Meet the parents

51 13 3
                                    

Doofenshmirtz era incapaz de creer que existieran noches así de perfectas, desde el recibimiento amistoso en la recepción hasta la naturalidad con la que envolvieron a su persona en el festejo, admirando la habilidad que ha ido adquiriendo en las traducciones del lenguaje animal y riendo de los chistes que escapan con naturalidad. En especial, estaba abochornado por las múltiples felicitaciones por traer a una vieja cara conocida con una sonrisa que nadie parece haber registrado en sus memorias; y él no parecía molesto, limitándose a bajar la cabeza para tallar detrás de esta, buscando no verse vulnerable fácilmente.

Quizás por eso es que ignoró el mal presagio que soplaba en su nuca de regreso a casa.

Inició con las dos llantas delanteras desinfladas por clavos que ninguno vio en el camino, continuando con la ausencia total de señal de celular, provocando que buscaran un refugio cercano que los acogiera un par de minutos, los suficientes para llamar a una grúa. Una vez encontraron donde hospedarse temporalmente, los problemas continuaron; la casa que se presentó como un milagro en medio del mal presagio se volvió el infierno: apareció su hermano, con la apariencia ―mental― de un verdugo que presenta dos espectadores extra. Sus padres.

No era la primera vez que Perry los veía, sabía quiénes eran. La diferencia radica en que de alguna forma es la primera vez que los conocerá, en un ambiente similar al que creció, porque no importaba los intentos para huir, fue arrastrado adentro para ser probado nuevamente en una invitación unilateral y no deseada por la mayoría de los presentes.

Permanece de pie la mayoría del tiempo, siendo ignorado en varios de los procesos: desde ser invitado a cenar con ellos ―y observando en silencio el cómo enviaban a su acompañante al suelo, dado que no debe haber un lugar en la mesa para su "mascota"―, las historias agradables ―enfocadas en su hermano y otros objetos que si llegaban a entrelazarse con su persona, lo pasaban por alto― y el álbum familiar. Las condicionadas menciones era para destacar lo malo, o para opaca su voz en el momento de corregir detalles u anunciar los nuevos caminos que ha elegido. No se esforzó en mantenerlo, dolerá si lo hace y está demasiado animado para seducirse ante lo malo, lo contrario a su compañero, a quien las pocas veces que lo ha visto, luce opaco, serio; ¿alguna vez puso esa cara? No logra leer enteramente que quiere expresar.

Debe ignorarle otro poco al ser nombrado sin necesidad de peyorativos, optando por ser incauto ante el ofrecimiento de expresar, reiteradamente, a lo que se dedica, qué ha hecho, si ha conseguido algo en la vida. Juega con sus dedos en las primeras frases, dejando de lado la timidez ante las primeras anécdotas en las que le felicitaron por su trabajo, los agradecimientos de sus alumnos, los premios pequeños pero significantes a los que le han nombrado y ganado; para al darse cuenta que mantienen una conversación en la que no participa, llevándolo a suspirar. Al menos no se centran en seguir glorificando a quien consideran el "verdadero primogénito", ni en menospreciar a su mejor amigo/némesis que ha intentado integrarlo en el pasado.

Lo buscó con la mirada, perdiendo todo rastro.

¿A dónde fue?

A los segundos parece invocarlo, topándose su imagen golpeteando suavemente la ventana que les da la espalda a los integrantes de la familia; sabe que le está llamando para huir y no duda en despedirse apenas. No advertirían su ausencia.

Camina por uno de los laterales de la casa, encontrando una sorpresa irónica: el encargado de la ley acaba de robarle las llantas delanteras al vehículo de su hermano.

"¿Pero que estás―?" sigue la dirección que apunta su dedo, entendiendo que solucionó la avería. Cubre su boca, ahogando las risas conmocionadas. "¿Tú de verdad―?" interrumpe sus palabras ante la señal que guarde silencio. Asiente, aceptando guardar en secreto su travesura.

Lo llevan de la mano hacia el transporte, alentando a que se vayan antes de que se den cuenta.

La noche recobra su armonía.

"¿En serio hiciste eso?"

Un pequeño gruñido le hace bufar.

"Tienes razón, creo que dejarás una nueva primera impresión en ellos".

31 ways to tell your nemesis that you like himDonde viven las historias. Descúbrelo ahora