Capítulo XXI

1.4K 161 108
                                    

La feria no estaba lejos del centro de Lima, y ya creía poder oler las palomitas de maíz, así como la diferente comida rápida que se vendía en aquella mágica atracción. Kara conducía con una enorme sonrisa en sus labios mientras sostenía la mano de Lena, que estaba encantada escuchándola cantar cualquier canción que sonaba en la radio. Sep sentía muy feliz, en darle una noche divertida, donde el stress del juicio desapareciera, al menos por algunas horas. La ojiazul miraba el perfil de su novia en cada alto del semáforo, admiraba lo bella que era, sabía que más adelante cuando fuera adulta sería una mujer que le robaría el aliento a cualquier hombre, o mujer. Solo espero seguir a tu lado, pensó sonriendo de medio lado empezando a ingresar a aquel parqueo que estaba repleto de autos. Afuera se escuchaban los gritos de adrenalina que generaban aquellos juegos aéreos tan temidos por la ojiverde. Kara soltó una pequeña carcajada al ver como comenzaba a fruncir el ceño con forme se acercaban.

— Ni de broma me subo a esas cosas, Kara — la miró con seriedad regresando su mirada a la ventana — ¿Por qué les gusta tanto estar guindando con un simple cinturón de seguridad? — Kara comenzó a reírse buscando algún espacio para estacionar.

— Es por la adrenalina, Len — sonrió tomando el espacio de un auto que abandonaba la feria — Pero, prometí en que dejaría ese tema por tú salud.

— Agradezco que así sea — le acarició la mano con amor — En verdad me aterran las alturas. A duras penas puedo subirme a un avión.

— Yo solo quiero que seas feliz — le devolvió la caricia apagando el motor — Esta noche quiero que te olvides de todo, nada de juicios rondando tú genia cabecita — le dio un beso en su sien izquierda.

— Trataré de que así sea — sonrió cerrando los ojos ante el tacto suave de sus labios — Gracias por hacer todo esto por mi.

— Oh, cielo. No me agradezcas todavía hasta haya terminado nuestra cita — le sonrió quitándose el cinturón de seguridad para salir. Rodeó su auto abriéndole la puerta a Lena.

— Gracias, cariño — tomó su mano dejando que Kara cerrara la puerta poniéndole seguro.

Comenzaron a caminar tomadas de la mano hacia aquella entrada. Lena miraba todo como si nunca en su vida hubiera ido a una feria, la verdad es que, no recordaba cuándo fue su última vez, debía ser muy lejano, puesto que no tenía muchos recuerdos de ello. A lo lejos veía como niños pequeños corrían de un lado al otro tratando de decir en qué juego se subirían, otros caminaban con sus padres comiéndonse un gran algodón de azúcar, manzanas caramelizadas, churros, o lo que tuvieran el antojo de comer. Habían más parejas abrazadas en las bancas apreciando las luces neón de los juegos. Otras tratando de ganar algún premio para su novio, o novia, mismo lugar donde ellas se dirigían. Lena miró con una sonrisa a Kara, sabía que no se quedaría en paz hasta que no le ganara un peluche.

— ¿Qué deseas que te gane? — le preguntó Kara abrazando por los hombros a Lena.

Habían diversos juegos de tiro al blanco con pelotas y pequeñas armas de plástico para reventar globos. Así como juegos de encestar balones (muy fácil para Kara), juegos con aros y, el típico juego del mazo. Lena veía expectante todos los peluches para tratar de escoger uno que le llamara su atención. Le había llamado la atención un enorme monito saliendo de una banana (banano, o plátano). Kara sonreía siguiendo la dirección de su mirada.

— ¿Quieres ese monito? — Lena se sonrojó un poco, pero asintió — Lo ganaré para ti antes de que vengan más pequeños y lo deseen.

— ¿Es normal sentirse culpable por querer ganarlo antes que algún pequeño? — Kara soltó una carcajada encogiendo sus hombros.

Una Perdedora Como Yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora