Rendirse o Luchar

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Pasaron siete años desde la tragedia que se vivió en el mundo con la muerte de los héroes, y seguido por la de muchos otros por toda la tierra. Jones había seguido televisando las muertes de los metahumanos cada tres meses y por muchos esfuerzos que se hicieron. Nadie sabía dónde se encontraba la mujer ni mucho menos donde retenía a los que secuestraba. Poco a poco y como Jones había planeado, la moral de los héroes en todo el mundo cayó tan profundo, que algunos renunciaron a la idea de detenerla, otros a ser un héroe, pensando que si no podían salvar a sus compañeros, ¿cómo podrían salvar a las personas comunes?. Finalmente estaban los que temían por sus vidas y lloraban la muerte de sus amigos, parejas e incluso sus hijos. Las personas cada día se sentían más desprotegidas y los villanos cada vez más libres, convirtiendo las calles de todas las ciudades en un campo de batalla para todo aquel que anduviese solo de noche.

La solución que el nuevo presidente, Aiden Johnson, había propuesto en las elecciones pasadas para combatir el crimen con el fin de reemplazar a los héroes caídos, no solo eran demasiado costosa, si no también era poco efectiva. El grupo organizado centrado en criminales con poderes o demasiada inteligencia, era tan eficaz como la policía corrupta que llenaba las jefaturas de cada estado. Solo perjudicaba la economía de los ciudadanos por los altos impuestos para financiarlos, importandole muy poco sus protestas y reclamos.

Batman, Superman y Flash eran casi los únicos héroes activos que aún combatían el crimen, pero no eran suficientes y siempre discutían por el pasado, el trabajo, sus vidas y por el dolor de la pérdida que aún se sentía tan reciente. Los tres estaban furiosos, se sentían impotentes y vulnerables. Solo podían sobrevivir y ayudar en lo posible. Esto provocó que su relación se desbaratara por sus diferentes opiniones. Flash había aceptado que perdieron, mientras que Bruce aún quería atrapar a Jones, Superman estaba tan afectado por haber perdido a Diana que hacía todo para no permanecer tiempo en la Atalaya y casi no veía a Batman. Mismo que casi no notaba este hecho debido a que pasaba noches enteras rastreando las actividades ilícitas de la mujer, pero todas llevaban a un callejón sin salida. Él sabía que ella estaba jugando con su mente, lo sabía y aún así, no quería rendirse.

Los titanes se disolvieron. Cyborg ya no le veía sentido a su trabajo ni a su vida luego de perder a Chico bestia. Había visto como moría frente a él y no hizo nada para evitarlo. No pudo protegerlo, no estuvo ahí para él. Se hundió en la depresión y fue el primero en irse de la torre y alquilar un pequeño y desgastado departamento y vivía solo con lo poco que ganaba en su trabajo de medio tiempo como mesero en un restaurante pequeño. Las tardes las pasaba encerrado hundido en sus dolorosos recuerdos y su duelo. Starfire trató de convencer a Cyborg de quedarse y superarlo juntos, pero no solo falló en convencerlo, si no que tampoco pudo evitar que Robin se fuera. Les había fallado. Había destruido sus vidas. No merecía ser el líder de nadie. Se despidió de ella y desapareció. Al haber quedado sola, ella viajó a la torre donde estaba viviendo su novio dándose cuenta que habían sido atacados, por suerte él y los titanes este estaban bien, pero sin poderes. Ella se quedó con ellos y les ayudó a buscar información sobre aquel rayo que les había quitado sus poderes y juntos buscaban como eso era posible si todos los héroes eran diferentes y habían obtenido sus poderes de diferente manera.

Slade Wilson volvió a ganarse la vida como mercenario. Volvió a ser Deathstroke. Cada vez que había un contrato con el gran monto que él acostumbra a cobrar por trabajo, lo aceptaba sin preguntar nada y cumplía con el objetivo con rapidez, eficacia y discreción como siempre lo había hecho, aunque había contadas excepciones. En cada trabajo, en cada pelea descargaba toda su ira, frustración y tristeza por todo lo que había perdido. Su vida pacífica, su trabajo como entrenador de Dōjō, a sus amigos y a su novio. Sin mencionar la enorme culpa que lo carcomia por dentro hasta el punto de asfixiarlo, por lo que siempre se mantenía activo. No quería recordar. En cuanto a Grant, la culpa que lo acechaba día y noche no lo dejaba en paz ni en sus sueños, provocándole terribles pesadillas todas las noches. Mismas donde los recuerdos de esa horrible noche en la que vió a sus amigos morir se distorsionaba, y en lugar del tipo enmascarado, era él el que les ponía fin a sus vidas, terminando por despertar sobresaltado y empapado en sudor. Se le hacía difícil dormir, ya casi no comía y estaba deprimido la mayor parte del tiempo, incluso su maestra se preocupó y citó a su padre para hablar sobre la salud de su hijo, pero éste no asistió. Aunque eso era algo que se había vuelto normal. A veces no veía a su padre por semanas y una vez fue por meses. Y las pocas que lo veía se encerraba en su habitación, y cada vez que entraba para intentar hablar con él, siempre lo veía mirando un anillo con las iniciales R y S entrelazadas en su dedo anular, antes de ordenarle que se fuera casi a gritos.  A veces pensaba que su padre lo culpaba por su separación con Robin, pero como si éste le leyera la mente, cuando sospechaba que él pensaba eso, se acercaba y le daba un fuerte abrazo diciéndole que lo haría todo de nuevo si tuviera otra oportunidad. A lo que el menor le decía que eso no es lo que parecía por como se comportaba. Slade le respondió que solo necesitaba tiempo para olvidar. Pero el problema con esa mentira era que ya habían pasado 7 años y él aún lo extrañaba como el primer día en el que todo se fue al demonio.

¿Como sucedió?  (Slade x Robin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora