Bath time

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Estira la cabeza por sobre el libro, viendo la figura del agente traspasar la puerta que se cierra tras suyo; por un momento se ve tentado a felicitarlo, llevaba un período longevo de tiempo sin tener que reponerle la madera de la entrada, o su pared. Es un cambio agradable en su relación; se levanta para recibirlo, preparado para disculparse por el desorden que hay a los laterales. La compulsión por comprar ha sido algo latente en los días recientes, en especial en subastas, quién diría que hay muchas personas dispuestas a vender parte de sus inventos a un precio razonable posterior a discutir en comentarios. "Perry el―" la oración queda suspendida en el aire, llevando el pulgar y el índice contra su nariz, apretándola para impedir que el olor desagradable sigan dañando sus fosas nasales. "Diría que apestas, pero creo que ya sabes eso" la mirada poco amigable confirma sus sospechas. "¿Dónde estuviste, en una alcantarilla?" el gesto que hace lo lleva a exaltarse.

¿¡Cómo que lo estuvo!?

Dura un minuto tratando de decidir entre si indagar por los detalles o juzgar el liderazgo de Francis.

Cede por una tercera elección al verle agotado y repugnado por el aroma que emana.

"¿Por qué no tomas un baño? No tengo problema" ofrece e insiste ante la negativa. "Sé que siempre debes tener bajo control, pero si te dejo estar así no voy a poder dejar de olerte por una semana, ¡y no pienso vivir con ello!" lo empuja con la siniestra, guiándolo al baño. "Espera aquí, creo que tengo una toalla extra" lo sienta en la taza del inodoro, revisando el gabinete que se encuentra inferior al lavabo; coge una toalla blanca con múltiples manchas irregulares ya impresa. "Esto servirá" la coloca en la barra metálica, caminando hasta la bañera. "Sé que tú piel puede resistir temperaturas frías pero ¿cómo te gustaría el agua?" puede leer en sus manos que una temperatura ambiente sería agradable.

Deja la llave abierta, permitiendo que el agua llene progresivamente la tina.

"¿Quieres un jabón en específico o―" lo ve negar, ruborizándose al traducir su gruñido. "No es nada, Perry el lindorrinco".

Juega con sus dedos, mencionando por lo bajo que puede esperarlo afuera si eso gusta.

La diminuta mano reposa en la suya, pidiendo sin verlo que se quede, que lo necesita para deshacerse de los rastros pestilentes que ignora parcialmente al centrarse en otras cosas.

Como lo adorable que luce al entrar a la bañera.

Ha aprendido a lo largo del tiempo acerca de los ornitorrincos, desde los detalles específicos como el sudor de leche hasta lo más sabido, como que es una especie semiacuática. La diferencia ahora es que el saberlo no se compara con verlo, cambiando el cansancio de sus parpados por una expresión relajada, tan distante a lo que presenció anteriormente; repasa con los dedos varias zonas de su cuerpo, peinando y masajeando el turquesa que se desorganiza con facilidad. En ocasiones lo escucha gruñir, otras empuja más contra su mano para que continúe en esa zona, pocas veces lo detiene, resguardando en su cabeza los lugares en los que prefiere o no que lo toquen.

Talla con sumo cuidado al momento de usar la barra dermatológica, creando una ligera capa de espuma con la que llega a jugar, al entretenerse, crea una abundante capa blanca esponjosa, que desaparece ante la ingente salpicadura creada por el impacto que ha dado la cola naranja en el agua.

El suelo no es lo único que acabó por recolectar el líquido del baño.

Lo ve, se ven, ambos acaban riendo a su manera.

Después se dará una ducha, ulterior buscará una manera de vengarse.

Se concentra en concluir su trabajo, vaciando el contenido al colocarlo en la alfombra de baño, estirándose para envolver en una empuñadura la toalla; lo rodea, secándolo con delicadeza, cerrando subsiguientemente el cuerpo entre la tela, cargándolo en sus brazos.

No hay protestas ni las habrá cerca de la próxima hora, es consciente de eso, porque siente cada vez el peso del agente obedecer a la gravedad.

Se traslada al mueble frente al televisor, recostándolo a lado suyo una vez se sienta.

Rasca su cabeza, decidiendo ducharse cuando duerma.

31 ways to tell your nemesis that you like himDonde viven las historias. Descúbrelo ahora