El fin de semana llegó y la celebración de los ochenta y un años del abuelo Jordan también lo hacía. Los Danvers habían pasado toda la noche anterior adornando el jardín, estaba decorado con unos cuántos globos de colores, con algunas guinaldas con unos cuántos dibujos conmemorativos a sus años que trabajó para su heladería. Apesar que la demencia estaba más avanzada, no quisieron pasar por alto celebrarle su cumpleaños. Aunque en los últimos días lo encontraron muy decaído, su mirada azulada ya estaba perdiendo fuerza. Aquél Jordan Danvers se estaba apagando con el pasar de los días. Kara sabía que debían estar preparando los preparativos para enviarlo a un hogar especializado, apesar de que su padre se encontraba renuente a con ello.
Alex y Kara terminaron de marinar las carnes, iba a hacer una pequeña parrillada con sus allegados. Las hermanas Danvers no perdían detalle de lo que hacía su abuelo, percibían que algo extraño en él, estaba sentado en la banca que estaba en el patio y su mirada estaba en el retrato de su difunta especial. La ojiazul miró a su hermana con tristeza, sintiendo ganas de llorar, le partía en muchos pedazos su corazón verlo de esa forma. Jordan dejó el retrato de su esposa para mirar hacia el cielo y cerró sus ojos.
— Pronto — escucharon el leve susurro del señor Danvers.
La piel de ambas se erizó por completo. Alex abrió varias veces buscando decir algo, su hermana solo le tomó con fuerza su mano negando varias veces con su cabeza, no se necesitaban las palabras para describir ese momento. Bajaron su mirada empezando a lavar sus manos para quitar los restos de la carne y su olor.
— El abuelo quiere descansar, Alex — su voz se entrecortó por la mención. La pelirroja lo contempló unos cuántos segundos en silencio y asintió.
— Cada vez que me voy a Boston no dejo de pensar en él — terminó de secar sus manos entregándoselo a Kara — Primero fue la abuela Mary Ann, ¿podré soportar no estar cuando él? — no pudo terminar su pregunta.
— No pienses en eso, Alex. Mañana celebramos su cumpleaños, debemos estar alegres para él, aunque ya no nos reconozca — sintió como sus ojos se empezaban a humedecer.
— Cuesta, cuesta muchísimo — suspiró limpiando sus propias lágrimas. Kara asintió inhalando y exhalando varias veces para mantenerse tranquila — Espero que algún día la Ciencia pueda encontrar algo para detener el alzheimer.
— Dios lo quiera, Alex — se abrazó a su cintura. Alex lo hizo por sus hombros.
— Cambiemos de tema — Kara asintió con una diminuta sonrisa — ¿Cómo te fue en la cita con Lena? — su rostro se iluminó apenas la mencionó y comenzó a sonreír ampliamente.
— Fue increíble, nos divertimos mucho en la feria, apesar de que a Lena no le gustan los juegos aéreos — Alex comenzó a sonreír por ver tan feliz a su hermana.
— Bueno, mi cuñada es una minion. Por eso le dan miedo la alturas — comenzó a reírse de Lena. Kara trató de hacerse la seria, pero le ganó la risa.
— Si Lena te escucha podría golpearte — Alex encogió sus hombros divertida.
— Tomaré el riesgo — volvió a reírse — Me alegra mucho que estén muy bien.
— A mi también me da gusto, Alex — suspiró con una pequeña sonrisa. La pelirroja sabía que a su hermana pequeña le ocurría algo.
— ¿Qué te inquieta, hermanita? — se sentaron en el sofá para hablar con mayor tranquilidad.
— Cada vez que tocamos el tema de la Universidad, Lena parece muy insegura sobre mantener nuestra relación a la distancia.
— ¿Por qué así? No estarán lejos, solo un avión de por medio — Alex tenía su ceño fruncido.
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Una Perdedora Como Yo
RomanceLena Luthor siempre ha tenido en cuenta la realidad que se viven en las secundarias. Por eso, a sus dieciséis años de edad, se comparaba como una mujer de veinte, muchas la consideraban una "abuela", por preferir quedarse estudiando antes de ir a "e...