¿Una carta de amor?
Observó las dos caras del sobre, encontrando que la única diferencia del tono pastel rosado es un corazón ya ultrajado por la curiosidad; Peter logró abrirlo, fallando únicamente en ser el conocedor del contenido. No podía permitirle leer los pensamientos personales de alguien que desconoce, menos ante la falta de señales que permitieran crear hipótesis lógicas. Consecuentemente, se encerró en su cuartel para averiguar el misterio que hay detrás de un papel tan simple que atrapa su completa atención; ¿quién podría ser la persona que escribió la carta y por qué no anunció por fuera al destinatario?
La imagen del panda se abre paso en su cabeza, recapitulando las palabras silenciosas que cruzaron sus miradas.
No podría ser dirigida a su persona ¿verdad? Nadie ha pasado de un par de interacciones que se frustran ante sus negativas, nadie sería tan irracional para deslizar sus sentimientos entre sus pertenencias.
A no ser que fuera—.
No, definitivamente no es él, ¿por qué haría algo tan...él? ¿Y qué razonamiento utilizaría para llegar a ello? Nunca le ha dado—. Viene a su memoria el día en que llovió, la presión de sus labios sobre su cabeza.
Se levanta, da pasos en círculo hasta que vuelve al inicio de toda esa trama misteriosa.
¿Y sí lo era? ¿Qué pasaría?
Corresponder sigue siendo algo fuera de su jurisdicción, sin importar cuánto quiera besarlo por momentos, aún corre la ética profesional en su sangre, en especial, la que desconoce del todo las consecuencias de entregar el corazón al desastre andante que ha jugado con la organización.
Presiona en su pecho la caja de Pandora de sus sentimientos.
Si lee un poco, tan solo un banal párrafo, no sería malo ¿cierto? Parte de su deber es funcionar como un detective, los mismos que pueden leer mensajes sean o no de su propiedad.
Debería dejar de inventar excusas o la efímera calma perecerá.
Extrae la hoja blanca de su cofre, replanteando sus acciones.
¿Es lo correcto?
El valor le permite leer en un principio con exclusivamente su ojo derecho.
«No existe una noción de tiempo exacta, no estoy seguro de siquiera saber si las horas o minutos son un concepto real. De repente me vi al espejo, en algún momento del día, mientras confesaba que te amaba, amaba a quien incluso está debajo del sombrero».
La confidencialidad no se mantuvo más tiempo.
Leyó de principio a fin, repasando las oraciones que le robaban brevemente el aliento; es demasiado específico para creer que alguien en el mundo encaje en ese papel. Tanto caos y tanto amor tampoco podrían pertenecer a otra persona que no fuera Doof. Esto era una confesión real, tan física y emocional; al grado que esperó a que de ahí saliera una trampa que lo inmovilizara para obligarlo a responder sus palabras, independiente de la correspondencia o no.
No la hay, claramente, lo que le lleva a pensar que eso resultaría demasiado obvio para su propia. Sigue en proceso de enfrentar las cosas malas o buenas de su vida, incluyendo el cómo agradecer o aborrecer los sentimientos que pueden o no deslizarse de su boca.
Decide descansar unos segundos, casi cayendo al deslizarse de su silla un par de centímetros extras.
La culpabilidad y felicidad se mezclan.
Alguien podría salir herido, ambos podrían equivocarse si lo intentan, podrían ser condenados por las decisiones que elijan al dar ese siguiente paso.
Las cosas nunca volverían a la normalidad si se arriesgan.
¿Pero no es su trabajo el tomarlos?
No necesitaban iniciar un noviazgo o algo parecido, no estaban obligados a compartir sus vidas con el otro en totalidad. Aceptarlo no implicaba un matrimonio inmediato; podrían ir lento, lo suficiente para que sea un agradable paseo que se entremezcla con los viejos tiempos.
Mira el reloj en su muñeca, calculando en su cabeza cuánto tardaría en el trayecto hasta el edificio familiar.
Podría ir un rato, averiguarlo todo, decidirse en qué lo que pase vale la pena, independiente del miedo que ocasione la duda de si no fuera así.
Busca las llaves de la motocicleta, abriendo una de las múltiples entradas apenas se hace cargo de ellas.
Es tiempo de una última confrontación.
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31 ways to tell your nemesis that you like him
FanfictionLas palabras no eran lo suyo, literal y metafóricamente, pero nunca fueron necesarias para decirle lo que sentía, lo que necesitaba, que lo quería; y de igual forma, él tampoco lo necesito. Llegaron al punto en el que simplemente cualquier acción o...