Capítulo 59

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Punto de vista de Anastasia:

Mi cuerpo estaba en llamas, la sangre palpitando a través de mis venas. Ver a Christian desecho en su éxtasis era impresionante y me sentí un poco más confiada de que iba a obtener mi recompensa, porque, en lo respecta a placer, eso fue fenomenal. Christian se inclina hacia delante, acunando mi mandíbula con ambas manos, me levanta de la silla para un beso sofocante. Él dejó todo lo que tenía dentro de mí como si yo fuera un vaso vacio que necesitaba llenar. Saboreé amor, deseo pero también probé precaución. Me recordó a la pregunta con la que me fui a dormir anoche, la misma con la que me desperté esta mañana.
¿Cómo puedo probarle que estoy aquí para quedarme?
Una mano se deslizó desde mi mandíbula a mi cuello y hacia mi pecho, esparciendo su semen cálido a lo largo del camino. Me dio la impresión de que me estaba marcando, reclamándome para calmar sus dudas. Obviamente yo necesitaba la luz de su vulnerabilidad para ver la clave que estaba justo en frente de mí; una que he puesto en efecto sin ni siquiera darme cuenta del valor que esa herramienta iba a terminar teniendo. Era algo que ahora sabía que, iba a verificar los lazos irrevocables que tenía con él. Christian terminó nuestro beso, dirigiendo su atención a mí.

- ¿Cómo estás Sra. Grey? ¿Eso estuvo bien? - Su mirada estaba buscando, perforando en la mía, buscando ver como estaba manejando nuestra primera intrusión en lo excéntrico. Con mis respiraciones cortas y punzantes, las mejillas encendidas y un agarre violento sobre sus bíceps fuertes, no me podía imaginar que no supiera.

- Desesperada por más, por ti - logré sacar las palabras, el deseo dejando mi voz gruesa mientras parpadeaba mí mirada hambrienta de lujuria. Su mirada intensa se volvió melancólica mientras él buscaba la toalla pequeña que había escondido en la cama.

- Puedo decir lo mismo Sra. Grey; nunca puedo tener suficiente de ti. Si pudiera, pasaría mis días enterrado dentro de ti - él miró hacia abajo para probar su punto, lo que era una semi-erección después de su abundante eyaculación, ahora estaba inequívocamente listo para una segunda ronda. Lentamente empezó a limpiar los fluidos de mi cuello y de mi pecho, concentrándose en la tarea. Yo estaba atragantada con la desolación de sus palabras; odiaba que aun pudiera escuchar la incertidumbre subyacente.

- Me gusta dejar algo de mí en ti - reflexionó, con el ceño fruncido mientras confirmaba lo que yo estaba pensando hace un minuto. Mi momento había llegado, era momento de jugar mi carta triunfal.

- Hay algo más que te puede gustar - susurré, con mi tono juguetón mientras me preparaba para darle las noticias que esperaba sacudiera lo suficiente sus pensamientos para alterar su percepción de precaución.

- ¿Y dígame, por favor, que es Sra. Grey? - ronroneó, lentamente empujándome hacia la pared. Sus manos descansando sobre mis hombros mientras me conducía. Mercurial hasta la exageración sus ojos estaban brillando con un toque de picardía, su boca estaba curvada con toda la intención lasciva del mundo. Cualquier rastro de solemnidad desterrado a un compartimiento en su mente que él rara vez pone en el show.

- Tengo algo para ti, o mejor dicho, no tengo - No podía resistir jugar con él, provocarlo con mi delicioso manjar. Tuve que emplear la ayuda de mis dientes para frenar la sonrisa gatuna de juego que está en tira y afloja con mi cara seria simulada.

- Mmmhhh - reflexionó, su sonrisa ensanchándose mientras sus ojos se convirtieron en una sombra fundida que envió un fuego lamiendo a mi sexo.

- Me encanta recibir regalos de ti nena, pero si no lo sueltas, te voy a torturar para que me lo digas - posicionó sus manos a los lados de mi cuerpo, descansándolos sobre mis costillas, pero sabía que la quietud de ellas era engañosa. Esos dedos podían acariciar con amor como también podían hacer cosquillas con incursión despiadada todo en un abrir y cerrar de ojos. Su toque sutil no me estaba engañando, no con sus dedos preparados para atormentarme. Por mucho que quería seguir provocándolo, mi cuerpo estaba demandando la atención que sabía que era para mí, tanto por mi presentación estelar de hace un rato como por lo que estaba a punto de compartir. Además, no tenía a donde ir, atrapada como estaba por su largo cuerpo clavándome a la pared, su pierna firmemente afianzada entre las mías. No podía evitar apretarla con mis muslos por un intento de alguna preciosa liberación. Christian siguió la corriente, flexionando su muslo en mi apretón para que pudiera rozar mi sexo contra él. Con una sonrisa de complicidad, encontró mi mirada, revoloteando mientras jadeaba ante el placer bienvenido. Sus dedos largos acariciaron mis lados ligeramente, sus puntas eran un mero susurro en mi piel, un deslizamiento enloquecedor que estaba en algún lugar entre sensual y delicado. Gemí, olvidándome de mí por un minuto. Me estremecí cuando Christian agregó otra capa a su sensación de ataque. Su mentón robusto, sin afeitar se posicionó en el hueco de mi cuello. A juzgar por su gemido a él le provocó inmenso placer en pasar su barba rígida y sombría por encima de mi piel hipersensible. Piel de gallina corrió por mi espalda como un escalofrío, y por todas mis extremidades febriles. No había duda de la repentina lubricación que ha aliviado el roce entre nuestros cuerpos unidos. Mi pulso palpitante era ya un testimonio de mi placer, si esta era su versión de tortura, la aceptaría cualquier día. Él agarro mis dos muñecas, asegurándolas sobre mi cabeza y como si hubiese leído mi mente, él se apodero de todo mientras murmuraba contra mi cuello.

Cincuenta sombras de Grey y mas (una desicion puede cambiar tu futuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora