Capítulo XXIV

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Faltan dos días para el baile, el momento tan esperado por el que Kara la había sacado su tiempo para enseñarla a bailar (cosa que aprendió más o menos bien de lo que esperaba). Con solo pensar en ella una sonrisa se le formaba, apesar de que caminaba por el pasillo con las manos en sus bolsillos irritada por ver tantos flayers mal hechos sobre las candidaturas a los reyes del baile, en pegados en todos lados. Rodó los ojos arrancando de su casillero uno en el que salía su prima con Finn, fingiendo ser la pareja perfecta. No entendía cuál era su obsesión por tener una corona de plástico, se convertía en una completa egocéntrica, lastimando cada vez más a Rachel, por su obsesión tonta.

Otra que también se postuló fue Santana y Karofsky. Su mejor amiga insistía en desvivirse por ocultar su verdadera sexualidad fingiendo una relación amorosa con él, una relación pantalla, así lo denominó Kara. Aún así, se convertía para ella en algo casi imperdonable, ya que Kurt era su mejor amigo y Dave le causó mucho daño. Lo bueno es que Blaine se había trasladado a McKinley hacía unos días para estar con Kurt, estaba floreciendo en ellos un amor bello, por suerte, Blaine los defendía a ambos, siendo ayudados obviamente por ellas dos.

Por otro lado, también se encontraba muy feliz por su Winn, su otro mejor amigo. Consiguió comenzar a salir con un chico nuevo llamado Clark Kent, parecían llevarse muy bien. Nia también iba con Querl, hasta formaron un club LGTBI+ donde se reunían cada fin de semana para compartir sus vivencias y apoyarse mutuamente. Sam estaba feliz porque había empezado una relación con su cuñada, quién iba a estar en el baile.

Y, como si fuera poco, no había podido ver (más que unos cuántos segundos), a su novia. La tenían ocupada decorando el salón donde se iba a realizar, Eliza fue la responsable de postular a su hija como parte del comité. Kara se había convertido en una chica popular desde que ingresó a las McKinley Ladies, pero todo empeoró con su gane. Las porristas andaban detrás de ella intentando convencerla de que fueran juntas al baile, por supuesto, se iban enojadas por su rechazo.

El baile seguía siendo un poco tétrico para ella, sabía que quizá estaba subestimándolo y que tal vez terminara gustándole un poco. Su madre insistía en querer acompañarla a comprarse el vestido, algo que aceptó gustosa, hacía mucho no compartía con su madre a solas. Luego le informaría a su novia de qué color compraría el vestido y viceversa para comprar el ramillete que llevarían las dos.

Terminó de buscar sus libros dejando escapar un suspiro, ni Samantha estaba en la secundaria. Ruby tenía una cita médica a la que no podía faltar. Su visión fue tapada por unas manos suaves que conocía bien, comenzó a sonreír terminando de cerrar a oscuras el casillero.

— Señorita Luthor, qué gusto verla.

— El gusto es mío, señorita Danvers — Kara comenzó a reírse quitando sus manos de esos ojos verdes azulados que le encantaban. Lena se giró para verla.

— Desde lejos he notado que vienes irritada — metió su mano en el bolsillo de su chaqueta para sacar un chocolate — Así que decidí comprar un chocolate para ti — Lena sonrió aún más tomando con su mano desocupada.

— Gracias, mi amor — se puso de puntillas para besarla. Kara se inclinó un poco para facilitarle el beso — Pensé que no te vería más — arrugó su nariz.

— Bueno, hemos terminado la decoración. Lo que falta es el tema administrativo que no es mucho — encogió sus hombros tomando los libros de Lena para cargarlos.

— ¿Qué me dices de las porristas?, ¿siguen llenando tú casillero con invitaciones para el baile? — Kara suspiró asintiendo.

— Toda la semana he estado botando los papeles que aparecen. No entienden qué significa no — ambas rodaron los ojos comenzando a caminar de la mano — Les he repetido hasta el cansancio que iré contigo, mi novia.

Una Perdedora Como Yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora