Como una polilla hacia la luz, se ve atraído por los tonos neones fríos que envuelven la misteriosa carpa que ha surgido en medio de la nada, palpando peligrosamente la curiosidad con cada paso que lo aproxima a la entrada; sus ojos se dilatan ante el cartel de madera que enlista en una caótica tipografía los servicios que le esperan a cualquiera que ose a experimentar con la adivinación.
Presta especial atención a los precios, debatiendo consigo mismo si la verdadera estafa era el costo; la imagen de su némesis aparece en plena disputa, acabando por reír al visualizarlo a un lado suyo, tan incrédulo como certero de su curiosidad por escuchar posibles malas noticias del futuro. Lo que no sería novedoso, pero continuaría efectuando cierto asombro si es capaz de adivinar sucesos presentes o algunos del pasado, mientras que Perry estaría sin perturbarse, siendo quien sin duda alguna, mantendría una postura escéptica ante el servicio, dando hincapié a una discusión silenciosa de que 15 dólares no podrían decir quién será. Es un ornitorrinco de acción finalmente, no permitirá que otros tomen sus decisiones, no permitirá que alguien le diga que no puede salir adelante.
Un grito agudo escapa de su boca al verse infraganti en sus pensamientos, sacudiendo la delgada mano que se ha colocado sin previo aviso en su hombro. Intenta encontrar el tono perfecto de reclamo, más termina tragándose el sarcasmo ante la peculiar presentación que dice la mujer: ella es la dueña y quien le dirá dónde se encuentra su alma gemela.
Entonces reflexiona que 15 dólares no es un precio descabellado para conocer a la persona desafortunada. Ha gastado el dinero de su ex esposa en cosas peores.
Accede a que lean las cartas o la palma de la mano, o lo que sea que deba hacer para hacerlo consciente de su otra mitad. Conoce bien la lógica que utilizan en sus discursos de amor, ha visto demasiadas novelas para construir su propia versión; inesperadamente, el concepto de alma gemela se maneja con cierto grado de realismo, lo cual le inquieta en el fondo. Si bien le reconforta que no va a morirse de amor por su ausencia, deja un vacío interno el escuchar que nada los obliga a estar juntos, ni siquiera como amigos. El destino puede crear prototipos altamente compatibles, y aun así mantenerlos lejos por propio capricho.
Duda para ese punto, sin embargo se obliga a proseguir en la curiosidad, siendo consciente de su propia mala suerte. Una desilusión más no lo hará menos fuerte, en cambio, lo motivará a ser el mejor científico malvado del área limítrofe.
La descripción es bastante confusa en ciertas partes, en especial en el físico, lo cual no es importante ante la descripción de su relación. Llena de tensión, de silencios incómodos que luego serán tan gratos que será una forma de comunicarse en secreto, será quien le dé sentido a ciertas cosas y le acompañará en otras. Si rompen el conflicto inicial al que están destinados, el pronóstico de su relación será excelente. Sin asperezas insuperables, sin dolores asfixiantes.
De cierta manera, le agrada la idea de creer en ello, por otra parte, se siente incrédulo.
Cualquiera podría decir eso mismo por precios más exagerados.
Decide culminar con la sesión una vez la inseguridad le asegura que todo eso es, en definitiva, fantasía. Que el amor destinado es un concepto de las novelas románticas.
Su decisión no es refutada, ni siquiera se ve obligado a cambiar de opinión; posiblemente por ser algo común en ese oficio tan cuestionado.
La única cosa que agregan antes de irse, es algo que lo deja confundido: su amor será tan abrupto como un golpe.
Una metáfora extraña, que al final, ni siquiera resultó ser una.
Fue un golpe lo que le ayudó, en parte, a darse cuenta que estaba enamorado del agente secreto con el que peleaba constantemente.
Claro, no es algo que evidenció con inmediatez. Costó bastante tiempo darle forma a esos sentimientos, el poder reconocerlos, enfrentarlos. Incluso ahora.
Una pata turquesa toca con amor su mano, preocupado de la densidad con la que mira la vieja carpa de adivinación.
Pide disculpas, prometiendo que solo estaba recordando algo.
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31 ways to tell your nemesis that you like him
FanfictionLas palabras no eran lo suyo, literal y metafóricamente, pero nunca fueron necesarias para decirle lo que sentía, lo que necesitaba, que lo quería; y de igual forma, él tampoco lo necesito. Llegaron al punto en el que simplemente cualquier acción o...