ni siquiera es tuyo y eso lo sabes perfectamente.-

-No necesita ser mi hijo real para que lo quiera como a uno, y para de mencionar a Jiao, él murió hace mucho tiempo.-

-Sigue siendo tu hijo.-

Y de esa manera, aquella discusión finalizó de una manera incorrecta. Terminó siendo como siempre, la mujer recordandole la muerte de su primer hijo a su esposo.

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No era novedad para nadie que el Príncipe mayor fuera alguien sumamente rebelde. Esto era en el aspecto de no respetar las reglas, pues si se entra en el ámbito de ser un casanova y arrogante nunca nadie encontrarían nada de eso. El Heredero era todo lo contrario. En sus veinticuatro años, nunca se le ha conocido a alguna joven doncella como su novia o incluso algún hombre como pareja, de igual manera, la palabra "arrogante" no quedaba para nada bien con Wang Yibo, pues este siempre era géntil con prácticamente todos, tanto dentro del Palacio como fuera de él.

Wang Yibo divagaba entre las habitaciones del campo de fortaleza, buscando a aquel chico Dragón con sigilo. El príncipe fue varias veces confundido con un ladrón al entrar repentinamente a los cuartos, ganandose un par de golpes en varias partes de su cuerpo. Esperaba que Xiao Zhan no lo golpeara también, estaba seguro de que no lo haría, él no parecía ese tipo de chico.

O eso creía.

Lo vió, ahí estaba él, recargado sobre la gran ventana que daba a las afueras del Palacio, admirando el sendero que las estrellas formaban mientras brillaban con su máximo esplendor. Y los pequeños astros eran mucho más visibles, puesto que, Xiao Zhan no tenía más que una vela prendida que casi no alumbraba.

Wang Yibo sonrió al verlo. Entró con cuidado de no hacer ruido alguno al momento de abrir y cerrar la puerta, sintió tranquilidad al lograr su cometido. Sin embargo, no le duró mucho aquella tranquilidad.

El Príncipe, ya estando cerca del contrario, pisó algún objeto que yacía tirado en el suelo, lo que provocó que dicho objeto soltara un crujido, haciendo que Xiao Zhan diera la vuelta. El mismo, exaltado al ver una figura detrás de él, no dudó demasiado y le dió un puñetazo en el rostro.

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