"¿¡De verdad vas a dirigirte a mí con ese tono!?" el reclamó salió entre furia y dolor, dejando que el primero creciera ante la mímica de la mano imitándolo hablar. "¡Es suficiente, puedes irte! Nadie va a retenerte ¡y mucho menos voy a extrañarte, señor sabelotodo!" le dio la espalda, cruzándose de brazos para impedir gesticular otra cosa innecesaria. Prefería centrar la atención en el ardor que amenaza permanecer sino llora en ese segundo. Con lo cual tendrá que vivir. Desecha cualquier necesidad de llorarle, tuvo suficiente; las cosas se complicaron en las últimas semanas; el tiempo, la falta de comunicación, las cosas que esperaban sucedieran, entre otras cosas crearon una brecha: profunda, ingente, con una sensación de culminación alarmante.
Admite no reaccionar de la mejor forma, acepta que pudieron hacer mejor las cosas, que se pudo esforzar un poco más, pese a eso, sigue sin ser el único involucrado en lo que pasa. Desde la sensación de secretismo que se incrustó hasta la postura inamovible de someterse para apropiarse de los errores, de los reclamos mutuos a las exigencias de ideas que no compartían; ciertamente, lo estaba desconociendo. O se esforzaba en hacerlo.
La puerta azotándose lo hizo temblar, ni siquiera el tiempo en que la rompía le disgusto tanto.
Probablemente, porque estaba seguro de que volvería aparecer a diferencia de ahora, que no puede consolarse diciendo que aparecerá.
Y odia no poder culparlo del todo, fue partícipe del problema. ¿No era algo de lo que estaba reclamando? Se necesitan dos involucrados para volverse némesis, por tanto, cada uno arruinó todo.
Las lágrimas cayeron, drenando lo malo al exterior.
¿Era todo? ¿Hasta ahí llegaron las cosas? ¿Cualquier esperanza o cosa buena en su vida estaba determinada a la extinción? Si es así ¿por qué estuvo esperanzado desde un principio? ¿Por qué le dio esperanzas? ¿Por qué continúo a sabiendas de que puede que está vez no exista un momento adecuado para superarlo?
Prosiguió en el malestar, decidiendo que un bote de helado, telenovelas y estar envuelto en su sábana favorita lo consolaría.
Lo que no hizo, de hecho, ni siquiera recordó que hizo con todas esas cosas al despertar en cama, acomodado, arropado, sin ninguna de las cosas que abandonó a lo largo de la habitación. Buscó cualquier indicio, encontrándose con una bandeja con algo de fruta picada, una bebida caliente y una nota adjunta.
Lo siento. ¿Podemos hablar?
Intenta ignorar la culpa que se asienta en su estómago, optando por comer una que otra pieza de manzana y un trago al té humeante de manzanilla. Sintiéndose dispuesto a salir para llamarlo o mandarle un mensaje, escucha el toque tímido en la madera.
Aprieta el ropaje de la cama entre sus manos, buscando algo de quietud antes de la tormenta.
"Puedes pasar".
La imagen arrepentida del agente es lo primero en lo que se enfoca, posterior a su postura empequeñecida, asustada, vulnerable. Al parecer, los dos están de acuerdo en que hicieron todo más grande de lo que podían controlar.
"Lo siento" lo ve decir en sus señas. "No fue correcto hablarte así, tú, yo―".
Ve sus patas temblar y lo único en lo que piensa es que debe abrazarlo para evitar que caiga al miso pensamiento obsesivo con el que ha lidiado durante años.
"Perry el ornitorrinco, no eres el único en que se equivocó" susurra, intentando no regresar al llanto para que las gotas saladas no mojaran. "Creo que no reaccioné de la mejor manera...no debí pensar que―" se detiene, temeroso en aterrizar en cualquier idea errónea. "Me gustaría hablar, si aún quieres hacerlo".
Se separan, notando que le gustaría hacer eso.
Posterior a disculpas, explicaciones, acuerdos claros que ya no se hacen intrínsecos, encontraron la paz, la tranquilidad de que las cosas iban a mejorar. Los malos tiempos son imposibles de pasar, los han vivido, le han apoyado y es turno de que lo haga en las zonas que le permite. Es su privacidad, sus peleas internas, le toca velarlo y animarlo.
Uno que otro beso o caricia se cruzan, acordando que no será el final si las cosas no resultan de la manera en la que desean siempre. Las relaciones maduran al igual que ellos.
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31 ways to tell your nemesis that you like him
FanfictionLas palabras no eran lo suyo, literal y metafóricamente, pero nunca fueron necesarias para decirle lo que sentía, lo que necesitaba, que lo quería; y de igual forma, él tampoco lo necesito. Llegaron al punto en el que simplemente cualquier acción o...