02.

1.7K 233 391
                                    


En cuanto llegó a casa de sus padres, no dudó en abrazar a su madre con fuerza y romperse allí mismo.

Karen se sorprendió y preocupada consoló a su hijo; Liam podría tener treinta años recién cumplidos; ser un hombre maduro, musculoso y casi intimidante; pero para ella siempre sería su pequeño bebé al que debía proteger de todo mal.

Geoff se apresuró en ir a la cocina a preparar una taza de té mientras su mujer se encargaba de tranquilizar a su primogénito y trataba de evitar que entrara en una crisis.

Hace mucho que no sucedía, pero la última vez fue...

Sacudió su cabeza, alejando ese terrible momento y se concentró en el cuerpo tembloroso entre sus brazos.

— Está bien, mí amor, ya pasó, tranquilo. — pidió con su dulce voz besando la frente del ojimiel.

Payne sorbió su nariz y se separó para poder ver el rostro de su madre, la cual besó ambas mejillas sin importar que estás se encontrasen empapadas de lágrimas.
— M-mamá.

— ¿Que sucede, mí vida?

— Zayn... — Dijo para luego volver a romper en llanto.

Karen jadeó, sintiendo un nudo en su garganta, hace mucho tiempo que aquel nombre se escuchaba en su hogar por petición de su hijo y que ahora él mismo volviese a nombrarlo fue... Duro.

Por supuesto ni ella ni su marido habían perdido el cariño por aquel morenito que había llegado a sus vidas para hacerlas mejor; no lo culpaban y entendían la razón de su ruptura con su hijo; sin embargo, eso no cambiaba el hecho de que les doliera que todo se haya arruinado de esa manera.

Cuando volvió después de esa única visita a su ex pareja, se encontraron con un Liam totalmente distinto del que se fue; su hijo se la pasó días encerrado en su habitación; no comía, no hablaba, no salía de su cama más que para bañarse o hacer sus necesidades.

Tampoco quería ver a nadie, ni siquiera a Louis, quien trataba cada día de sacarlo de ese horrible pozo de depresión en el que se arrojó sin ningún esfuerzo por salir del mismo.

Después de meses, Geoff se cansó de todo aquello, sacándolo a rastras de su cuarto, llevándolo a un psicólogo quien aunque tardó bastante en conseguir que el castaño volviera a hablar, logró sacarlo poco a poco de ese oscuro lugar.

Liam fue a esas terapias por tres años y fue cuando comenzó a acercarse a la persona que había sido antes de su depresión; aunque no terminó por ser el mismo de siempre.

Aquel chico feliz y extrovertido; sociable, que sonreía siempre y era amable había desaparecido por completo.

Se había cerrado; volviéndose serio; callado, amargado; había optado por sacar toda esa frustración mediante el gimnasio, ganando así musculatura y se puso en forma; después de haber bajado demasiado peso, pudo recuperarlo, tal vez fue eso lo que lo convirtió en el hombre que era ahora.

Sonreía muy pocas veces y cuando lo hacía, se notaba a leguas que está no era sincera, solo una simple mueca forzada.

Daría su vida por tan solo volver a verle sonreír de verdad.

Volviendo al tema principal; el nombre de Zayn era una especie de tabú en la casa; por eso le sorprendió que lo haya nombrado luego de años.

Su esposo se acercó, colocando la bandeja con las tazas sobre la mesa y se sentó del otro lado de su hijo para acariciar su espalda.

— ¿Zayn? — Preguntó frunciendo el ceño y dándole una rapida mirada al mayor quien tenía la misma mueca en su rostro. — habías progresado con esto, cariño. Ya han pasado años, bebé, Creí que lo habías superado.

¿Can I hold you again? (ZIAM MAYNE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora