La heladería que Kara había mencionado no se encontraba muy lejos de la William McKinley. En realidad, le sorprendía que ella nunca la había visto, ni siquiera con Samantha que tenía más conocimiento de Lima. Apagó el motor, se quitó el cinturón de seguridad y en el momento de abrir la puerta, aquella atlética ojiazul lo hizo por ella, un gesto muy tierno y lindo que le recordó a su padre, cuando les abría la puerta. Kara con una sonrisa tímida le tendió su mano para ayudarla a bajar.
— Gracias — la miró a sus ojos y tomó su manos — ¿Así eres siempre de gentil, chica veinticinco?
— Mhm, me apagaré a la quinta enmienda al respeto — soltó una pequeña risa.
— Solicitud denegada — se comenzaron a reír.
Cuando dejaron de hacerlo, se miraron entre ellas, se sentían con mucha confianza.
— ¿Sabes? Apesar de tener unas cuántas horas de haberme atrevido a mentirte. Siento que contigo puedo tener mucha confianza — admitió Kara.
— No podría estar más de acuerdo contigo — le sonrió Lena — Como tú me mentiste, te toca invitarme.
— Hey, por supuesto — abrió la puerta dejando que pasara primero — Iba a hacerlo, soy una chica de palabra.
— Estaba bromeando, Kara — comenzó a reírse.
— Su seriedad me abruma, señorita Luthor — Y pone nerviosa, principalmente, pensó acomodando su chaqueta — Pide lo que desees — sonrió.
Se acercaron al mostrador, era uno colorido. Parecía como si un "unicornio" hubiera vomitado en él. Habían tonos pastel, rosados, azules y verdes claros. Tenían pequeños dibujos animados de helados, una heladería que perfectamente podría ser amada por su pequeña sobrina, Ruby. Agendó en su mente llevarla apenas pudiera, también anotó una pequeña posdata, agradecerle a Kara por haberla llevado a ese lugar. La ojiazul observaba con curiosidad como Lena se había perdido explorando con su mirada el local, uno que secretamente le pertenecía a sus abuelos. "Supercreams".
— Un poco llamativo, ¿verdad? — le preguntó muy sonriente.
— Bastante, nunca lo había visto — admitió un poco avergonzada.
— Es un poco nuevo, la verdad — el dependiente la saludó con una gran sonrisa.
— ¿Vienes con frecuencia? — le preguntó curiosa Lena.
— Es como mi segundo hogar — se atrevió a tomar su mano — Vamos, quiero mostrarte donde se hace la magia.
Comenzó a arrastrarla hacia el interior.
— Kara, ¿estás loca? — comenzó a preocuparse — Podrían echarnos del lugar.
— Confía en mi — comenzó a reírse llevándola justo donde se elaboraba el helado de sorbetera.
— ¡Hola Kara! — saludaron los empleados. Lena se detuvo en seco para mirarla con total asombro.
— ¿Tú eres la dueña? — Kara encogió sus hombros negando con su cabeza.
— Lo son mis abuelos. Solo que mis padres y yo le dimos un cambio de imagen.
— Eso es increíble, Kara — la miró con admiración.
— Gracias, Lena. Es lo que queda de su esencia — le ofreció una bata y una malla de pelo.
— ¿Cómo? — tomó las objetos para colocárselos.
— Mis abuelos paternos tienen alzheimer, Lena. Por eso nos mudamos de Midvale hacia acá, para poder cuidarlos — le sonrió con tristeza.
— Oh, cuánto lo siento, Kara — apretó su mano con compresión.
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Una Perdedora Como Yo
RomanceLena Luthor siempre ha tenido en cuenta la realidad que se viven en las secundarias. Por eso, a sus dieciséis años de edad, se comparaba como una mujer de veinte, muchas la consideraban una "abuela", por preferir quedarse estudiando antes de ir a "e...