Hizo la mejor elección al otorgarle la victoria de esa apuesta, hizo lo mejor al sentarse a disfrutar la cena, cada una de las elecciones consumadas valen la pena al momento de brindar, festejando la nueva etapa de su vida; no se arrepintió ante la primera señal de alerta, nunca se retractaría en lo que ha querido pese que el postre tambalea en sus manos, no encontró arrepentimiento en su vida cuando lo consoló en medio de la cena, pidiendo disculpas por no encontrarse en sus mejores sentidos en lo que debía ser su noche. Lo calmó, le hizo saber que no le importaba, que todo seguía bien entre ellos; ha escogido estar ahí, lo ha hecho desde que lo conoció de verdad. Lo que factiblemente comienza otro sollozo que intenta explicar lo nervioso que estaba por esa noche, por lo qué haría si las cosas no salían bien, por los rostros conocidos que enfrentó sin compañía antes de estar seguro en sus brazos, las falsas etiquetas de 0 alcohol en las bebidas, lo poco que le importaba estar ebrio o hacer el ridículo al ser engañados por esta. Quería que lo siguiera queriendo, cuidando, apreciando.
Lo escucha pedir disculpar por ser un desastre que se ahogó en un vaso sin preverlo.
Lo ve suplicar para que no lo deje, lo ve implorar para que sigan siendo némesis, combatan o no en la lucha absurda del bien contra el mal.
Le asegura que lo hará, independientemente de los obstáculos que existan.
Peina su cabello cuando se pone a su altura, tratando de persuadirlo de ir a la cama, beber agua, dormir temprano; jurando que hay posibilidad de retomar la noticia otro día con mayor calma.
Doofenshmirtz se niega una tras otra vez, hasta que parece marearse por los movimientos que por el alcohol corriendo por su sangre.
Lo intenta reiteradamente, llegando a un acuerdo: ambos irán a la cama, donde la única forma en la que se vaya es hasta que duerma. No dormitar, no cerrando los ojos únicamente. Podrá abandonarlo bajo la condición antes expresada.
Parece un acuerdo razonable, ventajoso. Iba a quedarse de igual modo.
La cama debajo de ellos es suave y revoltosa, ninguna de las capas moradas se vieron acomodadas desde antes de entrar, mucho menos ahora en las que el hombre criado por ocelotes parece acomodarse en ellas como un felino; alza sus patas delanteras, amonestándose por el impulso de querer rascar detrás de su oreja.
Un ligero ronroneo reclama su atención.
"¿Puedes guardar un secreto?"
No hay respuesta, no le da tiempo de resaltar el nombramiento de "agente secreto" de su currículum.
"Me gustas".
No, es el alcohol.
"Hice esa tonta tarea de las cartas para poder saber cómo escribirla, así que relaté nuestra historia como un ejercicio de clase. Al final no supe qué hacer, así que fotocopié la que más se asemejó y la coloqué entre tus cosas, así si preguntabas por ella, podría decir que mis papeles se cruzaron con los tuyos".
No sabe lo que dice.
"Creo que no funcionó".
La siguiente imagen es de él con los ojos entrecerrados, estirando sus manos para aprisionarlo.
Su corazón trata de ensordecerlo.
"Quisiera decir que es una inesperada sorpresa, y cuando digo inesperada, quiero decir totalmente esperada" lo escucha reír, amortiguando de golpe la acción. "¿Quién no estaría loco por ti? Eres inteligente, hábil, siempre has estado ahí cuando te necesito. ¡No mentía al decir que eres mi roca! Aunque, ¿quizás quiera algo más que eso? Me gustaría poder hacer muchas cosas contigo, pero ¿tú realmente querrías estar con...?" la forma en la que pasa saliva lo hace enojar en el fondo. "¿Alguien como yo?" las lágrimas se asoman en el rostro congestionado. "¿No es una locura?"
Limpia las gotas saladas, deteniéndose apenas siente un calor extra en sus manos.
"Gracias, por seguir aquí conmigo. Sé que no siempre soy el mejor".
Nunca lo ha querido por ser perfecto, al contrario, los detalles que no perfila en esa definición burda es lo que más le gustan.
"¿Yo...?"
Baja la guardia ante el toque en su espalda, sintiendo el largo siendo acariciado con cuidado.
"¿Podría?"
El mundo se vuelve dulcemente áspero y confuso.
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31 ways to tell your nemesis that you like him
FanfictionLas palabras no eran lo suyo, literal y metafóricamente, pero nunca fueron necesarias para decirle lo que sentía, lo que necesitaba, que lo quería; y de igual forma, él tampoco lo necesito. Llegaron al punto en el que simplemente cualquier acción o...