Promise rings

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Era incómodo en un principio, en especial al momento en que ambos estaban despiertos en la cama, mirándose, tratando de charlar lo mínimo: le cuestionaron el estado actual de su salud, respondió de una manera sincera, refutando con la curiosidad del motivo de su estadía, recibiendo una respuesta estándar que daría cualquier héroe en los programas de televisión; ninguno salió del margen, provocando vacilaciones que se expresaron accidentalmente. Nunca pudo equilibrar lo que sale de su boca con lo que su cerebro especificaba censurar.

Irónicamente, eso solucionó muchos de sus conflictos.

Resulta que no le disgustó ese momento ignominioso influenciado por el alcohol, ni siquiera le importó la manera en la que actuó. De cierta manera, le dio a entender que confiaba tanto en él como para seguirse rompiendo entre risas, lamentos y quejas sin sentido, al grado de llegar a revelar hechos que no saldrían por unos cuantos años; agradeció la discreción ante la patética explicación de sus sentimientos. Perry dijo que era cautivador, como todo lo se le atribuye a su persona.

El rojo invade los pómulos que se calientan con cada adulación certera.

Pronto se siente desmayar al saber la única inconformidad.

El beso podría ser mejor.

Ventajosamente, ninguno parece disgustado a practicar.

De esa manera, inician con una relación que no encuentra cómoda la etiqueta de 'pareja', especialmente al tener su propia dinámica, la misma que lo lleva a buscar el nudo vital de las ataduras de su compañero, quien parece casi airadamente divertido de la situación. "¡No puedes culparme por esto!" de hecho, podía hacerlo. Olvidó en totalidad que no todas sus trampas se desactivaron al dejar de pelear, claro, es algo de lo que debía enterarse necesariamente. "¿Crees que si supiera que era una trampa te hubiese enseñado los anillos de pirita que gané en una feria una vez?" la respuesta en el determinado marrón lo hace pasar saliva. "Esa es una acusación ofensiva, Perry el ornitorrinco. Debería dejarte atado para que reflexiones sin mi historia trágica de trasfondo".

El caramelo café se endulza, orillándolo a continuar en su labor.

"No va a funcionar siempre conmigo" o quizás sí. Nuevamente, es algo que no debería saber; palpa lo largo del material natural, parando en un borde transcendental con el que decide iniciar el intento de liberarlo. "En realidad no recuerdo mucho de ese día, estaba en alguna cita extraña, viendo los juegos alterados cuando decidí intentar ganar en uno, fueron los 30 dólares peor invertidos en mi vida" lo entrecerrar los ojos, dudando de ese juramento. "A ella le gustaba coleccionar todo tipo de cajas, así que decidí escogerla. Resultó que dentro venían un par de anillos, desconozco si alguien lo sabía o no" agregó como dato curioso que es la misma caja con la que antes y ahora mismo lo atrapó, con la diferencia de que en esta segunda vez, se encontraban ambas piezas. "Pensé que sería un detalle agradable el dárselos" ambos saben que la tragedia debe presentarse en sus anécdotas. "O eso pensaba antes de verla fugarse con el chico que controlaba la noria". Las fibras naturales ceden, liberando el cuerpo pequeño que se estira, mostrando un cambio radical de comportamiento.

Besan su mejilla, luego la aprietan con cierta fuerza en algo parecido a un pellizco.

"¿No podíamos saltarnos la escena del escarmiento?"

Lo callan con otro roce amoroso en su piel.

Sigamos arreglando esto.

Acuerdan el dividirse las tareas de limpieza en el recopilatorio de inadores inactivos, dañados o simplemente acumulados al azar; lo cual no funciona en totalidad, considerando que se distraen a cada tanto ante la escenificación de sus conflictos; a veces no llegaban al final del discurso al distraerse entre mimos descuidados y competitivos.

En cierto momento abandonó el plumero, luchando por quebrantar su atención en el trabajo.

Tardó un buen rato antes de que negociaran un descanso, en el que se sientan en el suelo, llevando el cuerpo de su némesis a su pecho, recostándolo para acariciarlo y otorgarle un par de besos en su cara.

Lo detienen en algún momento, siguiendo la dirección en la que apunta el ornitorrinco.

El pequeño cofre simple vuelve hacerse presente.

Bufa, preguntándose si debería decirle que son de promesa.

31 ways to tell your nemesis that you like himDonde viven las historias. Descúbrelo ahora